En la actualidad nos encontramos invadidos por medios de comunicación innovadores para interactuar, se podría decir que nos encontramos “en contacto”, “conectados”, “en línea” con nuestro entorno inmediato y con el mundo. Sin embargo, pareciera aislarnos de las personas que tenemos a nuestro lado. Cada día tenemos menos tiempo para relacionarnos, para tener un “verdadero vínculo” con las personas: estar conectados con sus intereses, sus necesidades, sus sentimientos, etc.
En “El verdadero valor de Educar”, Fernando Savater menciona: “hay que nacer humano, pero sólo llegamos plenamente a serlo cuando los demás nos contagian su humanidad…” de forma acertada el autor destaca la importancia de llegar a ser humano al relacionarse con su sociedad, en este proceso es necesario tener en cuenta los cuatro pilares de la educación mencionados en el informe de la UNESCO “La educación encierra un tesoro”: “aprender a aprender”, “aprender a ser”, “aprender a hacer” y “aprender a convivir”. En la educación, estos cuatro pilares son las estructuras que rigen los procesos de aprendizaje, por lo tanto para la formación del ser humano es fundamental la relación con los demás.

La información y los contenidos, se encuentran por grandes cantidades en los medios de comunicación como internet, aprender a seleccionarlos según la pertinencia, la calidad y la finalidad, es el reto que tienen los docentes contemporáneos. Por ello es necesario fomentar espacios para potenciar el pensamiento crítico desde una dimensión axiológica. Además, es necesario estructurar las nuevas metodologías desde un pensamiento holístico, rescatando el valor de la convivencia, las relaciones humanas y velando porque nuestros estudiantes se construyan con un alto sentido del respeto a la dignidad humana; donde la vivencia de valores esté inmersa tanto en la vida escolar del niño como en su vida familiar y social; donde los espacios de formación del niño promuevan aprender en valores, hacer en valores, ser en valores y convivir en valores; y así, todo aprendizaje o conocimiento será escogido por ellos para beneficio de la sociedad.

La educación no debe estar ausente de las necesidades de los estudiantes, ellos traen consigo una historia que determina su actitud en el aula.

Las instituciones educativas no deben perder el norte de su propósito y de su razón de ser, pues ellas deben ser constructoras de paz, sana convivencia, de espacios de investigación, donde no sólo se promueva sino que además se defienda los derechos humanos, por ello, debe ser un lugar donde se fomente el pensamiento crítico; pero lo que observamos, con frecuencia, en muchos establecimientos, son niños y jóvenes que traen lo que vivencian en una sociedad violenta, por lo tanto les cuesta mantener una convivencia sana. Añadiendo a esto también está,- absorbido por los jóvenes y niños de nuestro país- el cáncer que corroe el futuro de muchos de ellos: la drogadicción, fruto de una sociedad donde se ha dado alas al narcotráfico, donde las políticas de prevención y consumo de estupefacientes son insuficientes, donde se requiere mayor inversión social por parte del estado y dar una lucha sin cuartel contra los índices de pobreza, que son los que le dan el crecimiento a esta problemática. En suma, toda este ambiente es el que vive el joven de hoy en día: desintegración familiar, pobreza, pocas o nulas posibilidades de acceso a la educación superior, violencia intrafamiliar, maltrato, abusos, entre otros; cómo pedirle a los estudiantes que no lleven esas vivencias a los colegios, si han sido su historia personal y lo viven a diario, si ellos se han construido en esa sociedad que brinda pocas alternativas, donde la educación solo es un derecho de papel y acceder a la educación superior en condiciones de pobreza es un reto enorme, teniendo en cuenta que estos jóvenes no cuentan en muchos casos con el apoyo de sus padres. La labor de los establecimientos educativos se torna de una responsabilidad mayúscula en la construcción del futuro de sus estudiantes y para muchos establecimientos y docentes se convierte su labor educativa en un verdadero apostolado.