LA EDUCACION EN EL SIGLO XXI

Actualmente, y tal vez como nunca antes, la sociedad está viviendo cambios críticos. Si bien es cierto se puede decir que “si hay algo que no cambia es que todo cambia”, lo que diferencia a estos tiempos es la velocidad con la que estos están ocurriendo, debido principalmente a la manera como los innovaciones tecnológicas están sucediendo y como están afectando nuestras vidas.
La escuela, inmersa en esta sociedad, no puede estar ajena a estas transformaciones, y más aún por tratarse de una sociedad en miniatura. La tecnología se ha incrustado en nuestros estudiantes, y está afectando nuestro rol docente y la forma como vemos la educación. Por ello, analizaremos este fenómeno básicamente bajo tres dimensiones, basándonos en los aportes de Dussel (2011), los cuales son: el concepto de aula, la transmisión cultural y la producción de saberes.
Como primer punto, y según la Real Academia Española (RAE), entendemos por aula la “sala donde se celebran las clases en los centros docentes”. Este concepto ya pude ser reemplazado, pues en la actualidad ya se habla de “aulas virtuales” entendidas como organización personalizada de la tecnología y los elementos instruccionales que guían la actividad de docentes y alumnos (García, 2008). Las clases ya no se imparten solamente en aulas cerradas, las fronteras han desaparecido gracias al avance de la tecnología y la conexión en red. Es de esperar que esta tendencia se masifique en unos años, y los docentes de colegio tenagmos que hacer uso de las mismas.
La redefinición de aula también implican las prácticas que cada vez se hacen más comunes por parte de los estudiantes, el uso de la tecnología celular dentro del aula, por ejemplo, fragmenta su atención y en el que los maestros tenemos la de perder. Esto obliga que el docente utilice una motivación transversal durante sus sesiones de aprendizaje, y la tecnología puede ser su más grande aliada, es decir tomar aquello que el estudiante utiliza, pero para el logro de nuestros objetivos educativos.
Asimismo, la transmisión cultural ha cambiado rotundamente. Si bien es cierto, como manifiesta Aparici (2013) las Instituciones Educativas (escuelas, institutos y universidades) son herederas de la tradición libresca ligadas a los saberes académicos institucionalizados, es decir se basa en la cultura impresa, la tecnología digital con su combinación de texto, imágenes y sonidos, así como su fácil acceso y amena presentación tiende a reemplazarla. Una prueba palpable de esto es que las bibliotecas escolares se han convertido en depósitos de libros, a los que los estudiantes (y maestros) no acuden cuando requieren de alguna información. Simplemente les fascina navegar por la red, en ella pueden buscar información de todo tipo, a través de los buscadores como Google (Urra 2011). Otro buscador muy utilizado es Youtube cuando de tutoriales se trata, o simplemente para buscar videos por diversión. Sin embargo, nuestro papel como maestros es desarrollar en nuestros estudiantes una visión crítica, una capacidad de discernimiento para que puedan sopesar la validez de tanta información.
Un último cambio a tomar en cuenta es la forma como se producen los conocimientos. La autoría individual está siendo reemplazada por una autoría colectiva, donde el requisito de producción no es la experticia, sino la predisposición de aportar a la construcción o restructuración de contenidos. La wikipedia es un ejemplo de este tipo “cultura participativa”, cuyo objetivo, como lo manifiesta Martinez (2012), es hacer llegar el conocimiento a todo el mundo de manera libre y gratuita; entendiendo el conocimiento como fruto del trabajo del conjunto de ciudadanos, que nunca puede darse por acabado. Justamente, y en virtud a esta característica, los contenidos allí expuestos pueden ser fácilmente manipulados, siendo esto un arma de doble filo.
Finalmente, los maestros debemos reflexionar sobre cuál será nuestro rol en esta sociedad del conocimiento, que papel vamos a desempeñar, teniendo en cuenta todos estos cambios tecnológicos y en los cuales nuestros estudiantes ya están inmersos. Mi punto de vista al respecto es que apuntemos a lo que Mark Prensky menciona como “sabiduría digital”, entendida como la capacidad de utilizar la tecnología pero de manera prudente. Nuestros jóvenes necesitan de esta sabiduría digital, y quien más que el maestro para conducirlo por ese camino; incluso con la posibilidad de ampliar nuestro accionar hacia los padres de familia, para que de manera conjunta apuntemos a una sociedad más responsable, justa e integradora.

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