Durante los primeros años de vida, el cerebro del niño experimenta un proceso de desarrollo
sumamente acelerado. La estimulación proveniente de su entorno desencadena cambios
significativos, y la configuración del cableado neuronal se optimiza cuando el niño se encuentra
inmerso en un ambiente rico en estímulos. En los dos primeros años de vida, la adquisición del
lenguaje ocurre de manera acelerada y profusa. Por lo tanto, la exposición constante a la lectura
en voz alta juega un papel crucial al expandir el vocabulario del niño, mejorar su comprensión de
la estructura de las oraciones y potenciar tanto su capacidad de comunicación verbal como no
verbal. Además, la lectura estimula el pensamiento crítico, la imaginación y la creatividad del niño.
A través de la exploración de cuentos, versos y fábulas, el niño se sumerge en diversos escenarios,
conoce distintos personajes y se enfrenta a variadas situaciones, lo que le permite desarrollar
habilidades para resolver problemas y comprender el entorno que le rodea. La lectura de cuentos
también fomenta la empatía y la comprensión emocional: al identificarse con los personajes y
comprender sus emociones, el niño aprende a expresar las suyas propias. En otras palabras, la
exposición temprana a la lectura sienta las bases para el desarrollo de habilidades de lectoescritura
en el futuro del niño, consolidando así un camino hacia un aprendizaje continuo y exitoso.
Es importante destacar que la animación a la lectura va más allá de la simple transmisión de
conocimientos; implica crear un espacio de encuentro y disfrute compartido entre niños y adultos,
donde se adentran en mundos imaginarios y se potencian habilidades cognitivas y emocionales
esenciales para su desarrollo integral.
Hilda Josefina Trelles Astudillo
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26 Jul
Hilda Josefina Trelles Astudillo
Me gustaría que comenten sobre la animación a la lectura en la primera infancia
26 Jul