Seguramente ya han escuchado o leído muchos homenajes a Paulo Freire, o tal vez ni siquiera sepan quien fue, entonces me tocara contarles o motivarlos para que investiguen o quieran interesarse en saber de este notable latinoamericano.

Mi encuentro con Paulo Freire tiene dos momentos, el primero fue ya hace unos cuantos años:

1979, caminaba por la plaza de los tribunales en la ciudad de Bs. As.  mirando en los puestos que vendían libros usados (hoy ya no están allí o al menos quedan muy  pocos), únicos lugares en tiempos de dictadura donde sé podía encontrar libros de autores contemporáneos ("prohibidos"),  encontré un libro  "La  educación como practica de la libertad",  lógicamente ya tenía una referencia del autor y ello motivo que lo adquiriera. Con un lenguaje filosófico, elevado y pedagógico que no entendía bien – estaba en 4 año del secundario “técnico”- trate de desmenuzar el contenido y de entender en aquel momento la propuesta de Paulo y aquel gran interrogante llamado “concientización”, palabra hoy usada por muchos, pero realmente bien entendida por pocos... la concientización es una toma de conciencia de la realidad llevada a un compromiso y acción política, entendida esta como una forma de actuar sobre la realidad, siempre en el marco de la búsqueda de la dignidad de las personas y el bien común, descartando toda posibilidad de extremismos de un lado y del otro, o visiones politiqueras, como el mismo dijera o nos diera a entender  "mi método es un método para desideologizar y fue utilizado como instrumento político para ideologizar..."  Es por ello tal vez, que sigue despertando rencores o ríspidas discusiones sus posturas... por último y para entender más a Paulo, su clara opción estaba en los pobres, los olvidados, los campesinos de Brasil y de nuestra América Latina toda...

En aquel momento sentí encontrar a quien expresaba con mucha claridad lo que mi ardiente juventud no conseguía expresar sino más que con dureza y hasta veces con soberbia. Luego vinieron otras lecturas y un mayor compromiso con esa metodología, creo que las posturas de Paulo y su método de trabajo influyo en nosotros y en muchas áreas, la comunicación, la educación, la lectura crítica de los medios, el análisis de la realidad, la metodología catequística y tantas otras cuestiones aun hoy sin resolver. Fue como una avalancha de cosas sobre una democracia que despertaba nuevamente en América Latina (1983).

El segundo momento fue durante el curso del Decos-Celam (Departamento de comunicación del Consejo Episcopal latinoamericano) en la Pontificia Universidad de Chile, una mañana al llegar al “campus” de nuestra facultad un cartel con la figura de Paulo Freire anunciaba un dialogo con él, volvía luego del exilio a Chile, ese mismo Chile que lo acogió y del que tuvo que escapar como un ladrón en la noche hacia Bolivia para luego terminar en Europa hasta la década del 80.

Al ver ese cartel comencé a vivir el milagro y el agradecimiento, poder finalmente estar cerca de aquel que uno leyó tantas veces y que tratamos otras tantas de lograr esa praxis en una coherencia infatigable que nunca acaba, como el mismo denominara durante su charla.

Fue algo mas para decir gracias, por ese momento en donde la casualidades se vuelve causalidades, ese experiencia (beca-Dialogo con Paulo) no solo me unió mas a Latinoamérica en la persona de cada uno de mis compañeros sino también la posibilidad de estar cerca de experiencias y personas que a uno le ayudaron a crecer y a entender esta realidad que vivimos en nuestra patria agrande.

Sus primeras palabras en aquel “dialogo con Paulo Freire”, fueron un ejemplo de humildad...

"hay cosas en las que ya no creo. Así que no sigan diciendo que yo les dije… porque entendí que me equivoque, pero hay otras cosas que no han cambiado y a las que no renunciare jamás…"

Así comenzó su charla sobre las virtudes del educador o lo haría extensivo a comunicadores, maestros, catequistas, periodistas, sacerdotes, religiosas, profesores, políticos, etc, etc.

Los invito a descubrir a Paulo Freire para entender mejor nuestra América, no como un todo, o un dios por él qué se resolverán los problemas mágicamente, sino como un principio para descubrir nuestra identidad y desde allí fortalecerla frente a culturas que pretenden invadirnos aun hoy a comienzos del tercer milenio.

Este es un humilde homenaje a quien pude estrechar su mano y sentir que me había amado, porque el amo primero a cada latinoamericano en la búsqueda de la dignidad a la que todos estamos llamados.

Daniel Sotelo