¿En qué mundo vivimos y para qué educamos?
La sociedad ha ido cambiando a un ritmo tan acelerado que cuando empezamos a adaptarnos a un cambio ya este ha tomado nuevas formas o simplemente no alcanzamos a percibirlo, tal vez porque estamos acostumbrados a vivir el día a día, conservar lo tradicional, así que enfrentarnos al mundo actual nos asusta y tratamos de negar su existencia tal como lo hacían los habitantes de la caverna de Platón.
Lo cierto es que el mundo no es el mismo pero algunos maestros hacemos de cuenta como si lo fuera, seguimos amoldados a las sombras que estamos acostumbrados a ver en nuestras cavernas. Pero el mundo es otro, vivimos en un mundo que está regido por la tecnología y la economía, que se mueve cada vez más rápido. Posiblemente, debido al ritmo de vida, el sistema ha tenido que cambiar para crear métodos y maneras de hacer las cosas en un menor tiempo: comida rápida, ejercicio en solo 15 minutos, jornadas, dormir de 4 a 6 horas diarias, etc.
Nos desenvolvemos en un lugar de desorden, caos, y agitación, con mucha información, anuncios, propagandas políticas, un mundo que funciona en la incertidumbre, cada día con mayores exigencias. Nuestra vida va tomando estás formas, se acelera al agitado ritmo de las ciudades. Así que hoy en día es casi imposible detenernos a pensar que está pasando en nuestro entorno y cómo todo esto que está pasando nos afecta en todos los sentidos. Cada quien corre por su vida sin detenerse a mirar al otro, el mundo cada vez más deshumanizado.
En ese medio inestable e incontrolado, saturado de información, con una gran cantidad de conocimientos en cada área del saber y con tal rapidez en el avance de la tecnología, que ya no es posible abarcar toda esa información, es el mundo en el que vivimos y para el que debemos educar.
El anticipo de la informática y las comunicaciones revolucionan día a día el mundo del trabajo, y también nuestra vida cotidiana. Es por esto que se requiere que la preparación de los estudiantes esté más vinculada al desarrollo de habilidades generales y de valores, que a la capacitación en una habilidad o dominio específico.
Los formadores de profesionales de hoy deben preocuparse por fomentar cualidades como la iniciativa, la creatividad, y en mayor medida la capacidad de adaptarse a los cambios y ser crítico para facilitar su adaptación a este nuevo entorno, que seguramente pronto cambiará.

“Nos detenemos en los nuevos parámetros de la comunicación. Hablamos de Internet, el nuevo medio que ofrece inauditas posibilidades de información y difusión; de cómo las nuevas tecnologías y la ciencia empiezan a transformar los estadios más elementales de la vida; de la innovación que se revela como la clave del desarrollo, la fuerza del ser humano en el nuevo sistema, para concluir que el dinamismo de la sociedad más que de la tecnología, depende de las personas. El “pienso luego produzco” de Castells, puede dar lugar a los cambios más determinantes en la historia de nuestras sociedades.”
“Hoy vivimos una nueva utopía, la que nadie se atrevió a imaginar: la comunicación multilateral, ubicua, libre, universal.
Mayte Pascual, En qué mundo vivimos, conversaciones con Manuel Castells, Alianza Editorial, 2006.
Enfrentamos la transformación de las ciudades, esta nueva sociedad de redes que deshace las clases, altera el tiempo y el espacio, devela la crisis de las usuales relaciones familiares, movimientos y grupos que están cambiando los códigos culturales.
La vertiente educativa de estos procesos, se expresa en nuevos modelos de aprender, determinados por las posibilidades de las nuevas tecnologías y el papel activo de los alumnos en las mismas.
La educación se enfrenta a una serie de desafíos, entre otros, el comprensible desfase entre las instituciones educativas y los vertiginosos avances del mundo digital, que no dan tregua a la asimilación y adaptación de los docentes y los centros escolares.

Bajo este contexto, es indispensable desarrollar y actualizar las competencias digitales de todos los miembros de la comunidad educativa, y en especial las de los educadores. No solo en la integración de las TIC en el aula, sino también en los modelos de enseñanza-aprendizaje, de tal manera que la innovación educativa sea una garantía. De igual manera debemos analizar como la dependencia a determinados productos tecnológicos afectan el proceso educativo y como estos son susceptibles de crear una brecha digital entre los que pueden acceder a ellos y los que no.

El momento actual supone una coyuntura diferente; puesto que no podemos «levantarnos» –así, sin más– para mejorar lo que ya existe. Necesitamos provocar una ruptura con respecto al estado de cosas anterior, es decir que necesitamos salir de la caverna y enfrentarnos a la luz del nuevo mundo.

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Bien, creo que hay una propuesta por construir en materia de educación.

Los maestros tenemos un gran reto impuesto por el nuevo mundo, hay que adelantarnos a su paso o al menos procurar ir a la par con las nuevas tendencias.Creo que si lo logramos lograremos también motivar a nuestros estudiantes con clases más novedosas para ellos.

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