La realidad por la que atraviesa el mundo de hoy nos conduce a reflexionar sobre el ser y quehacer de nuestra existencia, la cual día a día se ve expuesta a los cambios sociales, políticos, culturales y tecnológicos que revolucionan no sólo a la sociedad en general, sino también nuestro pensamiento y nuestro actuar. Por tal razón, todos los seres humanos sin excepción estamos llamados a pensar y repensar en la parte inicial del interrogante ¿En qué mundo vivimos?, ¿estamos preparados para afrontar los cambios y desafíos que se mencionaron anteriormente?. Sin duda alguna, se obtendrán diversas respuestas que variarán dependiendo del punto de vista de quien responda, a lo mejor algunos se centrarán en manifestar que vivimos en un mundo lleno de necesidades, confusión y desigualdad que impiden el normal desarrollo de las regiones y sus habitantes; dichas situaciones se pueden evidenciar claramente a través de los medios de comunicación, los cuales simbólicamente sirven como un espejo que refleja la cruda realidad del país desde las diferentes esferas.

Otros por su parte, se interesarán en resaltar que vivimos en un mundo lleno de oportunidades, que garantiza y facilita el acceso a la educación, un mundo en el cual nuestros hijos pueden aprender con la ayuda de la tecnología, sin obstáculos de tiempo o distancia. Y otros, los que tienen poder económico, posiblemente dirán que viven en un mundo donde no les falta ni les preocupa nada, que todo a su alrededor está bien y desde que ellos y sus seres queridos estén rodeados de abundancia y estabilidad, poco o nada les importa los problemas del mundo.

Ahora bien, teniendo en cuenta nuestro papel de educadores, es preciso retomar el interrogante ¿para qué mundo educamos?, sin embargo, este planteamiento se torna un tanto complejo de responder si se parte de la idea que el mundo está en constante transformación y que lo que hoy es importante abordar desde nuestra práctica pedagógica seguramente el día de mañana ya no tendrá la misma importancia. Por lo anterior, como educadores debemos ser partícipes de manera permanente de procesos de cualificación y actualización que nos permitan estar a la vanguardia de los cambios y desafíos del mundo actual, pensando siempre en las necesidades de aprendizaje del estudiante, involucrando en nuestras dinámicas el análisis de problemáticas o situaciones del entorno real. Porque no debemos desconocer, que las instituciones educativas aportan de manera significativa a la construcción de sentido y a la transformación social, y que mejor si tenemos en cuenta las necesidades y potencialidades de quienes son el complemento de nuestro quehacer.

Así mismo, es conveniente hablar de la importancia que tiene para estos procesos la participación de toda la comunidad educativa, quienes desde su rol específico y de manera coherente con los valores éticos, creencias, e ideologías aportan hacia la construcción de instituciones educativas activas, dinámicas y con responsabilidad social, abiertas a la transformación e innovación.

En este orden de ideas, los docentes no podemos perder de vista las exigencias del actual contexto educativo, que hoy más que nunca necesita de profesionales creativos, críticos, analíticos y con espíritu de cambio, de lo contrario estamos condenados a desaparecer; y como no queremos que eso suceda debemos empezar a incursionar en el uso y aplicación de técnicas y estrategias que permitan la generación de aprendizaje significativo, que saquen al estudiante de su zona de confort, para que se convierta en el protagonista de su crecimiento intelectual; por lo tanto, como educadores debemos procurar la cristalización de las siguientes acciones:

_ Brindar una educación que permita al estudiante aprender a aprender, desarrollando su curiosidad y deseo de construir conocimiento.

_ Proponer al estudiante el análisis, reflexión y resolución de problemas reales.
_ Motivar a pensar y trabajar de manera interdisciplinaria, con el fin de que el estudiante comprenda todas las dimensiones de los problemas o situaciones que se planteen.

- Propender por una educación centrada en el logro de competencias, que permita explorar y explotar no solo los conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes, sino también la capacidad de interacción con los demás.

La invitación es entonces a asumir nuestra labor desde una visión prospectiva y estratégica, a través de la cual encaminemos los procesos académicos y pedagógicos hacia el desarrollo y evaluación por competencias, diversificando los estilos de aprendizaje, impulsando a nuestros estudiantes a adoptar una postura crítica con responsabilidad social, de esta forma estaremos aportando con transparencia a la formación de profesionales integrales, capaces de enfrentar las tendencias que impone la sociedad actual, como resultado de la globalización que emerge de un mundo cambiante y dinámico que avanza hacia el progreso y el desarrollo sostenible de las regiones, y me atrevo a decir que en esto el papel de la educación es decisivo y fundamental.