El Doctor Daniel Flores Curiel, Doctor y Maestro en economía por Rice University, invita a responder esta pregunta, a propósito de su artículo titulado “LOS IMPUESTOS A LOS REFRESCOS: BUENAS INTENCIONES PERO POBRES RESULTADOS (en México)”, publicado en https://www.facebook.com/GestionesPublicas/?fref=ts. He aquí mi respuesta.
Por el momento podríamos pensar en dos políticas públicas que ayudarían a reducir la obesidad sin afectar los ingresos de los ciudadanos: a) un salario digno y b) una campaña permanente de educación para una vida saludable.

Gestionar un SALARIO DIGNO implica establecer mecanismos para hacer cumplir el derecho humano que toda persona trabajadora tiene, a recibir una remuneración equitativa y satisfactoria. Es decir, el derecho a un salario DIGNO; entendiendo por salario digno el que permite a la persona trabajadora satisfacer las necesidades básicas de sí misma y su familia. El salario que actualmente reciben los grupos clasificados como clase media y pobre, no es suficiente para adquirir una dieta nutritivamente equilibrada. En publicación encontrada en es.archive.maquilasolidarity.org se afirma que existe una variedad de técnicas disponibles en la actualidad para hacer al menos una estimación razonable del nivel en el que debería estar un salario digno; por ejemplo, utilizando la "línea de pobreza" el "índice de poder adquisitivo", el llamado enfoque de la "canasta de mercado", o una combinación de estos métodos.

En este sentido, en la página de “El poder del consumidor .org” se hace referencia a los estatutos de la ONU, donde se establece que un salario digno es un derecho humano. En el artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, especialmente en los incisos dos y tres, referentes a la compensación igualitaria y la remuneración justa, se afirma: 1.Toda persona tiene derecho al trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección del desempeño.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. 3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, a ella y a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.

Respecto a la segunda propuesta de política pública para reducir la obesidad, cabe mencionar que su implementación efectiva depende de la primera. Aquí, es indispensable hacer las gestiones pertinentes para que, no solo las escuelas, sino los medios de comunicación asuman la responsabilidad de promover conductas y hábitos que favorezcan una vida saludable (higiene, el cuidado corporal, la actividad física, la preocupación por el medio ambiente, LA ALIMENTACIÓN).

El ritmo de vida agitado de hoy en día, hace que no le prestemos la atención que merece nuestra alimentación. Como docente puedo atestiguar que muchos jóvenes llegan cada mañana a la escuela sin desayunar y luego a la hora del recreo se alimentan de manera poco o nada saludable (papas fritas, golosinas, bebidas azucaradas y gaseosas, dulces…).

Aprender a alimentarnos implica desarrollar hábitos alimenticios y de salud adecuados. Por ejemplo, hacer entre cuatro y cinco comidas al día, empezando por un desayuno completo y variado que nos aporte los nutrientes y vitaminas necesarias para comenzar el día con energía, beber agua y líquidos bajos en azúcares y no ingerir sustancias nocivas para nuestra salud (como fumar). Pero, si no tenemos un SALARIO DIGNO, ¿será esto posible?

María Fidelia Luna Robles