Entrevista a René Kaës

Ezequiel A. Jaroslavsky


Ezequiel A Jaroslavsky:

¿Podría contarnos acerca de su trayectoria científica?

¿Su vínculo con el CEFFRAP[1], con Didier Anzieu y con el Cuarto Grupo (Quatrième Groupe) fundado por Piera Aulagnier?

René Kaës:

Hice mis estudios de psicología en la Universidad de Estrasburgo, donde tuve la suerte de conocer a Didier Anzieu, quien fue mi profesor y luego de algunos años se volvió mi amigo y colega. La Universidad de Estrasburgo contaba entonces entre sus profesores a filósofos de gran envergadura como Paul Ricoeur y Georges Gusdorf con los cuales seguí cursos; también cursé estudios de sociología. En esta universidad obtuve mi Licenciatura y mi Diploma de estudios superiores en psicología. Encontré rápidamente un puesto de profesor adjunto en la universidad, en la Facultad de Ciencias Económicas de Estrasburgo, en un instituto que acababa de ser fundado por el profesor Marcel David para la formación de los cuadros superiores del movimiento obrero sindical. Este Instituto del Trabajo tenía una sección de investigación, para la cual fui contratado con el objetivo de desarrollar una investigación. Tenía también a mi cargo la enseñanza de la psicología y de la psicología social; tuve que aprender también un poco de economía y de historia social.

Estaba muy feliz con esta apertura y trabajé en el Instituto del Trabajo desde 1958 hasta 1963, salvo una interrupción para hacer mi servicio militar.

La investigación que me había sido confiada tenía por tema las representaciones de la cultura, la educación y la actividad recreativa de los obreros franceses. Trabajé con el método de un cuestionario y de entrevistas no dirigidas, luego introduje las discusiones en grupo, pues pensaba que para alcanzar los niveles sociales de las representaciones, había que poner en funcionamiento un dispositivo, que ponga de manifiesto un proceso interactivo, en el cual los organizadores psíquicos y sociales de las representaciones pudieran emerger. Pero, si lo social no se reduce a una suma de representaciones individuales, tampoco se lo puede captar con el dispositivo de grupo, aunque este método sea más exacto que el de las entrevistas individuales. Posteriormente continué mi investigación trabajando sobre la prensa sindical y las instituciones sindicales desde el fin del siglo XIX hasta la época en que realizaba mi investigación, en los comienzos de los años 1960. En este trabajo tuve la ayuda de historiadores y sociólogos.

Es a partir de esas investigaciones que nació mi Tesis de Doctorado en Psicología, que redacté bajo la dirección de Serge Moscovici y de Didier Anzieu.

Luego de este período en el Instituto de Trabajo me acerqué a la psicología clínica y acepté un puesto en la Universidad de Aix-en-Provence, donde fundé el Laboratorio de Psicología Clínica y Psicopatología. Comencé mi primer análisis y me aproximé a Didier Anzieu, que acababa de fundar el Ceffrap. En Aix-en-Provence con Didier Anzieu hemos conducido entre 1965 y 1966 los primeros dos grupos organizados bajo las reglas del método psicoanalítico. En Aix-en-Provence puse en marcha lo esencial de mis investigaciones que derivaron en mi tesis de Doctorado de Estado en Letras y ciencias humanas, defendida en 1974 y publicada algunos años mas tarde en tres volúmenes: El aparato psíquico grupal. Construcciones de un grupo[2](1976), Crónica de un grupo: observación y presentación del grupo del «Paraíso perdido»[3](1976), La ideología, estudio psicoanalítico[4] (1980). Estas dos primeras experiencias fueron el punto de partida de un largo trabajo de elaboración, de cuestionamiento sobre el dispositivo que nosotros pusimos en práctica, sobre aquello que nosotros deseamos conocer, sobre los problemas éticos que generaban la propuesta de asociar libremente en grupo. Este grupo fue para Didier Anzieu la base de su artículo sobre la ilusión grupal, y para mí fue la matriz de mi modelo del aparato psíquico grupal. Descubrí en esta ocasión que una alianza inconsciente es necesaria para que el grupo se forme. Tuve también la intuición que los grupos internos – los denominaba entonces grupos “de adentro” – son los organizadores inconscientes del proceso de acoplamiento de las psiquis.

Posteriormente me retiré de la universidad de Aix-en-Provence para ir a la Universidad de Lyon (1981-1996), donde tuve la posibilidad de crear un Centro de Investigaciones que comprendía una sección de trabajo sobre las relaciones entre la subjetividad y la intersubjetividad en los grupos, las familias y las instituciones. Durante este período desarrollé y publiqué la mayor parte de los conceptos provenientes del modelo del aparato psíquico grupal, poniendo más el acento sobre las articulaciones ya esbozadas en el periodo aixoise (en la Universidad de Aix-en-Provence) entre el espacio intrapsíquico del sujeto, el espacio del grupo y el de la institución.

En la universidad tenia una herramienta de trabajo, que en el lenguaje académico se denomina laboratorio; en cambio en el Ceffrap encontré otra cosa: Participé en un “elaboratorio”, un lugar de trabajo psíquico dotado de una dinámica muy particular, aquella de un pequeño grupo de 12 a 15 psicoanalistas convocados por Anzieu para tratar de comprender, con la doble experiencia del diván y del grupo, la manera de como nosotros estamos determinados por el inconsciente. En el momento de su creación en 1962, el Ceffrap reunía, a varios psicoanalistas, psicólogos y médicos. Después de algunos años se encaminó hacia el psicoanálisis y a partir de fines de los años 1960 estaba constituido solamente por psicoanalistas.

René Kaës

El Ceffrap ha sido para mí una experiencia decisiva, compartida con otros colegas en la práctica del grupo y de la institución: la experiencia de estas prácticas está atravesada, animada o paralizada por los efectos del inconsciente y ella organiza nuestra vida psíquica. El Ceffrap no es solamente una asociación de practicantes, no es solamente un lugar de trabajo de teorización de los procesos de grupo. Es el lugar de una experiencia de trabajo permanente sobre nuestra función de psicoanalistas cuando trabajamos en grupo, con el grupo. Desde hace 47 años nuestro grupo se reúne todos los meses para hablar de nuestra clínica, de nuestras “intertransferencias”, de nuestra institución, de las cuestiones teóricas y metodológicas con las cuales nos encontramos. Tenemos también anualmente jornadas internas de estudios; Didier Anzieu decía convencido que sólo un grupo puede analizar y comprender un grupo, con la condición de que este grupo se proponga trabajar sobre sus propios funcionamientos, sobre sus propias elaboraciones y sobre sus propios impasses.

Mi recorrido en las instituciones psicoanalíticas ha estado ligado a mi compromiso con las investigaciones sobre los grupos. En Francia en los años 1960 era mal visto por las instituciones psicoanalíticas que uno se interesara por el grupo, era considerado una resistencia a la cura[5]. Trabajé en mi formación como psicoanalista y practiqué el trabajo psicoanalítico con el método del diván y con el método del grupo pero de esta última práctica no debía hablar en las instituciones psicoanalíticas.

El mismo Anzieu sufrió fuertes críticas hasta mediados de la década del 70, sin embargo Anzieu tenía una posición en el establishment que yo no tenía pues él era conocido y respetado por sus trabajos sobre el sueño, el autoanálisis y el Yo-piel. Por lo que a mí concierne, sostenía ideas que escandalizaban aún más al medio psicoanalítico. En lo esencial avanzaba con la idea de que la realidad psíquica se desarrolla de una manera específica y consistente en los grupos, ella está organizada según el modelo del aparato psíquico, es decir liga y transforma la materia psíquica en sus propias configuraciones; esta realidad psíquica extra-tópica produce efectos sobre la formación del inconsciente del sujeto, y finalmente que el inconsciente no puede estar totalmente contenido en el espacio psíquico individual. Ningunas de estas propuestas podían ser sostenidas y discutidas públicamente en una asociación psicoanalítica, salvo con algunos psicoanalistas abiertos a estas cuestiones. Los psicoanalistas con los cuales mantenía relaciones de intercambio pertenecían a diversos medios del movimiento psicoanalítico tanto en Francia como en otros países.

Fue en el Cuarto Grupo fundado en 1969[6] que encontré interlocutores atentos y entusiasmados, algunos eran miembros del Ceffrap. Establecí relaciones de intercambio con Micheline Enriquez, Piera Aulagnier, participé de la vida científica del Cuarto Grupo pero no me interesé en ocupar un lugar y una función en esta institución pues pensé que habría sido un obstáculo a mi libertad de investigación. Sin embargo, la paradoja es que esta institución está organizada, en sus principios y en sus procesos de formación y de investigación, sobre las bases que me parecen estar próximas a las investigaciones psicoanalíticas a las cuales he contribuido.

El Cuarto Grupo fue la primera organización psicoanalítica que puso en discusión en 1966, en una jornada de estudio, mis investigaciones sobre el grupo y el sujeto del grupo. Posteriormente otras sociedades psicoanalíticas abrieron sus puertas para que mis trabajos puedan ser expuestos a un debate. Pienso que esta trayectoria atípica es el precio que he querido pagar para conservar una cierta libertad de investigación, pero tratando de no quedar marginado en una postura de outsider. La cuestión del grupo es una cuestión irritante si uno se ubica desde el punto de vista en que la práctica de la cura individual supone un cierto recorte de la realidad psíquica en los límites del espacio del sujeto individual. Por otra parte es debido a esta condición que los primeros descubrimientos del psicoanálisis han podido ser realizados, y que el tratamiento –“inaccesible de otra manera”, menciona Freud – de los sufrimientos psíquicos del sujeto pudo ser llevado a cabo. El grupo nos hace saber que somos sujetos del inconsciente según un otro orden de determinación que aquel que rige los procesos intrapsiquicos. Esto último es una cuestión difícil de integrar a una concepción del funcionamiento psíquico fundada esencialmente en la práctica de la cura individual. Pero el grupo revela también los funcionamientos intersubjetivos y transubjetivos que nos conciernen a cada uno en nuestra relación con la institución psicoanalítica, aquello que hemos heredado del grupo formado por los primeros psicoanalistas, y que nosotros transmitimos sin haberlo pensado. La resistencia no es solamente epistemológica, es también institucional, sostenida por todos lados por esta herida narcisista que nosotros experimentamos al descubrir que somos sujetos del grupo.

Ezequiel A. Jaroslavsky:

¿Desde su punto de vista, qué importancia tienen los desarrollos teóricos acerca del Vínculo Primario (madre/bebé) concebidos por S. Freud, M. Klein, W. Bion, J. Bleger, y Piera Aulagnier entre otros, para comprender y entender el Vínculo entre los Sujetos?. (Vínculo de pareja, familia, grupo primario, secundario, etc.)

René Kaës:

Estos desarrollos teóricos son indispensables en la investigación sobre aquello que Marcos Bernard denominó configuraciones vinculares Los conceptos de identificación y de apuntalamiento en Freud; de identificación proyectiva en Melanie Klein; de espacio y de objeto transicional en Donald Winnicott; de depósito-depositante-depositario, núcleo aglutinado y sociabilidad sincrética en José Bleger; de portavoz, co-represión y contrato narcisista en Piera Aulagnier son conceptos sin los cuales no podríamos pensar el vínculo primario entre los sujetos. A esta “lista” hay que incluir el aporte de Jacques Lacan sobre la intersubjetividad y la cuestión del otro, particularmente como lo expone en su concepción de los complejos familiares; habría por supuesto muchas contribuciones importantes para recordar pero merecería otro desarrollo.

Las cuestiones que plantean estos conceptos, desde el punto de vista de nuestro interés por las configuraciones del vínculo nos muestran muy bien la solidaridad del método, de la clínica y de la construcción teórica. Estos conceptos han sido construidos con pertinencia en el encuadre de un método esencialmente centrado en el sujeto individual, inclusive en el caso de las observaciones y de las psicoterapias de las relaciones precoces madre-bebé. Estos conceptos toman en consideración la relación del sujeto singular con los primeros objetos que constituyen su entorno psíquico. Están centrados en la relación del sujeto con el otro, con sus objetos primarios, y no en el vínculo mismo en tanto tal.

Ahora bien el vínculo no es una suma de relaciones de objeto (comparto este punto de vista desde hace largo tiempo con Janine Puget e Isidoro Berenstein). Y el concepto de interacción, además del hecho que describe sobre todo comportamientos, está todavía ubicado en un psicoanálisis centrado en el sujeto en sus relaciones con un otro (o más de un otro) y no sobre la consistencia del inconsciente y de sus efectos en el vínculo en un espacio inter- y transubjetivo. Tomemos un ejemplo para mostrar la diferencia que propongo establecer entre estos conceptos y otro concepto psicoanalítico que está en condición de dar cuenta de una formación psíquica. He propuesto denominar alianzas inconscientes a las formaciones psíquicas comunes y compartidas que se anudan en la conjunción de las relaciones inconscientes que mantienen los sujetos de un vínculo entre sí y con el conjunto al cual están ligados, siendo ellos a la vez parte integrante y también parte constituyente. Una de sus características generales es garantizar una acción común y un interés común y alcanzar por ese medio un objetivo preciso que no podría ser alcanzado por el sujeto en forma aislada.

Según esta perspectiva la alianza es a la vez un proceso y un medio de cumplimiento de fines inconscientes. Estos fines buscan asegurar las investiduras vitales para el mantenimiento del vínculo y la existencia de sus miembros, ellos exigen entonces una reciprocidad y una comunidad de investiduras narcisísticas y objetales; también buscan constituir una reciprocidad y una comunidad de mecanismos de defensa para tratar las diversas modalidades de lo negativo en la vida psíquica individual y colectiva. Las alianzas inconscientes se inscriben así en dos espacios psíquicos: aquel del inconsciente del sujeto y aquel del inconsciente en el vínculo con otro o más de un otro. Describo de esta manera las alianzas de base, como el contrato narcisista; las alianzas estructurantes como el contrato de renunciamiento a la realización directa de los fines pulsionales; las alianzas defensivas como el pacto negativo y la denegación en común – algunas de estas últimas pueden tomar una dimensión patológica, como el pacto perverso.

No se trata aquí solamente de tratar el efecto de una alianza sobre un sujeto – nosotros mantenemos este objetivo – pero primero tratamos de comprender la génesis y la función de las alianzas en el vínculo, de comprender que ellas son inconscientes por el efecto del vínculo, y que ellas producen inconsciente; nos encontramos entonces frente a otra metapsicología.

Ezequiel A. Jaroslavsky:

¿Usted desarrolló a partir de 1976 el concepto de Aparato Psíquico Grupal para explicar los fenómenos inconscientes grupales, (concibiéndolo como un Aparato de Transformación), qué nos puede decir acerca de esto?

René Kaës:

Pienso que he construido un modelo general cuyo trabajo psicoanalítico en una situación grupal es la base clínica principal, pero no única, y que este modelo comporta un conjunto de conceptos que son progresivamente desarrollados, concomitantemente como implicaciones de este modelo en la investigación teórico-clínica y bajo el efecto de la clínica. Acabo de dar el ejemplo de las alianzas inconscientes: tenía la idea intuitiva de estas alianzas en los años 1970-74, pero sólo desarrollé este concepto unos años más tarde.

Las nociones que he utilizado se refieren a uno de los modelos freudianos del aparato psíquico. Freud concibió la psique como una materia sometida a un trabajo de transformación, que se diferencia en sistemas o instancias. La función principal de este aparato es ligar la materia psíquica y de transformarla gracias a los procesos y los mecanismos cuyas acciones él nombra y describe. Esta noción le permite comprender la psique como una estructura cuyos elementos, lugares (su tópica), economía, dinámica y génesis pueden ser concebidos en su especificidad y en sus relaciones bajo el efecto del inconsciente, en un espacio delimitado como el de la psique individual. Freud sin embargo postula ya en 1912 una psique de grupo, pero este postulado queda como una especulación ya que no está en condiciones de ponerlo a prueba con un método empírico riguroso, análogo a aquel que se puso a prueba con la cura individual; me he explayado varias veces sobre este punto. Quisiera insistir sobre la cualidad del modelo del aparato psíquico: no es un observable, pero es una representación destinada a reunir las propuestas capaces de sostener la inteligibilidad de un objeto o de un conjunto de objetos. Freud mencionó que el aparato psíquico es una ficción eficaz, esto es una excelente definición de lo que es un modelo.

El grupo puede ser concebido como un aparato psíquico que funciona en otro espacio que aquel del sujeto singular, en ese espacio en el cual los sujetos se reúnen y donde se ligan entre ellos, se juntan, se diferencian, se oponen, se desligan, etc. En sus relaciones, por sus alianzas ellos producen la realidad psíquica (una “psique” de grupo) que es el resultado del trabajo de transformación de la materia psíquica de los sujetos que se ligan entre ellos; y esta realidad – aunque está hecha de la misma materia – no está organizada como la de la psique individual, no tiene las mismas tópicas, la misma economía, la misma dinámica. No podemos entonces concebir el aparato psíquico grupal como una simple extrapolación de los procesos y de las formaciones del espacio interno en el espacio del grupo.

Para asegurar la inteligibilidad de estos pasajes en doble sentido entre las psiques “individuales” y la psique de grupo, hubo entonces que identificar aquellos procesos que son activos. Yo disponía de estos conceptos que hemos mencionado anteriormente, y de otros que provenían todavía de la teoría del psicoanálisis fundado en la cura individual. Sin embargo como ya lo he dicho, estos conceptos no eran suficientes para dar cuenta de los procesos plurisubjetivos y de sus arreglos – o acoplamientos. He dirigido entonces mis investigaciones con la idea de que los organizadores psíquicos serian comunes a todos los sujetos cuando ellos se ligan, en el momento en que se agrupan. Podríamos mencionar como equivalente a organizador la noción de una estructura dinámica, movilizadora de movimientos psíquicos de alta intensidad. He forjado a fines de los años 1960 la expresión de “grupos de adentro”, posteriormente de “grupo interno” para designar estos organizadores estructurales. Debo señalar que he concebido esta noción sin conocer los trabajos de Enrique Pichon Rivière, aunque nuestras concepciones difieren en puntos importantes, los cuales he explicado más de una vez. Para expresarlo brevemente pongo el acento en el carácter estructural de estos grupos internos, por el hecho de que en lo esencial ellos son una organización de la materia psíquica en sí misma y no solamente una introyección de los vínculos familiares.

Estos grupos internos son los organizadores movilizados en el proceso de acoplamiento grupal: ellos son ligados y transformados por el trabajo psíquico que se efectúa en el grupo. Ciertos sujetos son el principal agente de este trabajo en los grupos, ocupan un lugar y una función remarcable, análoga a la del síntoma en la organización intrapsiquica. Estas funciones las he designado bajo el término de funciones fóricas (portavoz, porta síntoma, porta ideales, porta sueño, etc.; también tengo aquí una concepción diferente de aquella que propuso Pichon-Rivière con el concepto de portavoz). Como no puedo desarrollar aquí el conjunto de mi teoría, desearía solamente subrayar dos cosas: la primera es que este modelo no me satisface en el siguiente punto que un riesgo inherente a toda concepción de la psique, a partir del momento que es pensada en términos de aparato, es volvernos ingenieros de la psique. Ante esta dificultad y este riesgo he vuelto a retrabajar mi modelo en el curso de los años 1980 para introducir más directamente en él, la cuestión del sujeto, de la subjetividad y de la subjetivación en el contexto de los vínculos. Todo esto me llevó a pensar de una manera diferente la metapsicología del sujeto y de la intersubjetividad; a tratar de concebir, de una manera más precisa un sujeto en la intersubjetividad, un sujeto en el cual el sujetamiento es doble, ya que debe a la vez satisfacer a las exigencias de las pulsiones, de sus deseos y aquellas que le imponen las alianzas inconscientes y que él también se impone como sujeto de estas alianzas.

Por lo tanto no he renunciado a lo esencial de mi modelo del aparato psíquico grupal, por el contrario mantiene en mí y en otros colegas una matriz de cuestiones y de investigaciones.

Ezequiel A. Jaroslavsky:

Marcos Bernard basado en sus hipótesis acerca del Aparato Psíquico Grupal, plantea extenderlo a todo vínculo humano denominándolo Aparato Psíquico Vincular, ¿cómo piensa esta propuesta y qué nos podría decir al respecto?

René Kaës:

Su pregunta me parece apropiada. Ruffiot ha utilizado en sus investigaciones el modelo del aparato psíquico grupal para aplicarlo a la familia y a la pareja; otros lo han utilizado para trabajar sobre la conformación de los vínculos y de las instancias de la realidad psíquica en las instituciones, como los equipos de cuidados médicos que tienen otros fines. Había propuesto esta extensión en 1976, pero agregándole la necesidad de tratar cada configuración del vínculo según su especificidad, y según su modo específico de acoplamiento (appareillage). Pienso que era también una preocupación que compartíamos con Marcos Bernard. Marcos ha sido un amigo muy querido y un notable lector de mis trabajos, él ha contribuido a hacerlos conocer en la Argentina y en el Uruguay, y también los de la “Escuela Francesa”.

A partir del momento en que busqué una extensión del modelo inicial he utilizado también este concepto, más abarcativo, del aparato psíquico vincular. Pero, si por un lado hemos avanzado en la construcción de una hipótesis psicoanalítica sobre la consistencia del vínculo, en tanto que lugar de una realidad específica, por el contrario no hemos avanzado mucho en el estudio comparativo de las modalidades de funcionamiento del aparato psíquico vincular en las diferentes configuraciones del vínculo. Una de esas dificultades reside, desde mi punto de vista, en el hecho, que ya lo había señalado con el aparato psíquico grupal, al diferenciar los organizadores psíquicos inconscientes y los organizadores socioculturales del grupo. No sabemos todavía articular bien, con precisión y rigor estos dos tipos de organizadores. Nos referimos frecuentemente al “contexto social y cultural” pero no disponemos todavía de conceptos útiles y eficaces para describir y comprender como se anudan y se diferencian, en las distintas configuraciones de los vínculos, estos niveles heterogéneos de la realidad.

Hay sin duda diferentes vías de acceso para tratar de ubicar el problema. En el curso de estos últimos años, he intentado aproximarme a ésta articulación proponiendo un hilo conductor en estos niveles diferentes: he pensado entonces, especialmente a propósito de las alianzas inconscientes, que las nociones de garante y de función meta podrían aportar algunas hipótesis no reductoras. He terminado una obra sobre “Las Alianzas Inconscientes”[7], pero pienso que habrá que retomar la cuestión en forma más especifica. Una de las cuestiones que obstaculizan es el método. Al pasar del diván al grupo, hemos creado un método de investigación y de tratamiento de la realidad psíquica, inaccesible para las prácticas habituales centradas en el individuo. En efecto las formaciones psíquicas que especifica laGruppenpsyche[8], no son accesibles salvo por un dispositivo ad hoc.

A partir del momento en que hemos podido construir y utilizar el método de investigación (de la realidad psíquica en el grupo) hemos podido prestar atención y observar formaciones y procesos que podíamos experimentar y comprender. Hemos podido tener también una mirada crítica sobre las magníficas especulaciones freudianas a propósito de los grupos y de las instituciones. Pero no disponemos de algo similar cuando trabajamos en el nivel social, aunque esto no quiere decir que no hay nada.

Pienso que sería bueno proceder con una doble investigación: un estudio diferencial de las configuraciones del vínculo para poner a prueba lo que nos enseña el modelo del aparato psíquico del vínculo, tal como es pensado en la actualidad; otro trabajo es proponer una metodología y un modelo para pensar las articulaciones entre el campo de la realidad psíquica y el de la realidad social. Este trabajo pasa por un estudio epistemológico crítico de los modelos que han sido ya propuestos. Pero también transita por estudios clínicos que no se limiten a colocar conceptos, que como el gorro de dormir y los harapos de la ropa de cama (robe de chambre) del filósofo, del cual habla Heine, servirían para “tapar los agujeros del edificio del mundo” y de nuestra ignorancia.

Ezequiel A. Jaroslavsky:

¿Usted ha trabajado la Transmisión Psíquica Transgeneracional, Intergeneracional e Intragrupal en diversos textos, entre ellos: La Transmisión de la vida psíquica entre las Generaciones; su Rapport La Transmisión Psichique Intergénérationnelle et Intragroupale desarrollado en el Centre de Recherches Cliniques sur les Formations Intermédiaires de la Université Lyon II etc. ¿qué nos podría decir al respecto?

René Kaës:

Contesto con interés esta pregunta pues tiene que ver con una de mis preocupaciones centrales. He comenzado a trabajar desde muy cerca la cuestión de la transmisión de la vida psíquica entre y a través de las generaciones a partir de los comienzos de los años 80. Este interés está sin duda ligado a mis inquietudes y preguntas de esa época de mi vida sobre aquello que uno recibe de los que nos han precedido y sobre lo que nosotros transmitimos a nuestros hijos. Estas son preguntas que surgen en el momento cuando la crisis de la mitad de la vida entra en resonancia con la adolescencia de nuestros hijos y la muerte de nuestros progenitores. Lo que ocurre en ese momento es que escuchamos de otra manera a nuestros pacientes pues nos volvemos sensibles justamente a estas cuestiones que estamos elaborando en este momento.

Hay otros factores que entran en juego; hay trabajos que mencionan estas cuestiones, por ejemplo los de Nicolás Abraham y M. Torok sobre el fantasma (fantôme) y la cripta, o aquellos de J. Guyotat sobre la filiación psicótica.

El trabajo psicoanalítico con los grupos y las familias me aporta otras dimensiones que aquella de la clínica de la cura individual. El psicoanalista participa según su método específico en la transferencia de contenidos, en los procesos de transmisión psíquica entre y a través de las generaciones.

Según mi costumbre comencé por trabajar la génesis del concepto de transmisión, su construcción en el pensamiento de Freud, sus desarrollos, y en las consecuencias que tal o cual propuesta conlleva en cuanto a la concepción del inconsciente, del sujeto, y del vínculo. He reunido en mi laboratorio de la Universidad de Lyon a varios colegas, estudiantes de Doctorado y practicantes (A. Ruffiot, E. Granjon, F. André-Fustier, F. Aubertel,…) y les he ofrecido efectuar una investigación, a llevar a cabo en sus propios campos de trabajo, a partir de algunas hipótesis que les había propuesto. Al cabo de cuatro años, en 1985, el estudio al cual usted hace alusión con su pregunta fue publicado[9]. Luego trabajé más precisamente sobre las cuestiones de la filiación y afiliación[10]. Ulteriormente reuní los trabajos de H. Faimberg, M. Enríquez, J.- Baranes y los he publicado junto con dos capítulos de mi autoría en 1993 en la Editorial Dunod[11]

En mis investigaciones intenté poner de relieve la fantasmática que organiza los contenidos y los procesos de la transmisión. Este punto de vista había sido velado por la primacía acordada a la realidad del trauma como organizador de los núcleos no elaborados de este. He distinguido entonces transmisiones sin transformación y transmisiones con transformación. Volver a la fantasía, era volver sobre la diferencia entre el impacto de lo real y la psicogénesis de la transmisión. Me ocupé principalmente también de la metodología del abordaje de los procesos y de las formaciones psíquicas, intrapsiquicas, intersubjetivas y transubjetivas de la transmisión. La cuestión era la siguiente: ¿Qué es lo que permiten conocer y trabajar los dispositivos, en particular en los grupos, el psicodrama, las terapias familiares, la intervención y el análisis institucional,… y a qué no tienen acceso? Es una cuestión que me ha interesado mucho, porque no podemos ignorar la construcción de nuestra epistemología con las obligaciones y las posibilidades del método.

A fines de los años 1980, le presté una atención creciente a las alianzas inconscientes, en la medida en que ellas constituyen la materia principal de la realidad psíquica del vínculo y de sus configuraciones. Esta atención se sustenta y da un contenido preciso a las concepciones que he elaborado a propósito del sujeto del inconsciente en tanto que sujeto del vínculo, es decir como heredero, beneficiario y servidor de los vínculos de transmisión en los cuales él se forma.

Correlativamente la problemática de la intersubjetividad, desde mi punto de vista, es esencialmente aquella que se forma en las alianzas inconscientes.

He introducido otra dimensión en estas investigaciones, aquella de los garantes metapsíquicos y metasociales de los procesos y de las formaciones psíquicas. Por ejemplo las alianzas inconscientes, en la medida de que ellas son formaciones inter- y transubjetivas, están en posición meta con respecto a las formaciones intrapsíquicas, como la represión o la denegación, o el narcisismo y el Yo. Esto es así para el contrato narcisista y el pacto negativo. Pienso que los mitos y las creencias colectivas, las estructuras legitimadoras del poder están analógicamente en una posición meta, con respecto a las organizaciones sociales (las instituciones por ejemplo), y en relación con los garantes metapsíquicos. Este modelo está organizado y encastrado y tiende hacia equilibrios provisorios, no es estable y tiende a crisis periódicas.

Podemos comprender con este modelo como se producen las crisis en los procesos y los contenidos de la transmisión: no solamente a nivel consciente y voluntario (¿qué transmitir?) sino también a un nivel inconsciente, y que tiene que ver con la formación del inconsciente

¿Qué conflictos psíquicos se conforman a partir de las alianzas insuficientemente estructurantes o demasiado defensivas? Es sin duda una cuestión que atraviesa las formas modernas del Malestar en la Cultura, pero podemos también observar los efectos en una institución cuando se produce un cambio que toca a sus orígenes. Es lo que he intentado analizar en una obra reciente sobre la herencia en la institución. Nos vemos confrontados a la o (las) crisis de la transmisión y a una o (unas) transmisiones de la crisis. Lo vivenciamos a menudo como una catástrofe, pero es también lo que acompaña a los grandes cambios. La participación de la actividad fantasmática es crucial, para dar forma a la angustia que acompaña a los cambios, o para hacer emerger escenarios hasta entonces inaccesibles.

Ezequiel A. Jaroslavsky:

Usted ha mencionado que ha finalizado de escribir un libro sobre las Alianzas Inconscientes, tema que ha desarrollado anteriormente en diversos textos. ¿De este último texto que hay algún aspecto o tópico que le gustaría desarrollar en esta entrevista?

René Kaës:

El libro acaba de aparecer bajo ese titulo[12] en el mes de abril de 2009 en la editorial Dunod. Retomo y desarrollo las propuestas que había comenzado a formular a mediados de la década del 80, y que he corregido, completado y puse a prueba a partir de esa fecha. La obra propone una puesta en perspectiva más amplia en el campo de la antropología y de las ciencias sociales de la problemática de la alianza con el fin de poner en relieve lo que es específico para el psicoanálisis, las alianzas inconscientes. Desarrollo la idea que ellas son en lo esencial la materia y los procesos de la realidad psíquica del vínculo y que contribuyen a organizar el inconsciente del sujeto, al que hemos conocido por el método del diván.

Entre los puntos de vista que profundizo en ese libro, retengo tres: el primero concierne al efecto de las alianzas inconscientes en el espacio psicoanalítico. Defino el espacio psicoanalítico, siguiendo a S. Viderman, como aquel que se constituye en los movimientos correlativos de la transferencia y de la contratransferencia en la situación psicoanalítica. Este espacio está construido por el trabajo psicoanalítico y con este fin es necesario que esté dotado de un encuadre que delimite un adentro y un afuera; siendo el encuadre una condición necesaria para que los movimientos transfero-contratransferenciales puedan ser objeto de un reconocimiento, de un análisis y de una desligazón. Pero definir un encuadre, es también designar un límite. Analista y analizando estamos entonces, en las fronteras mismas en las cuales es posible una transgresión, que es probable, cuando el espacio transfero-contratransferencial pierde su función propiamente psicoanalítica.

El espacio psicoanalítico es fundamentalmente aquel de la situación psicoanalítica, pero tiene una frontera con el espacio de la institución psicoanalítica. Este espacio está instituido por la transmisión (Übertragung) del psicoanálisis y comprende también efectos de transferencia y de contratransferencias remanentes, pero también procesos y formaciones psíquicas propias de este espacio, por ejemplo las alianzas inconscientes estructurantes y defensivas.

Tenemos razones fundadas para sostener que existen efectos de transposición – o de transferencia – entre estos dos espacios. Estos efectos se precipitan (en el sentido de la metáfora química), principalmente en los dispositivos de control (o de supervisión o de análisis cuarto) y en lo que está en juego en los reconocimientos inherentes a los procesos de habilitación de los psicoanalistas. Si estos dos espacios entretejen relaciones, nos importa saber cuál es su naturaleza, cómo identificarlas, ponerlas a trabajar y restituir a cada uno de estos espacios su finalidad especifica.

Intenté mostrar como estos dos espacios que acabamos de describir están estructurados por los contratos, las alianzas y los pactos de naturaleza diversa. Aquellos que rigen la situación psicoanalítica se manifiestan en la regla fundamental (asociación libre, abstinencia, condiciones del setting) y obligan tanto al analista como al analizando, funcionan como las condiciones y los garantes del proceso psicoanalítico. La institución está fundada sobre otras alianzas, pactos y contratos, en principio y de hecho dedicados a la realización de la tarea primaria de la institución psicoanalítica que es la de transmitir el psicoanálisis.

Pero, como el inconsciente infiltra todos estos espacios, que es de una cierta manera el objeto electivo, y porque son maximizadas las movilizaciones defensivas y resistenciales al poder ser (el inconsciente) objeto de un descubrimiento (Entdeckung) estas alianzas, pactos y contratos que son inconscientes tanto como objeto de conocimiento, como en sus efectos, como en su existencia misma, se oponen así al trabajo del análisis y de la transmisión del psicoanálisis. Numerosos ejemplos clínicos sostienen estas propuestas.

No había relacionado hasta el momento las alianzas inconscientes con las situaciones de las catástrofes sociales. Pero el interés en los garantes metapsíquicos y metasociales del psiquismo me llevó en esa dirección, como así también la clínica de las personas y de los grupos que han experimentado catástrofes sociales, políticas y económicas.

Me llamó la atención el número considerable de obras cinematográficas que han sido realizadas sobre estás problemáticas, existen varias obras de origen argentino: La historia oficial de L. Puenzo, y De eso no se habla, de M. L. Bemberg, las que comento extensamente en el libro Las Alianzas Inconscientes.

Todas mis obras, desde el Aparato Psíquico Grupal, rondan acerca de esta cuestión: ¿Qué metapsicología podría dar cuenta de aquello, que si bien emerge en el tratamiento psicoanalítico individual, no puede elaborarse ahí? Si como yo lo pienso, las alianzas inconscientes están en el fundamento de la producción intersubjetiva del inconsciente, ellas nos llevan a comprender como se constituye o se dificulta en constituirse la función represiva en sus diversas modalidades de la represión, de la denegación o del rechazo. Es por esta razón que he propuesto construir una tercera tópica, sobre esta base, una tópica del sujeto en la intersubjetividad. He expuesto algunos trazos en una obra[13] y en un artículo[14], pero solo es un esbozo.

René Kaës

Ezequiel A. Jaroslavsky:

Si tomamos en cuenta el contexto socio cultural ¿En que medida los cambios que se producen en la sociedad actual, (entre otros: en la estructura de la familia nuclear y en su sistema de parentesco con el incremento de las familias ensambladas; en la transmisión entre las generaciones o en sus obstáculos; en los mitos de referencia o en los déficit de la mitopoiesis; el incremento del narcisismo individual etc.), inciden en la conformación psíquica de las generaciones actuales y/o por advenir Estos cambios pueden generar patologías diferentes a las de la época de Sigmund Freud?

René Kaës:

Existen por lo menos dos posibilidades de responder a su pregunta: con la primera diría que únicamente nuestros instrumentos de análisis han cambiado, que se han perfeccionado, pero que la patología “moderna” estaba ya en acción desde los tiempos de Freud, y que solamente nos faltaban las herramientas clínicas conceptuales y técnicas que habrían permitido identificarlas y tratarlas.

La segunda posibilidad pone en cuestión la idea de la invariabilidad en las estructuras psicopatológicas, el postulado de que únicamente ellas están siempre determinadas por una organización y un proceso psicógeno. Me identifico más con la posición de S. Freud cuando pone en relación las “enfermedades nerviosas” y “la moral sexual de nuestro tiempo” (1908).

“Malestar en la Cultura” (1929) no es un ensayo fuera de contexto; me refiero a las patologías y los “malestares” (mal-être) del mundo moderno (vuestra traducción al español es más justa que la nuestra), a las crisis en las funciones metapsíquicas, y en particular a las crisis de las alianzas inconscientes estructurantes. Como lo he mencionado anteriormente, nosotros no podemos separar las funciones metapsíquicas de los desfallecimientos o las mutaciones que afectan a los garantes metasociales de la vida psíquica.

Ezequiel A. Jaroslavsky:

En los años 1979-1980 usted escribió acerca del Apuntalamiento Psíquico (El apoyo grupal del psiquismo individual) ¿Este concepto de apuntalamiento qué incidencia tiene en la estructuración psíquica de los sujetos y en su estabilidad? ¿En el caso de los déficit de estructura psíquica cómo son las patologías límites o estados límites, qué importancia tiene el apuntalamiento grupal del psiquismo y cuáles son sus posibilidades terapéuticas?

René Kaës:

Su pregunta me permite precisar mi punto de vista; he vuelto sobre la cuestión del apuntalamiento a partir de los trabajos que J. Laplanche había consagrado a este concepto central del pensamiento freudiano, ya que articula el pasaje de la necesidad a la pulsión y a la fantasía. Mi trabajo en la situación de grupo me ha conducido a retomar esta noción tratándola esta vez en la relación del apuntalamiento de la pulsión en el objeto subjetivo que acompaña ese pasaje.

Al releer a S. Freud, más cerca del texto, descubro que el concepto de apuntalamiento se extiende en sus trabajos a otros procesos diferentes de la formación de la pulsión, como el apuntalamiento del Yo del bebé en la psique maternal. Existe así una teoría restringida del apuntalamiento, aquella de 1905, y una “teoría” que permanece, generalizándose, pero sin sistematización luego de 1905; en 1910 en particular con el estudio de los problemas psicógenos de la visión y también en otros textos que he clasificado. Desarrollo la idea de un apuntalamiento mutuo de las pulsiones y de los Yoes, y que indudablemente los procesos y las formaciones encuentran un apoyo y una modelización en sus primerísimos vínculos, y en el grupo primario, posteriormente en los grupos secundarios. Allí ubico la psiquis del otro, de más de un otro, en una posición meta en relación al sujeto considerado en su singularidad; pero agrego que cada uno tiene esta función para el otro. Hablo entonces de una red de apuntalamientos, aunque esta red, esta función y el proceso implicado pueden no tener lugar, estar en falla o en crisis. Cuando S. Freud en Introducción al Narcisismo escribe que el narcisismo del bebé se apuntala sobre el de sus padres, inicia la descripción de este apuntalamiento mutuo: si el bebé no puede sostener la investidura narcisista de la cual se ha beneficiado al comienzo, tendrá que encontrarse con la decepción narcisista de sus padres; como desprenderse de eso sin atacarse a sí mismo. Nos encontramos aquí con las premisas del contrato narcisista y los efectos positivos y negativos que puede producir.

Este ejemplo muy simple da una idea de la incidencia del concepto de apuntalamiento en la estructuración psíquica de los sujetos y en su equilibrio. Podría dar otros, que conciernen a la parte de la represión o de no represión (denegación o de clivaje) en la madre. Siendo coherente con mis hipótesis, y si las someto a la clínica, constato que esta parte afecta el objeto del apuntalamiento, por ejemplo el seno o el placer anal en el infans.

El apuntalamiento es en estas condiciones, uno de los procesos de la transmisión de la vida y la muerte psíquica entre las generaciones. En el plano terapéutico, podemos comprender que los dispositivos de grupo ofrecen grandes posibilidades de neo-apuntalamiento y en particular para los sujetos que sufren de patologías límites en los cuales los déficit de la estructura narcisista reenvían a las fallas en el contrato narcisista de base. Esta propiedad del grupo de promover procesos de apuntalamiento psíquico elementales, a veces con el riesgo de alienación y de falso self (hacer cuerpo y participar en un esprit de corps, acordar mutuamente un lugar, autogenerarse, vivir la ilusión grupal) ha sido largamente utilizados por las terapias grupales llamadas “corporales”, o por los objetivos re-adaptativos o correctivos. El trabajo psicoanalítico en situación de grupo tiene otro objetivo: devolver al sujeto presente la historia dolorosa de sus apuntalamientos y disponible para sus propios procesos de auto-apuntalamiento, sin alienarse en el grupo. Las técnicas de mediación son a menudo un buen medio de proveer un apoyo sensorial a este proceso. Pero siempre es necesario tener presente “in mente” que el apuntalamiento es mudo, o fuera de la palabra, y es este déficit de la palabra verdadera que ha acompañado la carencia fundamental de estos sujetos.

Ezequiel A. Jaroslavsky:

Por último al finalizar esta entrevista ¿qué le interesaría hacer saber a nuestros lectores acerca de su pensamiento en la actualidad?

René Kaës:

Pienso que he podido desarrollar lo que tenía que decir, pero quisiera volver sobre una cuestión que me parece que es una tarea para el psicoanálisis contemporáneo. La extensión del campo de la práctica psicoanalítica, si bien tiene como condición que se conserve la exigencia en cuanto al método y al pensamiento psicoanalítico, abre un campo de reconstrucción de modelos de la psiquis, principalmente de los modelos del inconsciente y de las diferentes formas de la subjetividad. Noto que ustedes trabajan mucho sobre estas cuestiones en la Argentina.

Tenemos delante de nosotros un apasionante campo epistemológico, que debe integrar una visión critica e histórica de las concepciones de la vida psíquica tales como la cura lo ha establecido. No es que estas concepciones se hayan vuelto caducas, sino que son contingentes. Y es una suerte para el porvenir del psicoanálisis comprometerse en esta tarea. Siendo siempre contemporáneos, al mismo tiempo, del Congreso de Budapest (1918) y con una historia muy diferente también. Desembrollar esto es aquello en lo que yo trabajo actualmente.

Entrevista realizada entre el 15 de enero y abril de 2009, Traducción al español efectuada por Ezequiel A. Jaroslavsky, quedando reservados los derechos de traducción.


Notas

[1] (Cercle d’études françaises pour la formation et la recherche: approche psychanalytique du groupe, du psychodrame, de l’institution
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[2] Kaës René, (1976), El Aparato Psíquico Grupal, Editorial Gedisa, Méjico.
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[3] Kaës René y Didier Anzieu, (1976) Crónica de un Grupo, Editorial Gedisa, (1989), Méjico.
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[4] Kaës René, (1980) L’idéologie études psychanalytiques, Dunod, Paris.
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[5] Nota del traductor. El psicoanálisis individual
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[6]Nota del traductor: fundado por Piera Aulagnier, Rosolato etc.
[volver]

[7] Les Alliances inconscientes, 2009, Editorial Dunod, Paris.
[volver]

[8] Nota del traductor: Psique de grupo
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[9] R. Kaës (sous la direction de-), 1985, La transmission psychique intergénérationnelle et Intragroupale. Aspects pathologiques, thérapeutiques et créatifs. Rapport présenté à la M.I.R.E.( Mission interministérielle de recherche et d’expérimentation, Ministère des Affaires Sociales et de la Solidarité Nationale, Université Lyon II. Centre de Recherches Cliniques sur les Formations Intermédiaires, novembre 1985, 422 p.
[volver]

[10] R. Kaës, 1985, “Filiation et affiliation. Quelques aspects de la réélaboration du roman familial dans les familles adoptives, les groupes et les institutions”, Gruppo, 1, 23-46.
[volver]

[11] R. Kaës, 1993, “Introduction au concept de transmission psychique dans la pensée de Freud” et “Le sujet de l'héritage”, in R. Kaës, H. Faimberg et al. Transmission de la vie psychique entre générations. Paris, Dunod, Trad. español. Transmisión de la vida psíquica entre generaciones, Buenos Aires, Amorrortu editores (1996).
[volver]

[12] Kaës. R. 2009, Les alliances inconscientes, Dunod editor, Paris.
[volver]

[13] R. Kaës, 2007 – Un singulier Pluriel. La psychanalyse à l’épreuve du groupe. Paris, Dunod. Trad. Anglais Linking, alliances and shared spaces. Groups and the psychoanalyst,London, International Psychoanalysis Library (2007). Trad espagnole, Un singular plural,Buenos Aires, Amorrurtu (2009).
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[14] R. Kaës, 2008 – «Pour une troisième topique de l’intersubjectivité et du sujet dans l’espace psychique commun et partagé», Funzione Gamma, 21, http://www.funzionegamma.edu.
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