La regla de oro de cada estudiante de hoy debería ser “sin expresión no hay educación”

La regla de oro de cada estudiante de hoy debería ser “sin expresión no hay educación”

Los sistemas tradicionales de enseñanza aplicados hasta ahora en la mayor parte de los espacios educativos, han ido conformando un tipo de estudiante pasivo; receptor de conocimientos, dependiente de la figura del profesor o la profesora, quien se ha constituido como el centro de la clase.

En este sentido, las y los estudiantes del siglo XXI, deben dar un salto cuántico que les permita pasar de la simple recepción pasiva de conocimientos, resultados, procesos, procedimientos y estrategias, a desarrollar sus habilidades y competencias necesarias para la vida, claro, este cambio deberá propiciarse desde ambientes educativos con enfoques visionarios, pues el proceso educativo será más rico y fructífero en tanto más posibilidades de expresión se le faciliten y propicien a las y los estudiantes.

Hoy no basta con conocer cosas, con repetir lo que se enseña-aprende; las y los estudiantes deben desarrollar una actitud de búsqueda, de selección y de tratamiento, de la abundante información que existe, y que en diversos medios y formatos encontramos a nuestro paso.

El estudiantado debe ser capaz no sólo de dominar el contenido de la información que encuentra, sino además debe saber expresar con su propio lenguaje el contenido de la misma. La regla de oro de cada estudiante debería ser “sin expresión no hay educación”.

El estudiante que no logra expresarse, es porque en alguna medida y en más de un espacio, se le ha mantenido reprimido. Todas y todos los involucrados en el proceso educativo debemos ser conscientes de que encontrarle sentido a lo que aprendemos, no sólo es cuestión de comprensión, sino, sobre todo, de expresión.

A medida que él y la estudiante se acercan a los niveles de educación y aprendizaje superior, deben ir adoptando un enfoque más profundo respecto a su propio aprendizaje, enfoque, que les propicien conocimientos suficientes y espacios de reflexión, que les lleven a realizar de manera sistemática una autoevaluación de sus logros, es decir de sus metas alcanzadas y metas por alcanzar, lo que les permitirá hacer un diálogo constante con su sique y con su libertad interior que les lleve a sentir y pensar, es decir, a establecer un equilibrio entre sentimiento, pensamiento y razón, que las y los motive a la acción y a la reflexión. ¿Qué hago? ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Habrá otra forma mejor...?

Hoy, ante los cambios en los enfoques pedagógicos, el alumnado debe desarrollar la capacidad para convivir armónicamente con su entorno, saber escuchar con fina sensibilidad todo lo que le rodea. Debe, además, desarrollar un alto grado de creatividad, para saber afrontar cada desafío que la vida le presente, porque el saber se construye, individualmente y en equipo, por lo que las y los estudiante del presente siglo deben también desarrollar la capacidad para dialogar y trabajar en equipo; esto requiere que el estudiantado posea cierto grado de respeto y tolerancia por la otra persona, por su opinión y aportes; claro, todo debe estar unido a la capacidad crítica, a la constante actividad mental, corpórea, holística que le permita expresar sus ideas.

Capacidad de participación
En el punto anterior he señalado que los nuevos enfoques didácticos estimulan la participación activa del alumnado en los procesos de aprendizaje, ello implica una actitud positiva y comprometida de participación, cuestionamientos a las y los docentes, reacciones a las opiniones de las y los demás, postura crítica ante lo que dicen los textos, los materiales de estudio, etc.

¿Qué implicará entonces esta capacidad de participación activa en contextos de aprendizaje? Bueno, conocer y vivir los valores para el sano funcionamiento personal y del proceso. Algunos valores pueden ser:
• Desarrollar una actitud crítica.
• Colaborar en las discusiones o proyectos en común.
• Consensar las decisiones en equipo, los objetivos propuestos y trabajar de común acuerdo.
• Respeto a la diversidad, entre otros.

Curiosidad e interés por la Investigación
Esta es otra característica que el estudiante del siglo XXI debe poseer. Está muy relacionada con todo lo anterior, pero fundamentalmente desde una perspectiva constructivista.
Para ello el estudiantado necesita tener una actitud constante de búsqueda de información y de superación, estar conscientes de que todo está en cambio permanente y que, por ello, debe estar dispuesto a buscar y generar nueva información, sistematizarla y estructurarla, además debe desarrollar la capacidad para dialogar y trabajar en equipo, para aprender de otros y otras, con otros y con otras, lo que exigirá al alumnado el respeto a la diversidad, estar abiertos a las diversas soluciones, opiniones y ser flexibles.

Ánimo a todas y a todos los involucrados e involucradas en el proceso educativo. Recordemos que la participación y la expresión creadora lleva a las y los estudiantes a dar ese salto cuántico, y pasar de mero receptor de información a creador, a artista; capaz de crear nuevas utopías, ya no las inciertas, sino las ciertas; esas que rompen la dicotomía de mero espectador a re-creador, de receptor pasivo a agente activo del proceso de cambio.

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