ELIGE POR DÓNDE VAS
Las motivaciones, siempre dije, es la puerta grande que se abre camino al éxito. Pero si no se practica correctamente la motivación, viene la frustración disfrazado de motivación. No se puede recompensar los pequeños esfuerzos con trofeos o medallas como suelen hacer creyendo transmitir a los niños la sensación de que siempre son ganadores, o que todos son ganadores.
El niño tiene que aprender también a perder, saber qué merece el premio y qué es lo que no merece el premio. Por eso, es bueno saber claramente que: los premios ocasionales o producto de mucho esfuerzo son motivadores poderosos, pero el reconocimiento sin parar no inspiran a los niños a tener éxito. Es más, pueden ser desalentadores.

Los entendidos dicen: que los niños de 4 a 5 años ya diferencian quién hizo bien y a quién le costó trabajo hacerlo. Pero sostener que los niños deben ser tratados todos de manera idéntica, que todo el mundo siempre tiene que ganar, parece un error. Eso sólo produce resultados negativos para los niños.

Hay instituciones que llenan sus salas con trofeos, fotografías, como hay hogares que exhiben sus salas con fotografías de medallas y diplomas. Cuando las cosas ocurren como pan del día ya no es emocionante para el niño. El niño recibe el mensaje como que basta participar para obtener el premio. El niño recibirá el premio pero no va camino al éxito.

En la práctica diaria, el hombre más pierde que lo que gana. La competencia es mayor y no siempre se compite en la vida en el campo donde es diestro. Si los niños cometen errores, no se trata de convertirlos en fracasos inolvidables. Se trata de enseñarles a subsanar sus errores, superar sus dificultades y contratiempos. Tolerar las frustraciones, de modo que puedan entender que el éxito es el resultado del progreso diario y no el resultado de una victoria o derrota en particular.
El niño tiene también derecho a perder. El padre no debe atormentarse por la derrota del hijo, sino comprender que el progreso del niño es como de cualquier ser humano, tiene sus altibajos. Eso más bien debe servir para mayores impulsos, no para resignarse y sentirse fracasado.
Francisco De La Cruz Huashuayo