Gran reflexión
Hoy que los adelantos científicos y tecnológicos nos han traído un extraordinario crecimiento, también han traído consigo una gran pérdida de valores éticos y morales, el hombre ha producido grandes daños irreparables a la naturaleza y ha construido una vergonzosa hola de corrupción que desde el poder se filtra impune e indeteniblemente a toda la sociedad la cual impávida la observa este fenómeno como si se tratara de un tumor que el día de mañana se extirpara y de pronto se recompondrá el tejido social que tristemente atraviesa por una de las más cruda crisis de modelo de vida.
Es aquí, donde la educación cobra su valor pues es el instrumento más poderosos para reconstruir los valores humanaos, pero, no es la educación humanista que sigue poniendo al hombre en el centro de las cosas como si fuera el único elemento en el planeta, el hombre es parte de la naturaleza y cuando se habla de ella se habla del hombre mismo, en este contexto serán las universidades vinculadas con la sociedad y los niveles primarios los encargados de construir el tipo de ciudadano que queremos para el futuro y será la adecuada formación y selección de sus formadores, quienes iniciaran la transformación deseada para el futuro inmediato, recordemos que solo un buen hombre y esto es, no solo metodológicamente hablando sino, una buena persona puede ser quien debe formar buenos ciudadanos, para ello los políticos del mundo hoy tan devaluados, deben entender que la educación no debe estar subordinada a ningún modelo económico y político ya que esta obedece a los procesos dinámicos complejos de la realidad social.
Desde esta perspectiva el tipo de educación que algunos visualizamos es una educación humanitaria ( que no humanista) transdisciplinaria, compleja, incierta y por tanto integradora que dialogue con los saberes humanos y que permita construir una sociedad que necesita reconstruir a su juventud y permitir que esta sea reconocida y alejada de la vileza y el fuerte deseo de poseer bienes y servicios en un mercado donde todo se vende y donde todo se compra, la educación humanitaria debe permitirnos reconstruir los valores democráticos y morales, tan escasos hoy en día y debe orientar a la humanidad a no volver a cometer los grandes errores del pasado que nos tiene en esta fuerte crisis de valores por la que hoy atravesamos.