1. Paréntesis inicial

Hace 18 años cambiamos de siglo con la certeza o el consenso respecto al reconocimiento de que la educación es piedra angular para las nuevas generaciones y a la vez, dinamización de los procesos de desarrollo humano de nuestras sociedades. “El siglo que se nos vino encima, el XXI, será el siglo de una nueva racionalidad (...),[1] el de la sociedad del conocimiento y, por eso mismo, el de la libertad. O para decirlo desde un principio, será el siglo de la educación” En Colombia, si queremos delimitar la reflexión, “la educación es la última carta que nos queda para jugar a ser personas y buenos ciudadanos”[2] ]. En el documento, Colombia al filo de la oportunidad escrito por los 10 sabios en el año de 1994, Gabriel García Márquez manifestaba lo siguiente:

Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una Educación (...) que nos inspire un nuevo modo de pensar quienes somos en una sociedad que se quiera a sí misma. (...) Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra la segunda oportunidad sobre la Tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del Coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero que soñamos.

Sin embargo, la validez de ese reconocimiento o de esa misión sigue siendo condicionada a una previa clarificación filosófica del concepto de educación que se debe utilizar en el ámbito de la Escuela y la Sociedad del nuevo siglo, específicamente en el contexto Colombiano

La educación que sirve de palanca para la transformación y el desarrollo de las personas y las comunidades no es la misma que se ha venido impartiendo por décadas en nuestras instituciones educativas y que ha hecho raíces en la mentalidad de nuestra sociedad y por consiguiente, en un amplio sector del magisterio: la educación del sometimiento, autoritaria, vertical, de la transmisión, repetición y memorización; la educación acrítica, de la manipulación y el desquite a través de la nota. Ese tipo de educación solo puede contribuir al “desarrollo del subdesarrollo.[3]


Según Edgar Morín (1999),La educación, para que sea piedra angular del desarrollo humano integral y eje transversal de vida debe ser conceptualizada desde un nuevo paradigma filosófico. La educación tradicional ha correspondido al paradigma de la fragmentación, la yuxtaposición, la unicausalidad, de la visión lineal, superficial, mecánicanicista [4].

Se necesita una nueva educación como una Escuela y Sociedad educadora para Colombia, construida sobre un nuevo paradigma. “El paradigma de la integración y la integralidad, de la multicausalidad, de la diversidad y la multiplicidad dentro de la unidad y la totalidad”[[5]. El paradigma de la diferencia, la multiculturalidad, la pluralidad, la alteridad y la sensibilidad humana.

Para ello veo necesario retomar el valor de aprender a escuchar, a pausar y a revalorar en el silencio las melodías que nuestro ruido no deja oír. Para eso es conveniente que estén presentes todos los oídos de los colombianos. Sino será imposible, y seguiremos devorando lentamente la vida de un colombiano, blanco, negro, mestizo, indígena, campesino, etc

La reflexión que propongo como propuesta inicial gira en torno a pensar la Escuela Educadora, como tarea prioritaria para la formación de nuevos ciudadanos, ello implica, pensar en la función social y humana de la educación en un paréntesis filosófico. Este paréntesis lo llamo de desde Carlos Brenes de “silencio”. “el aprender a escuchar a otros, pero desde luego, a escuchar a los que nunca se escuchan”.

El silencio es el nuevo paradigma filosófico que hace posible modificar las relaciones tradicionales de educación y entrar en una nueva dinámica de comunicación humana basada en el respeto por sí mismo y en la aceptación del otro como persona. Y es que hacer silencio para oír todo lo que se sabe y todo lo que se piensa y todo lo que se inventa y se discute y se crea en todos los laberintos de la sobrevivencia (colombiana), es una tarea difícil, es un desafío que comienza por aprender a deseducarnos a nosotros, a descapacitarnos, a silenciar lo mucho que sabemos para aprender de lo nuestro, de lo propio, de nuestra práxis liberadora.

El propósito del paradigma del silencio lleva implícito la deconstrucción, entendida esta como “estrategia de formación critica para sumir el conflicto, para reproducir reinterpretaciones y redefiniciones desde la espera del yo interno, de la acción y de las comprensiones sociales de práxis y comprensión" [6]

Desde otra perspectiva, se trata de sentar unas bases que nos permitan encontrar alternativas praxísticas a las condiciones presentes, de tal manera que podamos entre los colombianos construir nuevas formas de convivencia, que conduzcan a una sociedad justa, democrática y humana. Sabemos que esto requiere de la fuerza de todos, sin embargo, también es prioritario organizarse en perspectiva de pensar en la formación de la persona (antropología de género), pensar en la formación social (pedagogía social) y construcción de sociedad educadora (convivencia ciudadana).

La idea de Escuela Educadora, tiene también su referencia a la propuesta que hace el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en la agenda para el siglo XXI. “Es posible llegar a la Escuela para todos, la escuela educadora, la escuela para el siglo del saber... [7]

2. Una nueva mentalidad en un paréntesis filosófico.

Más que un cambio de ciencia y tecnología, la educación debe promover un cambio de Mentalidad



Pensar en la Escuela Educadora, como tarea prioritaria de la formación de ciudadanos y de la función social y humana de la educación, implica el cambio de mentalidad, acción no muy fácil de aceptar en el círculo de la educación y de la sociedad colombiana. Dice Gonzalo Morales, que este cambio no se refiere a un “nuevo método” a seguir, sino a una nueva mentalidad a construir. De ahí, mi propuesta del paréntesis filosófico del silencio, del ideal de pensar y practicar, más practicar que pensar, pues lo pensado sobreabunda en la esfera colombiana y en general de la aldea global. Con el actuar desde el paréntesis filosófico del silencio quiero hacer alusión al “pasaje de la teoría a la práxis”.

Si seguimos siendo teóricos y epistemólogos de la educación, nos estamos quedando como simples espectadores. Teoría es igual a decir, “espectadores”[8]. Valido es preguntar si en este contexto somos espectadores o participantes? Si somos participantes dice Dora Fried (1997), implica interrogarnos acerca de qué clase de conocimiento es el adecuado para los participantes. No consiste en oraciones que digan “Esto es así” y “Esto no es así”, sino en el tipo de conocimiento que Aristóteles llamó, en su Ética a Nicómaco, “praxis” [9] del silencio, de la pausa, sin prisas y sin agites, construyéndonos humanos y divirtiéndonos a la vez.

Quisiera hacer referencia la propuesta que hace Gonzalo Morales Gómez (1996) sobre el cambio de mentalidad que se requiere en la actualdiad. Pienso que esta propuesta debe ser pensada desde el contexto de la Escuela. Es posible de que nos permita cambiar el sentido de la función social y humana de la educación y a la vez sea la garantía para pensar en la tarea de formar nuevos ciudadanos. Esta nueva mentalidad incluye fundamentalmente:

•El paso de una educación modernizadora (con énfasis en la especialización y el empleo) a una educación integradora (con énfasis en la formación y la vida)
•El giro de una educación cuantificadora (centrada en programas y contenidos académicos) a una educación cualitativa (centrada en el desarrollo holístico, hologramático, dialógico y recursivo del potencial humano)
•El remplazo de una educación heterónoma (basada en normas y cumplimientos) por una educación autónoma (basada en la autoconstrucción y el autogobierno) Educación de la responsabilidad.
•El ocaso de la educación por objetivos y el resurgimiento de la educación por procesos.
•La descentralización del maestro y la educación centrada en el educando
•El cambio del “andocentrismo” (educación centrada en el varón) al antropocentrismo (educación centrada en el hombre y la mujer) con tendencias al “ginocentrismo” (educación centrada en la mujer) y al “puerocentrismo” (educación centrada en el (la) niño (a).
•El desplazamiento del paradigma determinista del control y la apertura de espacio al nuevo paradigma relativista del desarrollo humano “que no modela, ni moldea, no controla, sino que cambia (Morales, 1996. p. 23)

3. La escuela educadora para una nueva sociedad

Vamos a decir con Reinaldo Suarez que toda sociedad es educadora o deformadora de sus miembros. Los encasilla dentro de moldes prefabricados, dirigiéndolos hacia fines preconcebidos. En este sentido un Escuela Educadora exige una Sociedad Educadora, basada en el cultivo y orientada hacia la promoción de aquellos valores que son denominador común del ser humano: libertad, amor, igualdad, superación, transformación, solidaridad, convivencia, etc.

La sociedad es como una amplia aula donde todo educa o deseduca. La sociedad capitalista en la cual vivimos, con sus seudovalores (individualismo, egoísmo, exclusión, ambición, explotación, posesión de bienes, confort, disfrute, mercado, compra) deforma al ser humano y por ende al sistema educativo de cualquier país. Colombia, en todo su contexto, ha perdido el norte de su función social, educativa, política y económica, agravando cada día los espacios de convivencia y de relaciones interpersonales. Guiados por el sistema salvaje del capitalismo seguimos produciendo y reproduciendo discursos homogéneos donde pareciera que todos somos lo mismo.

Mucho se habla y se discute sobre la realidad colombiana. Este espacio no pretende ser una radiografía del problema colombiano sino, un intento de pensar en una Colombia posible, que construya Escuelas posibles sobre Sociedad posible. Sabemos los educadores, epistemólogos, sociólogos y teóricos de la educación que la escuela, como institución del mundo social, se ha dedicado más a la transmisión de conocimiento que a la generación de conocimiento, más al adiestramiento de individuos que a la formación de personas, ciudadanos y profesionales integrales, más a la enseñanza de contenidos que al aprendizaje de los procesos, más a capacitar mano de obra calificada que verdaderos artesanos de pensamiento y de ciencia.


En este sentido, ha sido muy pobre su papel desempeñado en el desarrollo de la sociedad colombiana. No han servido para esta transformación ni la Nueva Constitución Colombiana ni la Ley General de Educación, ni las reformas pedagógicas, ni los procesos asumidos desde la Escuela primaria hasta la universidad.

“Mi educación se vio interrumpida por mi ingreso a la escuela”(Bernard Shaw) y “la escuela no me deja tiempo para estudiar” (Estanislao Zuleta) son unas de las tantas frases que siempre me ha cuestionado. Me permite decir que la Escuela Colombiana no está en crisis sino que vive de la crisis, se acostumbró a ella y no quiere tomarse en serio el nuevo mundo que ha empezado ya. “Las escuelas han perdido su hasta hace poco no cuestionado título de legitimadoras de la educación. La mayoría de los críticos exigen una dolorosa y radical reforma” (Illich, Ivan) .

Las escuelas y las universidades están en crisis y también están las personas que se encuentra a cargo de ellas. De igual manera es necesario y urgente pensar en la dimensión social y humana de la educación de estas escuelas educadoras si queremos seguir pensando en la Sociedad Educadora y democrática. Para ello es prioritario el cambio de mentalidad

4. Problematización desde premisas de autores

La presentación de esta parte introductoria, me lleva a generar una serie de preguntas orientadoras que pueden ser desarrolladas en otra reflexión. La referencia parte de varios autores que he venido revisando en mi práctica docente universitaria. Las preguntas orientadoras implican la propuesta inicial. Es prioritario encontrar el sentido del proceso investigativo.

4.1 Problematización de referencia personal

¿Funciona aún la Escuela Colombiana y vale la pena seguir buscándole correctivos e innovaciones?

¿Está en crisis la escuela?, ¿Está en crisis la educación?

¿Acaso la organización de la educación como estructura escolar académica ya cumplió su ciclo en el siglo XX y vale la pena dedicarse a buscar las nuevas formas que debe adoptar el compromiso educativo- formativo de Colombia?, de mi región, de mi universidad?

¿Vale la pena seguir insistiendo en el “método” enseñanza-aprendizaje y conocimiento, o hay otras vías conceptos y formas que debe adoptar el hecho educativo colombiano si queremos formar al nuevo ciudadano y recuperar la dimensión social y humana de la educación?

¿Cuáles serían los nuevos retos de la educación, desde una concepción de localidad o ciudad educadora?, ¿desde la escuela educadora?

¿Qué sentido tiene todo esta llamada educación para la paz y que es lo que implica en el contexto colombiano?

¿Cómo educar en tiempos de conflicto?, ¿es posible generar en el contexto colombiano la pedagogía del conflicto? ¿Se puede educar desde el conflicto?

¿Es posible hablar de un nuevo paradigma filosófico que enfatice el silencio, como “práctica de la libertad? , ¿cómo práctica política de transformación del sistema imperante”?

4.2 Problematización desde Rodrigo Parra Sandoval.

Premisas:

Por lo menos dos grandes problemas de la educación colombiana actual se derivan de la discontinuidad teórico-práctica: La poca formación de los maestros para el entendimiento de la heterogeneidad cultural y social de país y de su labor docente y la torcida socialización que ofrecen las escuelas a los estudiantes en lo que respeta a la organización de la sociedad, al entendimiento e interés por sus problemas y a la participación política.

En un país tan heterogéneo la educación diseñada para grupos urbanos, se enseña, o se pretende enseñar, de la misma manera, con los mismos elementos pedagógicos, a grupos de otros contextos sociales que poseen un capital cultural que no tiene nada que ver con el de los grupos para los que fue diseñada la educación.

¿Qué puede hacer la filosofía en el contexto de estas tres problemáticas?
¿Cómo educar en la diversidad cultural para no homogeneizar?
¿Cómo hacer posible que la educación, el desarrollo humano y la democracia sean los ejes para la formación ciudadana?

4.3 Problematización desde Paulo Freire

Premisas:

¿Qué significa educar, en medio de las agudas y dolorosas transformaciones que está viviendo Colombia en este final y comienzo de milenio?
¿Qué significa educar en una sociedad, “cerrada”, sin pueblo, sin patria, “refleja”, violenta, excluida, masificada, en transición, sin futuro y sin experiencia democrática?

4.4 Problemátización desde Fernado Savater.

Premisas:

“Sin una buena escuela no puede haber más que una malísima sociedad”.
“La sociedad democrática en que vivimos es también un fracaso”
¿Debe la educación preparar aptos competidores en el mercado laboral o formar hombres completos? ¿Ha de potenciar la autonomía de cada individuo, a menudo crítica y disidente, o la cohesión social? ¿Debe desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional del grupo? ¿Atenderá la eficacia práctica o apostará por el riesgo creador? ¿Reproducirá el orden existente o instruirá a los rebeldes que pueden derrocarlo? ¿Mantendrá una escrupulosa neutralidad ante la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales... o se decantará por razonar lo preferible y proponer modelos de excelencia?

¿Cómo podemos esperar que el paso por la escuela propicie la formación de personas capaces de transformar positivamente las viejas estructuras sociales?

¿La educación actual debe conservar y promocionar la universalidad democrática?

¿Qué implica universalizar la educación? ¿Qué hacer frente a la homogenización universal?

4.5 Problematización desde Humberto Maturana

Premisa:

“La educación es una tarea central en la configuración de un país como espacio de convivencia. El tipo de país que queremos, la convivencia que queremos, es lo que de hecho determina qué hacemos como país en el ámbito educacional”. “La educación tiene que ver con el tipo de mundo que queremos vivir”

Qué país queremos? Qué educación queremos? Qué sociedad queremos? Qué escuela queremos? Qué tipo de hombre y mujer queremos? Qué es lo humano?

¿Cómo saber que sabemos o qué no sabemos las consecuencias de nuestras acciones si no conocemos el mundo en que vivimos? ¿Cómo podemos cooperar en la tarea común del continuo crear cotidiano de nuestro mundo, si no compartimos un mundo porque pertenecemos a culturas distintas? ¿Cómo podemos participar en la reflexión creativa que nos permite cooperar en un proyecto común si no hemos aprendido a reflexionar porque no vivimos en una comunidad humana que practique la reflexión? ¿es prescindible la universidad?

4.6 Problematización desde Estanislao Zuleta

Premisas:

En la escuela se enseña sin filosofía y ese es el mayor desastre de la educación. Se enseña geografía sin filosofía, biología sin filosofía, historia sin filosofía, filosofía sin filosofía.

La educación actual está concebida para que el individuo rinda cuentas sobre resultados del saber y no para que acceda a pensar en los procesos que condujeron a ese saber o a los resultados de ese saber.

¿Por qué la educación actual es una educación sin filosofía?
¿El aprender a pensar por sí mismo debe ser una de las metas de la educación del nuevo milenio?

¿El desarrollo del pensamiento crítico y creativo parte del estudiante o de la escuela?

¿Cómo hacer posible una educación filosófica?

¿Qué hace posible la formación de ciudadanos?

¿Es posible la generar en la mentalidad colombiana la escuela democrática para la formación de ciudadanos?

5. Consideración final.

Según Fullat Octavi. (1984) “El filósofo no crea educación; se limita a reflexionar sobre la existente, sea la pretérita o la actual. Un filósofo se limita a interpretar el espíritu de la época; el pedagogo lo realiza, lo pone en práctica. Los filósofos de la educación han sido numerosos aún sin conciencia clara y distinta de su faena (...), son actores conocidos que han procurado responder a preguntas filosóficas en torno al hecho educativo. [10] El filósofo no es un especialista y, mucho menos, un especialista en idas generales. El filósofo ha sido siempre un interventor (Estanislao Zuleta)

Referencias del texto

[1] EDUCACIÓN. LA AGENDA DEL SIGLO XXI : HACIA UN DESARROLLO HUMANO. (1998) Programa de naciones unidas para el desarrollo. Director. Hernando Gonzales. PNUD. TM EDITORES. Santafé de Bogotá.

[2] Palabras de Instalación de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, noviembre 16 de 1993)

[3]MORALES GOMEZ, (1996) El giro cualitativo de la educación. XYZ impresores. Cali.

[4] MORIN; Edgar. (1999) Siete Saberes para la educación del Futuro. Santillana- Unesco

[5]Ibid, p.15

[6] EDUCACION PARA LA PAZ.: UNA PEDAGOGIA PARA CONSOLIDAR DEMOCRACIA SOCIAL Y PARTICIPATICA. (et al). (1999) Mesa Redonda. Magisterio. Santa fe de Bogotá.

[7]Op cit. Educación. p. 29

[8] FRIED SCHNIETMAN, Dora. (1994) Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Paidós. Bueno Aires.

[9]Ibid, p. 281.

[10]Tomado de Fullat Octavi. (1984) Filosofía de la educación. CEAL. Citado por: La Crisis de la escuela. Pontificia Universidad Javeriana. Módulo 2. Filosofía 1.

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