"Nadie enseña a nadie, con humildad para aprender, tod@s aprendemos de tod@s"
Mientras Marx se preguntaba en las Tesis sobre Feuerbach quién educará al educador, Freire responde que cuando el educador educa, también se educa, como nos recuerda Federico López en su repaso del libro de Carlos Díaz Marchant. Este es el camino que transita Freire de la Pedagogía del oprimido a la Pedagogía de la esperanza, sendero que marca definitivamente el legado de la praxis político pedagógica del gran maestro y su contribución a la educación en Latinoamérica. La crítica a la politización del pensamiento de Freire que se puede leer en diversos autores esa negación de la condición más propia de la educación. Es, además, deshonesto, ya que quien niega la politicidad de la educación asume, a la vez, una posición política respecto de la educación. Contraria a la de Freire, por cierto, pero política al fin.
En lo que se refiere a la propuesta del método de la Alfabetización “método Paulo Freire” va mucho más allá que lo que la palabra “método” significa, en una primera lectura se podría decir que él hace referencia a la alfabetización como el Conocer y saber leer el mundo para releerlo , y transformarlo. El conocimiento lo concibe no sólo como construcción de categorías de conocimiento que nos permitan desvelar algo oculto, o levantar castillos de categorías muertas con las cuales entretenernos, o conceptos para comunicar en espacios específicos, para que nos escuchen los entendidos. Más al contrario dice que Conocer es construir categorías del pensamiento, pero que hagan posible la lectura del mundo, su interpretación, su transformación.
Creemos que el conocimiento y deseo o motivación residen íntimamente unidos en el pensamiento de Paulo Freire. No es posible conocer si no hay deseo de conocer, si no hay involucramiento y apasionamiento con lo que se aprende. Para Freire no es tan importante tener hábitos de estudio como tener gusto por el estudio, tener placer, crear placer, cimentar placer. El trabajo desarrollado por Paulo Freire no es sólo una metodología, no es sólo una práctica, no es sólo para adultos, y no está circunscrito sólo al mundo de Latinoamérica. Es cierto que su mirada de inicio es la de un latinoamericano, pero su mirada se abre hacia el mundo como totalidad de las relaciones existentes. Hay en el trabajo freiriano radicalidad y profundidad, como un camino propuesto. La tarea propuesta por Freire no se refería sólo a la alfabetización, sino que esta alfabetización era una parte del camino de la libertad. Así, el camino de la educación y el camino de la libertad son uno sólo en la propuesta. Una de nuestras obligaciones como educadores y educadoras es, en la mirada de Paulo Freire, que debemos conocer. Para innovar es necesario conocer. Pero conocer no es una actividad higienizada, sino que es intencional y ligada de manera densa a un proyecto. Los seres humanos, hombres y mujeres, no somos metafisica. No estamos inertes. Quien conoce no se adapta al mundo, sino que crea el mundo. Y éste es el modo en que los humanos podremos dejar de sobrevivir para poder vivir. Humanas y humanos tenemos intereses (Habermas), curiosidades (Freire) y esperanzas (Bloch). La educación debería, al menos, mantener vivos estos atributos de humanos y humanas. Si no hace al menos esto, ¿qué está haciendo la educación? seguir adoctrinando, esclavizando???
Todas podemos conocer y aprender. Porque no hay alguien que sepa todo, ni hay alguien que ignore todo, y el conocimiento compartido es el conocimiento humano por excelencia.
Precisamos indagar, rastrear, investigar, conocer, como educadoras, educadores, de qué hablamos cuando hablamos de aprender???. Podemos decir, siguiendo a Freire, que aprendemos durante toda la vida, acumular conocimientos no es aprender, lo único importante es, en definitiva, aprender a pensar por nosotros mismos, o sea,
aprender a aprender, que sólo se aprende lo que es significativo para cada persona, lo que tiene sentido, lo que construye sentido, lo que es construido como sentido. Que se necesitan tiempos diferentes para aprender, que no se puede aprender en un día, en una semana, en un año, ya que la construcción de la significatividad insume tiempos diferentes según las historias personales y sociales. Que sin proyecto de vida no es posible aprender.
Es así que en la propuesta de Freire no sólo hace referencia a un método, sino que lo que hay es una propuesta para la libertad La libertad es la categoría central de su concepción educativa, desde sus primeras obras La educación es una camino de la libertad, y su propósito es la transformación radical de la realidad, para mejorarla, para volverla más humana, para permitir que los hombres y las mujeres sean reconocidos , para que sean artesanos de su propia historia y no objetos a ser estudiados en una historia que no les pertenece.
La liberación, como objetivo de la educación se sitúa en el horizonte de una visión utópica de la sociedad y del papel de la educación. La educación debe incitar a la lectura crítica del mundo. El mundo es inacabado, incompleto, eso implica la denuncia de la realidad opresiva, de la realidad injusta (inacabada) y, consecuentemente, de crítica transformadora, por lo tanto, del anuncio de otra realidad. El método Freiriano nace y se desarrolla en los ‘60 , en el contexto de Latinoamérica de aquellos años, situándose sus orígenes en los ’50, y asentándose en el período que Freire estuvo exiliado en Chile, desde 1964 . Lo que podríamos llamar “momentos del método” son los siguientes:
1- investigación temática. En comunidad de investigación, estudiantes y profesor, indagan en el mundo para descubrir (¿inventar?) las palabras significativas que constituyen su universo. Las palabras (¿seleccionadas desde qué criterios?) deben cubrir riqueza silábica, valor fonético y tener sentido para el grupo
2- tematización: a partir de estas palabras generadoras, y temas generadores, profesor y estudiantes generan nuevas palabras y temas
3- problematización: una primera visión “mágica” es suplantada por una visión “crítica”. La opresión es experimentada como posible superación.
El método consiste en su propuesta práctica, en llevar las ideas hacia una praxis. La originalidad del método freireano se asienta en su fuerza para sostener que es posible cambiar el mundo a través de la educación. Hay muchas excelentes ideas en el método, pero ellas ya estaban antes en otros autores, que las plantearon en la teoría. La originalidad” de Freire (si de tal cosa puede hablarse, aun en la teoría, y aun en quien escribe algo “por primera vez”) consiste en que no tiene originalidad, en el sentido de proponer que todos sabemos algo, y que la única “originalidad” es social, y, por lo tanto provisoria. La falta de originalidad del método de Freire es su fuerza, ya que sin proponer nada nuevo, logró cambios que muchas propuestas que se presentan como “originales” no logran. Esto es coherente con la perspectiva freiriana de que todos sabemos algo, de que nadie ignora todo, y de que humanas y humanos aprendemos en comunión. Esto quita originalidad a cualquier propuesta, ya que toda propuesta es histórica, nacida y criada en el suelo propicio de otros pensamientos. No pretendernos originales es la mayor y más auténtica herencia que nos ha dejado Freire.
¿Cuál es nuestro puesto en el cosmos?, se pregunta Paulo Freire, parafraseando a Max Scheler, en el capítulo I de Pedagogía del oprimido. Una primera aproximación a la respuesta está en la última parte del epígrafe de ese mismo capítulo: “Nadie libera a nadie, nadie se libera solo. Los [seres humanos] se liberan en comunión”. A esta liberación se llega por la praxis de la lucha, nos dice Freire. Esta lucha es un combate por el sentido, un combate que se libra entre todas y todos, porque el opresor no sólo está afuera, sino que, sobre todo, está adentro de cada uno, de cada una. Esto construye el miedo a la libertad, que una y otra vez trabaja Freire en sus obras, en su praxis. En este sentido, la libertad se conquista mediante el combate, la búsqueda, y la propia praxis. El miedo a la libertad, que preocupó a Erich Fromm y a Paulo Freire, aún nos preocupa y nos ocupa, porque “decir que los hombres y mujeres son personas, y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa”. En este sentido, es necesario recuperar la politicidad de la educación, como decía Freire, y esto tiene implicaciones éticas, gnoseológicas y epistemológicas, entre otras, ya que, como dice Peter Mc Laren, no sólo es imposible quitar la relación que la pedagogía tiene con la política, sino que hacerlo es, además, teóricamente deshonesto. Entonces hagamos de la politica una pedagogia y de la pedagogia una politica.
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