Patricia Mercedes Aníbal Viana
Maestrante en Educación. Mención Currículo
"Desquite" no se vendió. Lo que valía lo pagaron después de muerto, al delator. "Desquite" era uno de ésos: era uno de los colombianos que más valía: 160 mil pesos… Otros no se venden tan caro, se entregan por un voto….Por eso le hago esta elegía a "Desquite", porque con las mismas posibilidades que yo tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que confiere Rimbaud a la poesía: la mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado.
Pero la vida es a veces asesina .
Educación, esperanza y vida van ligados. Lo establece la Unesco. Se percibe en las expresiones de los niños y niñas que quieren cambiar su historia de infortunios cuando le preguntas ¿Para qué vas a la escuela? y te responden “Para ser alguien en la vida”.
La educación es esperanzadora en medio de esta crisis humanitaria que vivimos. Uno se pregunta como educador ¿Cuándo vamos a ver los frutos del sistema educativo colombiano si en este momento histórico, ideológica y metodológicamente diverso, la corrupción y el crimen permean todas las clases y condiciones sociales? ¿Si las políticas públicas construidas y sancionadas que están generando más desigualdad y más pobreza son producto de los egresados del mismo sistema educativo colombiano? ¿Estamos educando niños y jóvenes… pero para qué sociedad? ¿Cuál será la Colombia que les tocará vivir cuando terminen su universidad los niños que este año empezaron el pre escolar? ¿Qué condiciones y herramientas de pensamiento les estamos proporcionando en las escuelas y universidades guajiras a los niños y jóvenes para que puedan leer, interpretar y cambiar esta realidad? ¿Vale la pena seguir en el ejercicio de la docencia a pesar de todas las limitaciones, contrariedades e incertidumbres que genera hoy día esta profesión cada vez más estigmatizada y menos valorada?
Teniendo en cuenta que la educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda conseguir ideales de paz, libertad y justicia social, mi respuesta como docente con alta conciencia pedagógica es que sí vale la pena. “Un pueblo puede tener piedras, garrotes, pistolas y cañones, aun así, sino tiene educación está completamente desarmado” . Ahora mismo La Guajira rural está completamente desarmada e impotente para enfrentar la complejidad del contexto. Hoy día más de 70 mil niños indígenas están por fuera del sistema educativo precisamente por las políticas públicas neoliberales que niegan una educación pública de calidad, administrada y financiada por el Estado.
Un estudiante con innumerables influencias de problemas en su entorno familiar y social, -como en la mayoría de nuestros colegios públicos rurales y urbanos-, no cuenta con las condiciones adecuadas y dignas, en su institución educativa para “armarse” de conocimiento. Con una visión distorsionada de su historia, de su realidad y sin un horizonte claro de su proyecto de vida, está condenado al fracaso, a engrosar los grupos delincuenciales, a incrementar el porcentaje de jóvenes presidiarios y presidiarias y el promedio de adolescentes drogadictos y enfermos, a aumentar el promedio de arrestos, de asesinados, a sumarse al número de adolescentes embarazadas, a aumentar el número de accidentes de tránsito por causa del alcohol y la poca formación en cultura vial, porque al final, todo en Colombia se vuelve cifras, como lo han sido los niños muertos por desnutrición, los estudiantes desplazados forzosamente, los desertores por problemas de salud, por falta de transporte y alimento escolar, por falta de contrato de docentes o por amenazas hacia sus docentes.
Hay jóvenes que desde que nacen están condenados a engrosar esas estadísticas y como “Desquite”-personaje principal de la obra de Gonzalo Arango en el poema “elegía a Desquite”-, hay muchos en Colombia, y se están incrementando en el territorio guajiro. Esos que de tanto huir olvidan su nombre y deben resignarse -los que los aman- a seguir sus alias y sus rastros. Esos que equivocaron su camino, los que perdieron la posibilidad de dirigir la Historia, o su propio destino, los que su Filosofía, por llamarla así, es la violencia y la muerte. Como dice el narrador del poema: Me hubiera gustado preguntarle en qué escuela se la enseñaron para defender su derecho a vivir. ¿No habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?
Riohacha, Marzo 20 de 2017
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