LA EDUCACION DE CALIDAD. EL CUENTO MODERNO. "MI AMIGO KUY "

Había una vez, en un pequeño jardín, una lombriz llamada Francisca, a quien sus amigos conocían de cariño como Pancha. Pancha era una lombriz común de pocos meses, disfrutaba de jugar al fut-bol, ver las caricaturas, chatear en internet y salir a dar la vuelta a la calle con sus amigos y amigas.
Nada en particular hacía diferente a Pancha de las lombrices de su edad. Nada hasta ese día que por curiosidad aceptó la amistad de Kuy en internet.
En esa ocasión apareció un mensaje que decía: “¿quieres ser mi amiga?” Panchita creyendo que era una broma de sus compañeros de salón decidió decirle si a este personaje.
Empezaron platicando cosas simples. Haciéndose preguntas sencillas. ¿Cómo te llamas?, ¿cuántos años tienes?, ¿cómo es tu mamá, tu familia y tus amigos?
Todo transcurría con normalidad hasta que Kuy preguntó: -¿En qué año vives?
Panchita pensó que era una broma de su nuevo amigo y le contestó:
-En el 2010, ¿En qué otro año puedo vivir?
-¿Puedo visitarte algún día? Dijo Kuy.
-Pues no sé, necesito preguntarle a mi mamá. Mencionó Panchita.
-Muy bien pregúntale y luego me dices.
Pasó mucho tiempo y la amistad fue mejorando con los días. Panchita disfrutaba bastante de las fotos que le mandaba Kuy del espacio exterior y Kuy disfrutaba mucho de las fotos que recibía de paisajes de la tierra.
A Panchita le agradó demasiado su nuevo amigo y le preguntó a su mamá si Kuy podía visitarla. La señora Tere, mamá de Panchita, decidió acceder a la petición de su hija, pues era más seguro conocer al amigo en casa que fuera de ella.
-Está bien Pancha que venga, pero después de que yo lo conozca hablaremos sobre si te conviene o no esa amistad.
-Gracias mami. Contestó entusiasmada Panchita.
La siguiente vez que se conectó a internet Panchita le comentó a su amigo Kuy:
-Puedes venir a visitarme el próximo domingo, mi mamá ya aprobó tú presencia en la casa. Voy a preparar una comida riquísima y tendré algunas fotos de mi último viaje de vacaciones.
-Muchas gracias Panchita, yo le pediré a mis papás que me dejen ir aunque sea un ratito a tu casa. Ya tengo varios días portándome bien y no creo que haiga problema.
-Muy bien Kuy. Mañana nos leemos, tengo que ir a dormir.
-Hasta mañana Panchita.
Los dos amigos siguieron comunicándose diariamente y ambos coincidían en querer que pronto llegara el día domingo. Panchita le había mandado a su amigo Kuy una foto de la afuera de su casa para que no se fuera a equivocar y una foto de su familia para que los conociera con anticipación. Kuy por su parte le dijo que estaría puntualmente a las 7:00 p.m.
Y de repente llegó el día domingo. Panchita tenía preparada la casa desde muy temprano y la señora Tere vigilaba con toda precaución la llegada del personaje desconocido para ella.
-¡Mamá, mamá! Gritó Panchita. Faltan 5 minutos para las 7:00 ¿crees que venga Kuy?
-Yo creo que sí. No seas desesperada. Ya debe de venir en camino.
-Tengo muchas ganas de conocerlo mami. Siempre platicamos cosas interesantes y me envía fotos muy hermosas.
A las 7:00 p.m. en punto se escuchó sonar la puerta. Panchita se apresuró a abrir y ¡oh sorpresa!
No era Kuy. Solo encontró un regalo grande con una tarjeta que decía: “Discúlpame mi papá no me dejó salir. Luego conversamos en internet”
-¡Mami, mami, Kuy no pudo venir pero me dejó este regalo para disculparse!
-Pues ábrelo. Veamos que te mandó ese amiguito tuyo.
Con cuidado Panchita fue desenvolviendo el regalo pues no quería que se estropeara nada. Cuando por fin terminó se quedó sorprendida y miraba extrañada aquel objeto.
-¿Qué es mami? Preguntó Panchita.
-No lo sé Panchita. Parece una caja de metal común y corriente. Pero es un metal demasiado ligero. Guarda tu regalo, ya después le preguntaras a tu amiguito.
Panchita llevó con duda aquella caja que no tenía nada de sorprendente. Nada más que era de un metal muy liviano.
Cuando se llegó la hora de dormir, panchita puso la caja de metal a un lado de su cama para no perderla de vista. ¡De repente! Empezó a aventar luces de colores, brillaba similar a un arcoíris.
-¿Qué está pasando? Detente, me estoy asustando.
La caja de metal se detuvo inmediatamente y dejó de aventar luces.
Durante la noche Panchita tuvo mucho miedo. No le contó a su mamá porque sabía que no se lo iba a creer. Después de estar pensativa por mucho tiempo finalmente la venció el sueño.
A la mañana siguiente Panchita se levantó muy temprano para ir a la escuela y les contó a sus amigos lo que le había pasado.
-¡En serio! Fue algo asombroso. No lo podía creer. Les confieso que me dio miedo al principio pero me llené de valor para gritarle a mi regalo que se detuviera.
-A mi se me hace que soñaste esas tarugadas Panchita, eso no puede ser cierto. Dijo Miguel, un gusano feo y poco amistoso, mientras todos sus amigos se burlaban.
Panchita se sintió ofendida porque sus amigos no le creían.
-¿Qué haré para que me crean?, yo no soy mentirosa.
En la tarde, cuando llegó de la escuela, se conectó inmediatamente a internet para platicar con su amigo Kuy. Pero Kuy no estaba en el internet en su lugar solo había un mensaje que decía: “Discúlpame amiga mi papá me tiene castigado y no voy a poder platicar contigo hasta mañana”
Cuando Panchita se fue a dormir estaba temerosa pues recordó que la noche anterior su regalo se puso a aventar luces color arcoíris.
-¿Qué irá hacer hoy mi regalo? Se preguntó asimisma.
-No voy hacer nada si tú no lo quieres. El regalo habló.
-¿Qué? Panchita no podía creer que una caja de metal hablara.
-Si tú no quieres que haga nada, no haré nada.
-¿Como es posible que puedas hablar? Preguntó Panchita.
-Puedo hacer muchas cosas, no solo hablar.
-¿Qué tipo de cosas?
-Muchas, ¿Quieres probar?
Panchita tenía mucho miedo. No sabía que decir ni que pensar. Tal vez solo era un sueño… un sueño demasiado raro.
-¡Vamos no tengas miedo! Entra dentro de mí. En ese momento se abrió la parte superior de la caja para dejar ver su interior. Por dentro no había nada era una caja como cualquier otra.
-Recuerda que tú eres mi nueva dueña y tengo prohibido hacerle daño a mi amo. Eso dice mi garantía.
Panchita se animó a entrar al interior de la caja. Total cosas más raras tal vez ya no podían pasar, ¿o sí?
-¿Qué quieres que hagamos? Preguntó su caja al momento que se cerraba.
-Está muy obscuro aquí adentro. ¿Podría haber más luz? Inmediatamente se iluminó el interior de la caja.
-¿Así está bien? Preguntó el regalo.
-Sorprendente. ¿De dónde tomas tú energía?
-Pues de tus deseos.
-Pero ¿cómo es eso posible?
-No estoy programada para responder eso pero así es. ¿Dime qué te gustaría hacer?
-Quisiera que mis amigos me crean que tú existes y que no piensen que yo soy mentirosa.
-¿Y cómo quieres hacerle para retirarles la duda?
-No lo sé. Nunca había pensado en eso. Tal vez si ellos te vieran dejarían de dudar. Eso me gustaría, que te vieran para que se les quitara lo bocones.
-Tal vez es momento de que salgas de mi interior. Comentó la caja.
Panchita no preguntó nada. Tal vez la caja se molestó por algo que ella dijo. Cuando salió se quedó maravillada, estaba justamente en el cuarto de su amigo Miguel. Miguel estaba exageradamente asustado de que hubiera aparecido una caja de la nada.
Panchita aun confundida le dijo a su amigo:
-Hola Miguel, ahora si me crees lo que te decía. Miguel se desmayó y Panchita pidió a su caja la regresara a su casa.
Al siguiente día Panchita fue a la escuela y saludó a todos sus amiguitos. Aprovechó para platicar con Miguel y preguntarle.
-¿Qué te pareció mi caja? Es fabulosa ¿verdad?
-No sé de que me estás hablando. Eso de tu caja son puras mentirotas.
Todos los animalitos miraban a Panchita con curiosidad. Se les hacia raro que volviera a comentar lo de su caja cuando un día anterior todos se habían burlado de su relato.
Panchita regresó a su casa muy molesta y confundida e inmediatamente se conectó a internet.
-Hola Kuy, ¿Cómo estás?
-Bien Panchita, ¿Te gustó mi regalo?
-Sí, si me gustó pero está muy raro. Tal vez no lo sé utilizar, ¿en dónde lo conseguiste?
-Lo venden en cualquier tienda. Aquí donde yo vivo son muy comunes.
-¿y dónde vives?
-Perdón que no te lo dije al principio pero temí que ya no quisieras ser mi amiga. Yo vivo en el Séptimo sol.
-¿y dónde queda ese jardín?
-Pues la verdad si está muy lejos de tu casa. Algo así como 40 años hacia tu futuro.
-¿cómo?
-No te asustes Panchita. Por eso no te lo quería decir.
Surgió un largo espacio sin respuesta en la computadora y luego Panchita se apresuró a escribir.
-jajaja ¿sigues bromeando verdad?
-No. Esa es la realidad.
-Si eso es cierto ¿cómo pensabas venir a visitarme?
-Para nosotros es fácil viajar al pasado aunque tenemos que obedecer unas sencillas reglas.
-No te creo nada. Me estás engallando de nuevo. Dijo Panchita muy molesta.
-No te engaño. Te voy a mencionar las reglas del viaje pero debes prometerme nunca jamás revelarlas.
-Muy bien. Prometo no decirle a nadie las reglas de un viaje al pasado.
-Las reglas son tres. Recuerda que los seres del futuro, como yo, no existimos para los seres comunes en tu presente. Así que no comentes nada porque dirían que estás loquita.
1.- No podemos transportar objetos de aquí hacia el pasado a menos de que ya hallan sido inventados.
2.- No podemos decirle a los seres del pasado que va ha suceder más delante.
3.-Debemos comportarnos tal como lo hacen ustedes.
-Son reglas muy sencillas. Ya casi te puedo creer. Pero ¿cómo le hacen para viajar al pasado? Alguna respuesta debe haber.
-Tenemos muchas formas de hacerlo pero eso te lo diré después. Por lo pronto dime ¿cómo te trató el juguete que te mandé?
-Es algo raro. Ayer por la noche fuimos a visitar a uno de mis amigos que no creía en su existencia y al verla, mi amigo, se desmayó. Hoy en la escuela le recordé lo que había pasado y me dijo que no sabía de qué le estaba hablando.
-Eso es muy simple Panchita. Comentó Kuy. La caja que yo te envié es un simulador de la realidad. Tú piensas lo que desearías y dentro de ella te lleva a realizarlo.
-No entiendo que me quieres decir.
-Cuando entras a la caja comienza el juego. La caja te pide un deseo. Luego la caja construye una ilusión de tu deseo. Después sales de la caja y observas que pasaría si ese deseo se hiciera realidad. Por último, entras a la caja y regresas a donde estabas. Ahí termina el juego.
-¿Eso quiere decir que la visita a la casa de mi amigo Miguel no fue cierta?
-Esa es la realidad. Tú nunca fuiste a la casa de Miguel pero si hubieras ido lo que te mostró la caja era lo que hubiera pasado “posiblemente”.
-¡Ah, ya entendí! Y ¿por qué me mandaste esa caja si en mis tiempos todavía no se inventan?
-Te equivocas. Según los datos que tengo en mi computadora, algunas personas ya gozan de ese beneficio en casa. Claro está que el costo de ese aparato es demasiado caro y no lo puede tener cualquiera. En pocas palabras, todavía no se venden para el público en general.
-Entonces te costó mucho este regalo. Si quieres te lo regreso.
-En tus tiempos valen mucho. Pero aquí los venden como productos muy baratos por ser antiguos. Aunque si tuve problemas por enviarte ese regalo, por eso me castigaron. Cuando iba a viajar me detuvo mi papá y me dijo que había olvidado la primera regla de viaje. Yo quise defenderme diciéndole que ese juguete ya había sido inventado en tus tiempos pero no me creyó. Tuve que investigarlo junto con él en internet durante varias horas. Cuando ya le comprobé que era cierto lo que yo decía me retiro el castigo.
-¡Panchita ya apaga esa computadora, ya es tarde! Grito la señora Tere desde la otra habitación.
-Me tengo que ir. Mi mamá me está hablando. Le comentó Panchita a su amigo Kuy.
-Muy bien Panchita, nos leemos luego. Recuerda que no puedes revelarle a nadie lo que te conté porque me meterías en grandes problemas.
-No te preocupes. No lo sabrá nadie. Será un secreto entre nosotros dos.
-Ahora que ya sabes como utilizar tu caja de regalo disfrútala.
-¡Panchita que ya apagues esa computadora o te voy a castigar! Volvió a insistir la señora Tere.
-Nos vemos Kuy, ahora si me urge apagar la computadora sino mi mamá se va a molestar.
-Muy bien Panchita. Luego te leo.
-Adiós Kuy.
Desde ese día Panchita empezó a disfrutar su caja de simulación. Entraba muy seguido a ella. Le gustaba desear ver el espacio exterior, los diferentes planetas de las caricaturas y alguno que otro artista de moda. Visitó a muchos personajes animados con su regalo, la mayoría iniciaban su encuentro con un desmayo como le pasó a su amigo Miguel pero ya luego disfrutaban el tiempo con Panchita.
Un día, como cualquier otro, Panchita se levantó como de costumbre. Fue a bañarse y cuando llegó a la cocina le pareció extraño que no estuviera el desayuno listo.
-¿Qué pasaría? Mamá siempre lo alista mientras me baño. Mamá, mamá ¿dónde estás? Dijo Panchita mientras se dirigía a la recamara de la señora Tere.
La mamá de Panchita estaba con la piel morada y sudorosa. Definitivamente las cosas no estaban nada bien.
-¿Qué te pasa mamá, qué tienes?
Batallando para hablar la señora Tere le respondió:
-No lo sé Panchita, me siento muy mal.
Panchita tomó el teléfono, llamó inmediatamente al doctor y a sus familiares más cercanos. Su tía Pili, su tío Juan y todos sus primos llegaron lo más pronto que pudieron. Todo ese día fue de preocupaciones para Panchita así que se olvidó de la escuela, el fut bol y, claro está, de su amigo Kuy. Se decía así misma constantemente, como si estuviera el disco rayado en su cerebro:
-Nada es más importante que mamá. Ella es lo único que tengo. ¿Qué haría yo sin ella? La mamá es lo más importante en el mundo y en la vida. No veo mis días sin ella.
Como una chispa en su cabeza surgió la idea de llamar a la escuela para comentarle a la maestra lo que había sucedido. La maestra Triny, una hormiga muy hermosa, elegante y bonita, entendió el problema y se los comunicó a sus compañeros de salón.
-Niños y niñas. Panchita tiene muy enferma a su mamá, tal vez no venga por unos días. Necesito que le lleven la tarea a la casa y que por favor, el que pueda, valla a visitarla. Panchita requiere todo el apoyo que le sea posible.
Cuando terminó el doctor Rocha, grillo de reconocida trayectoria en la medicina, de checar a la paciente les habló a los tíos de Panchita.
-Lo siento. La señora Tere está en fase terminal. Todo parece indicar que tenía un tumor de cáncer y nunca asistió a revisiones.
-¿Pero cómo puede ser eso? Mi hermana siempre ha estado sana. Preguntó la tía Pili.
-Así es. El cáncer es una enfermedad silenciosa. La única manera de observarlo es con revisiones periódicas y la señora Tere nunca se fue a checar. La única solución sería operar. Pero debo ser sincero, de cada 100 seres que se operan solo 5 salen con éxito absoluto, 15 con daño cerebral y más de 30 quedan sin poder caminar. En 50 de cada 100 es posible la muerte.
-Es difícil decidir ahora doctor. Necesitamos pensarlo bien. Comentó el tío Juan.
-Tomen su decisión pero recuerden que entre más tiempo pase más peligro corre la señora Tere.
-¿Qué pasa tía Pili? Interrumpió Panchita en la plática.
-Tu mamá está muy grave, prepárate para cualquier cosa. Le explicó todo lo que había dicho el doctor y le dijo: -Te podría engañar y decir que esto pasará pero no tiene caso. La situación de tu mamá es difícil.
Panchita salió corriendo a su cuarto y se puso a llorar. Al entrar al cuarto su regalo prendió sus luces como en señal de alerta.
-¿Qué te pasa amo? Preguntó la caja.
-Mi mamá está muy enferma y es posible que muera si la operan.
-¿Te gustaría saber qué pasaría si la operan? Entra dentro de mí.
A Panchita le pareció una buena idea y decidió intentarlo. Cuando estaba dentro de la caja su deseo era uno solo; “saber qué pasaría si operaban a su mamá”
-Tal vez es momento de que salgas de mi interior. Mencionó la caja como en otras ocasiones.
Panchita salió de la caja y se encontró con un funeral. El ambiente era muy triste y todos lloraban. Definitivamente la operación no era buena idea. Al acercarse al ataúd observó a su mamá y lloró con muchas más ganas. Sentía terriblemente que el alma se le salía del pecho porque no podía soportar el dolor en su interior. Regresó a la caja y ésta la llevó a su cuarto.
-No temas Panchita, yo trabajo con tus deseos y construyo posibilidades pero no realidades. Puede ser que lo que acabas de ver nunca suceda.
Después de varios días las cosas estaban empeorando. Panchita seguía sin ganas de hacer nada por la vida y la señora Tere cada vez se veía más débil. En ese momento llegó el doctor Rocha hacer su revisión de rutina y comentó a los familiares.
-Ya no hay tiempo para decidir. Necesitamos operar inmediatamente o esperar la muerte en uno o dos días.
La tía Pili y el tío Juan decidieron lo mejor. -Opere doctor ya nada podemos perder.
-Muy bien. La sala de operación está lista para las 8:00 p.m. de mañana domingo. Tengo que ser demasiado realista, la operación es cara y las posibilidades pocas.
Panchita se sentía morir. Nunca había experimentado tanto dolor en su cuerpo. Era complicado entender lo que estaba pasando.
La familia de Panchita empezó a vender todo lo que tenían para pagar la operación. Muebles de la casa, cosas de la cocina, del baño, del cuarto de la mamá y, claro está, del cuarto de Panchita.
-Hay que vender todo lo que tengamos para pagar la operación de tu mamá Panchita, espero me entiendas. Dijo el tío Juan.
-Si tío. Nada más déjame despedirme de mis cosas.
-Está bien Panchita hazlo rápido.
Las posesiones más valiosas para Panchita eran dos; la computadora que le regaló su papá antes de morir y la caja de metal que había recibido de Kuy.
-Me conectaré por última vez a Internet. Le comentaré a mi amigo Kuy que ya no podremos platicar. Pensó Panchita.
-Hola Panchita qué milagro. ¿Por qué no te habías conectado?
-Mamá está enferma de cáncer. Es muy posible que muera. Tengo que vender todas mis cosas para pagar la operación así que tal vez sea la última ocasión que platiquemos por Internet. Me dio mucho gusto conocerte Kuy.
-¿Cuándo operan a tu mamá?
-Mañana a las 8:00 p.m., necesitamos reunir ese dinero de inmediato. Adiós Kuy.
-Adiós Panchita.
El tío Juan se llevó la computadora y todos los juguetes de Panchita a vender. El cuarto de Panchita quedó totalmente vació. Bueno casi vacío. El tío Juan dejó la caja porque no encontró nada interesante en ella.
-¿Una caja?, ¿Quién la compraría?
A las 7:00 p.m. del día domingo todos estaban en la sala de espera del hospital. Todo estaba listo y solo faltaba la orden del doctor Rocha. La señora Tere estaba muy asustada porque sabía lo que podía pasar. Alrededor de ella estaban todos sus familiares dándole palabras de aliento.
Una enfermera, cucaracha vestida de blanco, llegó a la camilla y la retiró de sus familiares.
-Lo siento. Ya se acerca la hora.
Cuando avanzó unos metros con la camilla se detuvo y le dijo a la señora Tere.
-Perdón señora lo olvidaba. Su hija Panchita me pidió que le diera este pedazo de dulce cristalino antes de su operación y me suplicó que lo tomara antes de entrar al quirófano. No encontré modo de decirle que no.
-¿No es peligroso para la operación? Preguntó la señora Tere.
-No lo creo señora. Con y sin dulce, Usted está arriesgando su vida.
-Muy bien señorita enfermera vamos hacer la última revisión antes de operar. Comentó el doctor Rocha.
Toda la familia de Panchita se la pasó rezando para que las cosas salieran bien. A las 8:30 p.m. salió el doctor y le dijo a la familia.
-Lo siento. Un gran silencio se sintió en la sala. Panchita esperaba lo peor.
-No podemos operar. Ha pasado algo verdaderamente sorprendente. En la última revisión el cáncer ha desaparecido. Al principio pensé que era un error pero ya checamos varias veces y nada. Ya no hay cáncer.
-¿Dónde está mi mamá? Preguntó Panchita.
-Está saliendo de la sala de operación. Está muy débil pero con el tiempo irá mejorando. De todos modos necesito que vengan a revisión cada tercer día para observar el progreso en la salud de su mamá.
Al paso de una semana todo regresó a la normalidad. Como no hubo operación se volvieron a comprar los muebles y se recuperó la computadora de Panchita.
-Hola Panchita ¿cómo estás?
-Mejor que nunca Kuy. Mi mamá mejoró de repente y yo estoy feliz.
-Me da gusto saberlo Panchita. Tal parece que podremos seguir siendo buenos amigos.
-Así parece kuy. Me tengo que ir voy a acompañar a mi mamá al médico. La van a revisar para ver cómo sigue. Hoy es la última cita.
-Muy bien Panchita. Luego nos leemos.
El doctor Rocha confirmó lo que ya sabía.
-Su estado de salud es de lo mejor. No sé cómo explicarlo pero así es.
La señora Tere y Panchita hicieron una fiesta para celebrar el acontecimiento.
-Permítame presentarle a la señorita Gloria, ella es la enfermera que nos iba ayudar con su operación. Mencionó el doctor Rocha.
-Hola señorita Gloria. Mucho gusto en volverla a saludar.
-¿Cómo, ya se conocían?
-Si, conocí a la señorita Gloria antes de entrar al quirófano. Ella era quien movía mi camilla.
-Hola señora Tere, me da gusto verla recuperada.
Panchita andaba corriendo por el patio y la señora Tere le gritó:
-Panchita ven a saludar a los invitados. Ella es la señorita enfermera y ella es mi hija Panchita, pero creo que ustedes ya se conocían.
-Si, mamá. Vi pasar a la señorita Gloria muchas veces por el pasillo de urgencias.
-Pues FELICIDADES señora Tere por su recuperación. Dijo el doctor.
-De verdad muchas FELICIDADES. Comentó la enfermera.
-Si mamá muchisisimas FELICIDADES. Vamos a seguir corriendo y a seguir jugando.
-Discúlpenla está feliz porque vino a visitarla su amigo Kuy. Es aquel gusano delgado de rayas cafés. Mencionó la señora Tere.
-Que cosas pasan señora. Yo creí que aquel gusano delgado era su hija. Mencionó la enfermera. Todos soltaron la carcajada y vivieron felices por siempre.

Raymundo Carmona Jasso

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