Investigación Científica: Elemento vital para la Universidad

Por: Ronald Maraví Zegarra (Docente Universitario)

Pensemos en cualquier universidad y asumamos que en ella se realiza investigación científica; ¿qué le ocurriría si, de un momento a otro, tal actividad dejara de practicarse?

No cabe duda que no se paralizaría. No dejaría de hacer el resto de cosas que normalmente hace: procesos de matrícula, desarrollo de las clases y actividades académicas colaterales, labores administrativas, cursos de actualización profesional, proyección social, etcétera. La universidad seguiría con su dinámica habitual. Igual habrían egresados y hasta titulados. De hecho, existen muchas universidades en donde no se investiga seriamente y otras en las que ni siquiera hacen el intento y, sin embargo, nadie les ha extendido certificado de defunción. Siendo esto así, ¿qué necesidad y provecho hay en investigar? ¿Para qué dedicar tiempo, energía y recursos en una actividad, aparentemente, superflua?

Las peores enfermedades, las más peligrosas y letales son las asintomáticas. Aquellas que, a pesar de estar presentes en nuestro organismo, no se manifiestan sino cuando ya es tarde. Coexistimos con la enfermedad pero no nos damos cuenta. Nuestros días están contados pero como no nos hemos enterado seguimos desarrollando nuestras habituales actividades. Igual trabajamos, dormimos, amamos, nos alimentamos, y nos divertimos. Hay algo en nuestro organismo que nos está matando pero, como el resto funciona normalmente, no le damos ninguna importancia. A veces sentimos un ligero malestar que se repite con alguna frecuencia, pero como no impide que hagamos lo de costumbre no le prestamos atención. Mayor interés le damos a ese barrito en el rostro o a esas inoportunas arrugas. Nos preocupamos de nuestra apariencia sin saber que internamente hay un carcinoma que crece.

La universidad que no investiga sufre de una enfermedad asintomática. Al igual que el resto de enfermedades de esta naturaleza, solo un examen detenido puede hacernos ver qué ocurre más allá de lo epidérmico. En virtud de esto, no solamente se podrá constatar que son pocos los que elaboran un trabajo de investigación para graduarse; sino, también, tras minuciosa evaluación, probablemente encontremos otras cosas menos palmarias, pero no menos importantes.

Como el que investiga está obligado a enterarse de los nuevos conocimientos, probablemente encontremos en la universidad que no investiga que los profesores no han leído o, peor aun, no conocen el estado del arte en su respectiva especialidad (tengamos en cuenta que el estado del arte no es lo que dice el autor de moda, ni lo que está escrito, necesariamente, en el último best seller; que todos nos apuramos en comprar y, principalmente, mostrar). Probablemente encontremos en la universidad que no investiga, que la mayor preocupación está en pronunciar correctamente los extranjerismos recién llegados: coaching, mentoring, e-learning, balance scorecard y otros tantos; en lugar de preocuparse en verificar si las ideas que estos terminejos rotulan son realmente originales.

Como el que investiga debe tener siempre una actitud crítica, tanto con el conocimiento vigente como con los recientes hallazgos; probablemente encontremos en la universidad que no investiga que los alumnos de últimos ciclos solo reproducen, jamás cuestionan. Sólo hacen preguntas, jamás debaten. Probablemente encontremos en la universidad que no investiga que los profesores califican, con su actitud, de hereje o sacrílego al alumno que se atreve a discutir su opinión (la que por cierto muchas veces solo es eco de lo dicho por la vaca sagrada de turno).

Como el que investiga necesita mantenerse actualizado; probablemente encontremos en la universidad que no investiga que su biblioteca carece de revistas científicas.

Como el que investiga necesita exponer ante la comunidad científica sus hallazgos, probablemente encontremos en la universidad que no investiga publicaciones de poco valor. Probablemente encontremos que sus egresados no son capaces de escribir aceptablemente. Probablemente encontremos que los eventos científicos (mesas redondas, simposios, seminarios, debates, etcétera) nunca se realizan.

Como el que investiga lo hace en un contexto social determinado, probablemente encontremos en la universidad que no investiga que los conocimientos que se transmiten se han generado observando otras realidades. Diferentes a la propia, y que, en tal sentido, devienen, muchas veces, inaplicables; teórica y tecnológicamente.

Como el que investiga lo hace en un contexto social determinado, probablemente encontremos en la universidad que no investiga que los conocimientos que se transmiten se han generado observando otras realidades. Diferentes a la propia, y que, en tal sentido, devienen, muchas veces, inaplicables; teórica y tecnológicamente.

Como el que investiga ha internalizado que en ciencia no existe la infalibilidad y, como consecuencia, ha desarrollado su capacidad creadora; probablemente encontremos en la universidad que no investiga que sus egresados, al ejercer la profesión, son incapaces de pensar, frente a nuevos desafíos, en caminos o estrategias alternas.

Como el que investiga ocupa gran parte de su tiempo en el estudio y la reflexión, probablemente en la universidad que no investiga haya quienes califiquen la investigación como una actividad improductiva y, en consecuencia, le destinen pocos recursos.

Todas estas manifestaciones –y muchas más- no son lo suficientemente evidentes. Es necesario, como ya dijimos, un detenido examen. Si nos percatarnos tarde de ellas solo comprobaremos la metástasis de la que somos victimas.

Imaginemos cómo son las clases en una universidad que no investiga. El profesor inicia la sesión indicando qué tema se tratará. Seguidamente desarrolla cada uno de los puntos del mismo. Los alumnos hacen preguntas que obligan a repetir lo dicho. Para las evaluaciones, se pide que estudien algunos textos y sus apuntes de clase; y el día del examen se les formula preguntas con las que, el profesor, busca comprobar si se asimilaron las ideas que él trasmitió. El indicador de éxito está en función a qué tan fielmente se reproducen éstas o a qué tan capaz se es para aplicarlas a determinadas circunstancias. En una universidad que no investiga esto se repite en las aproximadamente 4000 horas que el estudiante dedica, en los cinco años de su formación, a la actividad académica. Haciendo lo mismo durante 4000 horas, ¿qué perfil de egresado podemos esperar? El cerebro del egresado de una universidad que no investiga se parece mucho a una caja de herramientas, en el mejor de los casos.

Es imposible que la universidad que no investiga concrete su misión. Una formación profesional de calidad no puede carecer de las competencias que solo se ganan cuando se investiga permanentemente. Por ello, es errado creer que con solo promover la elaboración de tesis el problema está solucionado. Como también es un error asumir que la escasa investigación se debe a que hay pocas tesis. Este ni siquiera es el aspecto más importante. Que sean pocas las tesis no es causa de nada pero sí consecuencia de todo. La universidad que no investiga no puede esperar que existan muchas tesis. Y de las pocas que hay no puede esperar que sean brillantes. No se puede pedir peros al olmo. No podemos exigir a quien se le llamó exitoso por correr cien metros planos en veinte segundos, que, de la noche a la mañana, corra esa misma distancia pero a la mitad del tiempo. No podemos exigir a un estudiante que en 4000 horas nunca investigó seriamente que, ahora, luche por el Nóbel.

Si queremos que los egresados de la universidad cuenten con las competencias que el trabajo investigativo permite desarrollar, vale decir: actitud crítica y autocrítica, creatividad, capacidad analítica, capacidad para acopiar, procesar e interpretar información teórica y empírica; capacidad de síntesis, capacidad de escucha, capacidad de expresión oral y escrita; es necesario que la investigación sea norma y no excepción. Que se investigue en todos los niveles: horizontal y verticalmente, alumnos y profesores.

Si la universidad deja de investigar difícilmente conseguirá que sus egresados demuestren esas competencias. Si la investigación solo se limita a la realización de tesis, esto más que un indicador de cuánto se produce científicamente será el mejor testimonio de lo que le pasa a las universidades que no investigan.

Nadie exige que los egresados sean científicos. Pero sí que tengan actitud científica. El científico es el que ocupa gran parte de su tiempo en tratar de conocer la realidad y de proponer formas de adaptación o modificación de la misma. Quienes propugnamos la investigación en la universidad no aspiramos a que todos los que pasen por ella sean científicos (con que de cada cien uno lo sea, es suficiente) Lo que buscamos es que todos los que son parte de la comunidad académica –profesores, alumnos y egresados- demuestren actitud científica. Ahora que vivimos en la era del conocimiento y que se afirma que es la posesión de información lo que determina quién tiene el poder, creemos urgente que los profesionales sepan buscarla, procesarla, interpretarla y aplicarla. Esto es clave. No basta con repetir la información, es necesario crearla y recrearla. En la universidad que no investiga, en las 4000 horas que pasa en ella, el estudiante solo repite la información que el profesor le ha transmitido. La que a su vez éste repite de los escritores que leyó. Escritores que no son la fuente original de la información porque ellos mismos repiten lo que otros, para otros espacios, han generado.

La universidad que no investiga no perecerá de muerte súbita. La suya será una agonía prolongada y triste. Pero cuando finalmente fenezca, habrá quienes se consuelen al saber que el cuerpo sin vida terminó en el mausoleo más bello, en el féretro de más fina madera y vestido con sus más bellos atuendos.

Visitas: 101

Comentar

¡Necesitas ser un miembro de RedDOLAC - Red de Docentes de América Latina y del Caribe - para añadir comentarios!

Participar en RedDOLAC - Red de Docentes de América Latina y del Caribe -

IFC-RedDOLAC

Campus Virtual RedDOLAC

Su Constancia RedDOLAC

Anuncie sus Congresos o servicios Educativos en RedDOLAC

Consúltenos al correo: direccion@reddolac.org

Contáctenos

Participe en la sostenibilidad de RedDOLAC

Canal de audio RedDOLAC

RedDOLAC

Organizaciones

Su constancia de RedDOLAC

Gracias por su visita

© 2024   Creado por Henry Chero-Valdivieso.   Tecnología de

Emblemas  |  Reportar un problema  |  Términos de servicio