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LA PAZ SOCIAL Y LA SUSTENIBILIDAD AMBIENTALBlg° Rómulo Loayza AguilarEscuela de Biología en AcuiculturaUniversidad Nacional del SantaChimbote, Perúemail: rloayza@uns.edu.peLa Tierra, la casa que…Continuar
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Cambio climático: reflexiones sobre sus implicancias en Chimbote (Perú)
Blgº Rómulo E. Loayza Aguilar
Docente Escuela de Biología en Acuicultura
Universidad Nacional del Santa
rloayza@uns.edu.pe
El cambio del clima en el mundo es un tema que los científicos comenzaron a advertir a inicios del siglo pasado, sospechando en ese momento que ello podría deberse a la excesiva quema de combustibles a partir de la primera revolución industrial; pero solo ellos podían proyectar y entender la magnitud de las consecuencias. En las décadas de los ’50 ya era evidente la disminución de los núcleos de hielo polares y en los ’60 se pudo demostrar que producto del frenético crecimiento industrial, la concentración de gases naturales de la atmosfera, como el CO2, estaba elevándose aceleradamente, atribuyéndosele como el principal responsable del incremento de la temperatura sobre la Tierra; sin embargo, en esos momentos los grupos de poder político y económico, se encargaron de minimizar e inclusive ridiculizar la información, porque ello obligaba a innovar sus tecnologías para reducir las emisiones gaseosas, “atentando” en contra de sus intereses económicos. En el año 1990, un grupo de más de 400 científicos confirmaron que el calentamiento atmosférico de la Tierra era irrefutable, con consecuencias dramáticas para la vida sobre la Tierra, e hicieron un llamado a la comunidad para que el tema sea abordado con la seriedad que significaba su dimensión: los hielos polares habían disminuido significativamente, el régimen de lluvias y sequias había cambiado, los ciclones y huracanes aumentaron su frecuencia e intensidad, las estaciones primaverales se adelantaban, etc. En este contexto la presión científica, académica y también de una parte de la sociedad civil, permitió que en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo realizada en 1992 en Rio de Janeiro, se aprobara la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En 1998 se estableció el protocolo de Kyoto en Japón, proponiéndose como objetivos reducir las emisiones de gases invernadero como CO2, CH4, N2O, HFCs, PFCs y SF6, a 5% por debajo de los niveles de 1990, en el periodo de 2008 al 2012. La presión internacional para reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero (naturales y sintéticos) ha seguido creciendo, siendo el ultimo evento el realizado en Lima, denominado COP-20, cuyo propósito fue preparar una “hoja de ruta” para la “neutralidad climática” a fin de no permitir que el incremento de la temperatura en el globo terráqueo supere los 2 °C al finalizar este siglo. Aun cuando en la COP-20 no se han alcanzado los acuerdos que todos aspirábamos, se espera que en el “camino” estos se superen, a fin de que en la COP-21 a realizarse en Paris (Francia) este año, principalmente los países con mayor desarrollo industrial como USA y China, responsables de más del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, convengan un acuerdo climático global vinculante, y los ciudadanos del mundo tengamos por fin la esperanza de revertir el modelo de crecimiento que por más de 150 años atento en contra del delicado equilibrio de la Tierra, y visualizar el futuro del planeta, contribuyendo de este modo a garantizar la paz mundial.
En el marco de las repercusiones por el cambio climático mundial, el Perú es considerado como el tercer país con más alta vulnerabilidad a este proceso, solo después de Bangladesh y Honduras. En este mismo contexto, la región Ancash probablemente es una las más vulnerables en nuestro país. En esta región se ponen en riesgo sus actividades productivas que dependen directamente del clima: agrícolas, extracción pesquera, acuícolas y turismo, y la gran heterogeneidad de ecosistemas y sus poblaciones; lo que obviamente debe obligarnos a tratar de compenetrarnos con el problema y ser creativos para implementar las acciones que nos permitan reducir ese grado de vulnerabilidad. Algunas regiones del país, como Piura, Cusco, Apurímac, han tomado en serio la información y las advertencias sobre las consecuencias del cambio climático en sus territorios, sin embargo, muchas, como la región Ancash aún no muestran preocupación por ello. Los principales responsables de aplazar el abordaje de esta problemática y por tanto convertir en cada vez más dificultoso las soluciones, obviamente que son atribuidas directamente a los que dirigen el gobierno regional y los gobiernos locales, ya que encarar el tema significa movilizar recursos humanos, logísticos y fundamentalmente económicos, que no pueden ser asumidos como tales por otras instituciones, como las universidades, en donde se maneja el tema de modo solvente.
Producto del cambio climático, para fines de siglo es muy probable que Ancash habría perdido sus glaciares y con ello la Tierra habría perdido el 70% los únicos glaciares tropicales del mundo; la gran heterogeneidad de pisos ecológicos se habrán simplificado y muchas especies habrán desaparecido y otras se habrán instalado. Durante el estado de transición hacia un clima termal, la infraestructura vial, principalmente costera vulnerable a las lluvias, será afectada, y se estima que en 40 años, la región solo contara con el 60% del agua con la que cuenta hoy, y con ello impactos en la generación de energía hidroeléctrica y serias restricciones en los proyectos agroindustriales CHAVIMOCHIC y CHINECAS. Producto del calentamiento del mar, la “anchoveta” habrá migrado, poniendo en riesgo una de las principales actividades económicas de la región, originando con ello problemas no solo de carácter económico, sino fundamentalmente sociales. El nivel del mar definitivamente se elevara, poniendo al descubierto la vulnerabilidad de las ciudades costeras, como Coishco y fundamentalmente Chimbote.
Chimbote, con una población cercana a los 400000 hab. compartida en sus dos distritos: Chimbote y Nuevo Chimbote, sin lugar a dudas es el espacio urbano más vulnerable al cambio climático en la región Ancash. La expansión urbana de esta urbe se caracteriza por ser escasamente planificada, a expensas de invasiones de terrenos, con núcleos importantes de pobreza. Aproximadamente la mitad de la población está asentada en la ribera de la bahía “El Ferrol”, a menos de 3 msnm, sobre un humedal perfectamente funcional, cuyo nivel freático es controlado por una serie de drenes construidos a inicios de los años ’40. El cauce natural del rio Lacramarca, que atravesaba el casco urbano de la ciudad de Chimbote, en el año 1972, debido justamente a la amenaza de inundación por causa del evento “El Niño”, fue desviado hacia el sur del mismo humedal, el cual mantiene sus cualidades naturales. La otra mitad de la población, la más joven, se localiza sobre un terreno de dunas, a más de 20 msnm. La población del distrito de Nuevo Chimbote utiliza el agua del rio Santa para su provisión de agua potable, en tanto que los moradores del distrito de Chimbote, utilizan para el mismo fin el agua del subsuelo del humedal. En Chimbote existen alrededor de 1400 pescadores artesanales, que se sirven de la enorme riqueza biológica del litoral marino. Aproximadamente el 24% de la PEA de Chimbote depende de modo directo de la industria pesquera, en sus rubros de la producción de conservas y harina y aceite de pescado. Urbanísticamente un porcentaje importante de las viviendas de esta urbe, están construidas de material provisional, casi todas tienen techo plano, al igual que los edificios públicos y privados; las calles y avenidas no cuentan con canales de drenaje para evacuar las lluvias.
Aun cuando existe mucha predisposición para adoptar compromisos vinculantes por casi todos los países del mundo para emprender acciones orientadas a impedir que el incremento de la temperatura a nivel del globo terráqueo supere los 2 °C al finalizar el presente siglo, sin embargo, debemos ser conscientes que si USA, China y la UE, responsables del más de 52% de las emisiones de gases de efecto invernadero, sigan manteniendo posiciones muy poco proactivas a esta intención, lo más probable es que antes de finalizar el presente siglo, la situación mundial sea la que todos queremos evitar. Frente a estos escenarios la mayoría de los pueblos del mundo están planificando acciones para adecuar sus territorios a las nuevas condiciones que nos viene imponiendo y que nos seguirá imponiendo la naturaleza. En este contexto el probable escenario que tendremos que enfrentar en Chimbote, seria debido a los impactos en el stock de “anchoveta”, con repercusiones de índole económico y social, por la probable desaparición de la industria de la harina y aceite de pescado, escenario que ya hemos experimentado en eventos “El Niño” fuertes. Al elevarse el nivel medio del mar, la infraestructura urbana, viviendas, edificios, centros comerciales y recreacionales, así como las vías de comunicación terrestre local y nacional, serán progresivamente invadidos por el agua marina. Se pronostica que el litoral norte del país, será el espacio con mayor variación de la temperatura del aire, lo que nos convertirá progresivamente en una zona lluviosa, con impactos impredecibles hasta antes de alcanzar la estabilidad ecosistémica, ya que por un lado enfrentaremos los desbordes del rio Lacramarca, el que además en algún momento retomara su cauce natural por el centro del casco urbano de la ciudad, y por otro lado se pudiera ocasionar erosión de las calles y avenidas construidas sobre terreno arenoso, lo que afectara la infraestructura urbana y vial. Los probables huaicos del rio Lacramarca, como los experimentados en los eventos “El Niño”, ocasionaran la destrucción de terrenos de cultivo y de tramos de las avenidas E. Meiggs y J. Pardo, vías de comunicación no solo interdistritales, sino que comunican el norte del país con el sur. Estas lluvias, como ya somos testigo de lo que ocurre en varios lugares del mundo, originaran inundación de nuestras calles y avenidas porque no están preparadas para evacuar las aguas de lluvia. Por otro lado los techos de las viviendas, sobre todo precarias de los cinturones de pobreza, colapsaran porque no están construidos para soportar la acumulación de agua, ocasionando la perdida de enseres y atentando en contra de la salud de las familias. En tanto desaparezcan los nevados de la Cordillera Blanca y se estabilice el ecosistema termal, el caudal del rio Santa disminuirá, generando conflictos sociales serios por su uso para la actividad agroindustrial de CHINECAS y CHAVOMICHIC, su empleo para agua potable, y porque es de suma importancia mantener el caudal ecológico al mar, ya que ello garantiza mantener la productividad marina, básica para el sostenimiento de la pesca artesanal, de tanto arraigo en nuestra realidad.
Frente a este escenario crudo y cruel generado por la falta de prudencia, omisiones voluntarias o la ambición de grupos de poder, de los mismos humanos, las autoridades de turno deberían mostrar interés para planificar el verdadero desarrollo sostenible de la provincia, tomando en consideración no solo los criterios para enfrentar adecuadamente los impactos que se pronostican ocurrirán por efectos del cambio climático, sino también tomando en cuenta muchas otras variables, que nos conduzcan a contar con una ciudad moderna de cara a convertirla en una metrópoli, aplicando criterios modernos, como de metabolismo urbano endosomatico, ciudad compacta y espacio público como lugar de comunicación y encuentro; privilegiar el uso de las energías renovables autosostenibles, la cultura de la ecoeficiencia, el transporte planificado, erradicación del modelo consumista, el mantenimiento de la diversidad biológica, la salud pública y la calidad del aire y del suelo a niveles adecuados de acuerdo con las normas locales específicas.
Este cambio radical es posible, solo hace falta que surja el grupo humano, liderado por el alcalde la provincial, que quiera transcender en la historia de su pueblo, como ya ha ocurrido en muchos lugares del mundo: el alcalde líder, que tenga la capacidad de mirar el desarrollo de Chimbote más allá de su gestión. Un alcalde que tenga la capacidad de convocatoria a los recursos humanos locales para consensuar el genuino desarrollo de la ciudad.
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