UNIVERSIDAD NACIONAL “HERMILIO BALDIZAN”

ESCUELA DE POSGRADO
PROGRAMA POSDOCTORADO EN CIENCIAS

ENSAYO:
LA INVESTIGACIÓN SOCIAL DE HOY: UNA REFLEXIÓN EPISTEMOLÓGICA

Autor: Miguel Angel Valdivia Pinto

“La negación de la complementariedad paradigmática en la investigación social de hoy … es el principio de lo absurdo de la involución de ti y de mí y de nuestra propia tiranía académica”
Miguel Angel Valdivia Pinto

DUALISMO TEÓRICO EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL.
La discusión metodológica respecto a la explicación científica en la teoría social ha estado dominada, históricamente, por el mito de que existe una separación tajante entre los métodos de las ciencias sociales y los de las ciencias naturales. Este mito ha asumido la forma de un dualismo metodológico que se expresa a través de conceptos como: lo “nomotético” y lo “ideográfico”, la “explicación” (Erklären) y la “comprensión” (Verstehen), la “razón” y la “causa”. Estos binomios conceptuales han representado, no obstante, mamparas semánticas para fomentar la impostura y la falta de rigor empírico, especialmente en el campo de lo social. El empleo de estos artilugios no es una cuestión del pasado, sino que en la actualidad está presente en corrientes de moda como las “postmodernistas”, “discursivas”, “hermenéuticas”, “funcionalistas”, “teorías de la estructuración”, entre otras.
Desde el surgimiento de las ciencias sociales en los siglos XVIII y XIX se han generado allí tres dogmas fundamentales que, de una u otra forma, han influido enormemente en la praxis de la teoría social: el primero de estos dogmas expresa que, para el estudio de la sociedad, debe existir un método particular mediante el cual los expertos de estas disciplinas lleven a cabo su trabajo; el segundo dogma postula que este método especial (algo así como una “receta mágica” para el estudio de la sociedad) se diferencia, en aspectos primordiales, del método empleado por los científicos naturales; finalmente, el tercer dogma dice que entre el método propio de las ciencias sociales y el de las ciencias naturales existen grandes diferencias que deben ser respetadas para no violentar el objeto de estudio.
Estos tres dogmas se conjugaron (en el plano epistemológico) de tal suerte que dieron origen al llamado dualismo metodológico. Para Salas (2006), el dualismo metodológico consiste, básicamente, “en la tesis de que la actividad científica se vale de diferentes reglas, según el tipo de fenómeno (objeto) que se quiera estudiar” (p. 52). De acuerdo con esta posición, resulta inadecuado que el método científico empleado por un físico, por un biólogo o por un ingeniero mecánico, sea también utilizado por un sociólogo, un psicólogo o un jurista.
La realidad social por ser histórica, dialéctica y contradictoria requiere, según este enfoque, de unos procedimientos sui generis para ser captada en su vasta complejidad. Es un error, por lo tanto, aplicar al estudio de los fenómenos humanos las mismas reglas de trabajo que se utilizan para estudiar un mineral o una célula. La sociedad es mutable e impredecible, las leyes físicas no tanto; una roca no reacciona ante nuestros pronósticos y predicciones, una persona sí; un elemento químico tiene estas o aquellas propiedades que pueden ser determinadas a priori con mucha exactitud; las propiedades de un grupo humano son emergentes y no pueden conocerse de antemano; las personas reaccionan frente a los intereses, las ideologías o las mentiras, las cosas físicas no. Todo esto hace que el universo de la realidad socio-histórica sea infinitamente más complejo y vasto que el de la realidad natural y que, por lo tanto, esté justificada una neta separación en sus respectivos protocolos investigativos.

El conflicto entre lo “nomotético” y lo “ideográfico”

Una de las principales formas discursivas en que se introdujo el dualismo metodológico en el análisis científico de la sociedad consistió en postular una división tajante entre lo nomotético lo ideográfico. Según este esquema, propuesto originalmente por el filósofo neokantiano Windelband y desarrollado por su discípulo Rickert, las ciencias naturales se basan en criterios universalizadores; es decir, en leyes (de allí el término “nomos”) que son aplicables de manera extensiva a una misma categoría de objetos ónticos; es decir, de fenómenos físicos. Por su parte, Salas (ob.cit), señala que, “las disciplinas sociales e históricas son, fundamentalmente, “ideográficas” en el tanto ellas buscan captar lo individual, lo biográfico y, por ende, lo irrepetible en el acontecer humano”.
Muchos de los argumentos a favor de esta dicotomía (que ha influido tanto en autores como Weber, Collinwood o Popper), se encuentran en la obra clásica de Heinrich Rickert: “Ciencia Cultural y Ciencia Natural”. Es allí donde este autor (citado por Salas), postula los elementos fundamentales para justificar metodológicamente la separación que aquí nos ocupa:
a) La división refleja, según Rickert, el contraste de intereses cognoscitivos que hay entre un científico natural y uno cultural. Si negásemos la distinción, negaríamos también, se dice, la diferencia de los intereses, lo cual es, a todas luces, absurdo. Siempre habrá individuos con gustos epistemológicos distintos: unos que se preocupan (y ocupan) de la realidad humana e histórica y otros de la realidad física. Ello será siempre así y no se ven razones por las cuales deba cambiar.
b) Las ciencias naturales se valen de un método empírico (natural), mientras que las disciplinas culturales emplean un método histórico. Lo característico del método natural radica en la pretensión de legalidad de sus preconceptos, es decir, en una validez generalizadora; mientras que lo propio del método histórico es su naturaleza singular o individualizadora. Tal y como dice Rickert: “La realidad se hace naturaleza cuando la consideramos con referencia a lo universal; se hace historia cuando la consideramos con referencia a lo particular e individual. Y, en concordancia con ello, quiero oponer al proceder generalizador de la ciencia natural el proceder individualizador de la historia.”
c) Las ciencias naturales apelan, en su labor, al conocimiento puramente fáctico, mientras que lo social está también emparentado, en no raras ocasiones, con lo intuitivo.
d) Las ciencias culturales operan sobre bases valorativas, “en oposición a la ciencia natural, que es una investigación encaminada a descubrir las conexiones legales o de conceptos universales, sin preocuparse lo más mínimo de los valores culturales...”
Hoy, no es posible sostener, sin reservas, que las ciencias naturales se basan solo en lo empírico, que allí no juega un papel la intuición o que los valores están al margen del conocimiento natural. Estas aseveraciones han sido, entretanto, descartadas como insuficientes o, en muchos casos, como ilusorias. Pero de esto nos encargaremos más adelante. Por ahora, veamos un segundo argumento que se utiliza a favor del dualismo metodológico.

El conflicto entre el “erklären” (explicar) y el “verstehen” (comprender).

Se ha dicho que las ciencias naturales explican los fenómenos, mientras que las ciencias sociales los comprenden. La diferencia entre estos dos conceptos reposa e que, mientras en el primero se buscan las causas materiales (ontológicas) de un acontecimiento, en el segundo se buscan las razones del fenómeno en cuestión. Para Salas (ob.cit), a explicación apunta, por lo tanto, “hacia las estructuras empírico reales de la naturaleza, mientras que la comprensión hacia el significado social de esas estructuras para las comunidades humanas” (p. 53) . De allí que la explicación suele ser una respuesta a la pregunta por qué; la comprensión a la pregunta cómo.

Críticas al planteamiento dualista

Tal como lo señala Salas (ob.cit), “qué se acepte como una “explicación científica” en una disciplina determinada (no importa si esta es “natural” o “social”), depende, finalmente, de los Valores en juego del investigador” (p. 54). De allí que, y sin necesidad de recurrir a redundancias o tautologías inútiles, se puede decir que una “explicación” es aquello que se admite como una “explicación en la comunidad respectiva. Un debate (racional) sobre cualquier tema solo es posible para aquellos que acepten un conjunto de postulados lógicos, epistemológicos y, sobre todo, axiológicos iguale o similares. De no aceptarse dichos postulados, entonces cualquier discusión al respecto es literalmente imposible. En este caso, no hay nada que discutir y nos encontramos ante tesis inconmensurables, o sea, ante un diálogo de sordos.
En fin, las explicaciones científicas solo son aceptadas como tales por aquellos que creen en la ciencia. Para quienes adoren a otras deidades, no habrá templos, ni oraciones, ni santuarios, pero tampoco laboratorios científicos que logren mermar su incredulidad. Tal y como sabiamente sostenía F. Waismann (citado por Salas): “El desconsuelo del corazón no ha de ser jamás acallado por la lógica” Esto no significa, por supuesto, que cualquier explicación sea igualmente válida. Una cosa es el derecho (fe) a creer y otra cosa distinta es pretender que nuestra creencia se ajuste a la realidad del mundo. Un hombre de ciencia no tiene por qué rechazar a priori las creencias que no concuerden con sus esquemas, pero tampoco tiene por qué aceptar acríticamente aquellos postulados que contradigan, de manera abierta, todas las evidencias empíricas y los hechos conocidos hasta ese momento.

Saber nomotético e ideográfico.

Desde la distinción griega entre doxa y episteme, pasando por el debate moderno entre racionalistas y empiristas y la propuesta del positivismo de los siglos XIX y XX, el panorama epistemológico contemporáneo ha sufrido profundas transformaciones. Dentro de ellas, la más dramática es el paulatino abandono de la búsqueda de fundamentos a priori, universalmente válidos. En su lugar, nos encontramos con estudios históricos, sociales, culturales y psicológicos del quehacer científico, es decir, nos encontramos con que ciertas formas, tradicionalmente no filosóficas, de obtener conocimientos, ofrecen su peculiar perspectiva para analizar y comprender el origen y la legitimidad del conocimiento científico.
Según Martínez (2004) “a lo largo de todo el siglo XX, hemos vivido una transformación radical del concepto de conocimiento y del concepto de ciencia. Estamos llegando a la adopción de un nuevo concepto de la racionalidad científica, de un nuevo paradigma epistemológico” (p. 67). En este sentido, el modelo científico positivista que imperó por más de tres siglos comenzó a ser cuestionado severamente a fines del siglo XIX por los psicólogos de la Gestalt, a principios del siglo XX por los físicos, luego, más tarde en la segunda década por los lingüistas, y finalmente en los años 30 y 40 por los biólogos y los filósofos de la ciencia.
Muchos fueron manifestando su insatisfacción con la racionalidad lineal, unidireccional, surgiendo la necesidad de reemplazar el modelo axiomático de pensar, razonar y demostrar, con su ideal puro lógico-formal, lógico-matemático, con una lógica que diera cabida a la auténtica y más empírica realidad del mundo en que vivimos y con el que interactuamos, de un mundo donde existen inconsistencias, incoherencias lógicas y hasta contradicciones conceptuales. De esta manera, el problema principal que enfrenta actualmente la investigación y su metodología tiene un fondo esencialmente epistemológico.
De ahí, la aparición sobre todo en la segunda parte del siglo XX, de las corrientes post modernistas, las post estructuralistas, el construccionismo, la teoría crítica, el análisis del discurso y en general los planteamientos que formula la Teoría del conocimiento. El razonamiento deductivo utiliza el método deductivo que relaciona tres momentos de la deducción: 1) Axiomatización (1er principio) se parte de axiomas; verdades que no requieren demostración, 2) Postulación se refiere a los postulados, doctrinas asimiladas o creadas y 3) Demostración, referido al acto científico propio de los matemáticos, lógicos, filósofos.
Según Sandia (2002), “la noción ideográfica se deriva de la concepción de ideo-fenómeno, esto quiere decir, un fenómeno único o unitario. Se relaciona con un carácter individual, no digno de ser comparado con fenómenos similares” (p. 26). De acuerdo con esta noción, cada cual tiene diferencias individuales importantes, uno no es comparable en términos de identidad con ningún otro. Existe una diferenciación, o más bien, una “individualización” que se tiene que considerar con el objeto o fenómeno de estudio al hacer investigación y en el caso de la investigación en educación, este objeto que es el hombre, es irrepetible, por ello comparte la noción de fenómeno ideográfico.
Asimismo, Sandia (ob.cit), establece que “la noción de nomotético está relacionada con la idea de un objeto de estudio que conforma una clase, por consiguiente, posee características similares al resto de los sujetos o miembros de la misma” (p. 29). Partiendo de este punto de vista, se puede establecer una especie de “comunidad” o uniformidad entre los elementos que conforman el grupo de estudio. Ésta es la noción que usualmente manejan los investigadores en las ciencias naturales, puesto que esto les permite agrupar clase de fenómenos en atención a sus características comunes o repetibles para cada grupo, las cuales funcionan como criterio de agrupación.
Parra (2001) manifiesta que” para muchos cientistas sociales actuales las opciones son radicales, o se elige una opción u otra” (p. 26). Sin embargo, para otros en cambio, las opciones no son tales, ellas se pueden ubicar en un continuo a través del cual se puede ir comprendiendo y explicando, en una suerte de modelo ecléctico. Entre tanto, para otros es hora de continuar una metateoría y una meta metodología que logre integrar las diversas posiciones en los ámbitos respectivos y que supere las antinomias o dualismos, por ejemplo, teoría-práctica, micro nivel de análisis - macro nivel de análisis, explicación- comprensión.
Cabe mencionar que Dávila (2006) señala que, dentro de las tendencias actuales de investigación educativa, pueden destacar entre otras, los siguientes: “De la Pedagogía experimental a los métodos en investigación en educación, Diseños cuasi experimentales, Investigación ex post facto, Análisis multivariado, Estadística informática, Meta-análisis, Metodología cuantitativa, Investigación- acción, Investigación descriptiva, Investigación Histórica” (p. 56).
FUENTE: TESIS DOCTORAL (MIGUEL ANGEL VALDIVIA PINTO)

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