Resiliencia colaborativa y transdisciplinariedad, reflexiones para la adversidad

“La transdisciplinariedad, consiste como el prefijo 'trans' indica, a lo que está a la vez entre, a través y más allá de toda disciplina. Su objetivo o finalidad es la comprensión del mundo actual, donde uno de sus imperativos es la unidad del conocimiento” (Nicolescu, 1996, 38).
Emiliano Leovigildo Hernández López
Edgar Ricardo Morgan López

Introducción

Tal como sugieren los teóricos transmodernos, las distintas crisis a las que se enfrenta la humanidad se deben principalmente (en su base ontológica) a una visión sumamente fragmentaria, mecánica, gris y aburrida del mundo surgido de la modernidad. Aceptar cada vez más ampliamente que es necesario atender los aspectos que constituyen, analíticamente, al ser humano: el cognoscitivo, el afectivo y el psicomotor, y que cualquier proceso educativo que desatienda alguno de estos aspectos, o enfatice uno por encima de los demás, resultará en un desarrollo desequilibrado del ser humano.

Retomar las declaraciones de la UNESCO de educar en un sentido amplio para aprender a pensar, aprender a convivir, aprender a ser y aprender a resolver problemas. Para ello nos preguntamos ¿la educación puede sostener todavía un proyecto liberador?, para responder a estas interrogantes necesitamos nuevos enfoques teóricos entre ellas:

a) Una teoría de la educación, como fenómeno multirreferencial, la comprensión de estos procesos educativos requiere plantear un modelo de conocimiento, pudiendo retomar el “pensamiento complejo” de Edgar Morin. Hay necesidad de un paradigma que supere

la modernidad y la englobe en un modelo e d u c a t i v o t r a n s m o d e r n o e n t r e la combinación de instrumentalidad-técnico racional.

b) Una teoría de la comprensión humana, hace falta una visión educativa teórica que fundamente una política de calidad amplia diversa y multidimensional.

c) La educación para la Era Planetaria ha de ser multicultural y universalista. Esto signi ca desde el punto de vista losó co y eco-pedagógico que la formación de la “consciencia de sí” (principio de identidad) tiene tanta importancia como la formación del “ser-para-otro” (principio de socialidad o de alteridad).

La propuesta es a través de la Epistemología para el desarrollo humano, intentar conocer el cómo: pensamos, nos desenvolvemos individualmente o que sentimos y cuáles son nuestras maneras naturales de convivir con los demás; este nuevo sujeto deberá ser resiliente con la capacidad de desarrollar competencias, habilidades de resolución de problemas, una conciencia crítica, autonomía y un sentido del propósito (Benard 1995). Ser resiliente con la capacidad de un sistema, comunidad o sociedad expuestos a una amenaza para resistir, absorber, adaptarse y recuperarse de sus efectos de manera oportuna y eHcaz, lo que incluye la preservación y la restauración de las estructuras y funciones básicas (ONURRD, 2015; 5). Esta estrategia persigue establecer las bases de un sistema de educación a distancia sustentable y escalable, que contribuya a que los estudiantes refuercen las habilidades digitales para los trabajos del futuro.

En el presente trabajo denominado “Resiliencia Colaborativa y Transdisciplinariedad, Re exiones para la Adversidad”, nos invita a re exionar que en el contexto de la Pandemia COVID-19, los países tienen la responsabilidad de repensar la educación para el nuevo mundo globalizado, dejar formar para el mercado del trabajo se convirtieron en enseñaderos o fabricantes de recursos humanos cali cados olvidando las funciones formativas. La escuela post-pandemia COVID-19, plantea realizar una deconstrucción y construcción curricular que proporcione herramientas cognitivas, emocionales y éticas para que las nuevas generaciones comprendan la urgencia de una transformación en la distribución de la riqueza, incentivando la lucha contra el consumismo y la re exión sobre otras posibles realidades donde la dignidad de la vida humana sea un derecho ejercido por todos.

1.- Repensar la educación para el nuevo mundo

En estos tiempos de cambios acelerados (políticos, educativos, sociológicos, económicos; etc.) tenemos que pensar en un sujeto diferente, en el marco de la Epistemología del Desarrollo Humano, nos encontramos con un tema muy interesante, con la seguridad que los conocimientos previos nos han ayudado a entender mejor de que trata este paradigma a partir de los postulados epistémicosque encierran los enigmas cientí cos que plantean la construcción de esta propuesta.

En este ámbito, el concepto de resiliencia desde el campo de la psicología ayuda a clariDcar los factores internos y las características personales que poseen las personas. Por tanto, puede que todos nazcamos con una base experiencial de tipo biológico en lo que respecta a nuestra capacidad de ser resilientes, gracias a que somos capaces de desarrollar competencias, habilidades de resolución de problemas, una conciencia crítica, autonomía y un sentido del propósito (Benard 1995): dicho rasgo, la noción de resiliencia tiene en cuenta los contextos sociales, culturales del trabajo y la vida de los i n d i v i d u o s ; p r o m u e v e u n a p e r s p e c t i v a multidimensional y que se comprende mejor dentro de un sistema social de interrelaciones (Walsh, 1998; también Richardson et. al, 1990; Benard, 1991, 1995; Gordon, 1995; Luthar et. al., 2000; Henderson y Milstein, 2003).

Resulta completamente interesante el hecho de ser estudiados como individuos y también nuestros roles y relaciones en la sociedad. Esto hace pensar en dos situaciones que menciona Kant en su teoría Humanística, pues él hablaba del “reino de la necesidad” cuando todo aquello que la razón

humana a través del método cientí co desarrollado por Newton descubre sometido a la naturaleza.

Se comprende con esto que desde siempre la humanidad ha intentado conocer todo aquello a su alrededor, construir el conocimiento para así saberlo, descubrirlo y estudiarlo todo, pero también se interpone una barrera que Kant describe muy bien, “El reino de la libertad” cuando el libre albedrío del hombre no puede ser explicado, es aquí donde la Epistemología desempeña su papel en el desarrollo humano, intentar conocer el cómo: pensamos, desenvolvemos individualmente o que sentimos y cuáles son nuestras maneras naturales de convivir con los demás.

Para esto es necesario que cada ser humano reconozca su libertad, su valor, el amor propio y hacia los demás, su manera de percibir la vida y esa hermosa característica que ningún otro ser tiene sobre la tierra; el de crear sueños para volvernos invencibles, un sueño nos impulsa hacer grandes cosas y aquí es donde desarrollamos en la mayoría de las veces las herramientas y adquirimos habilidades necesarias para la obtención del conocimiento y la experiencia para la creación de nuestro propio conocimiento basado en vivencias; aplicando así la Epistemología e n un campo más

amplio y difícil de entender pero con una riqueza de saber impresionante, que solo puede ser explotada si se tiene esa sed de conocimiento.

Analizando las diferentes posturas que ha tenido la humanidad, y que ese humanismo ha sido trastocado por los diversos posicionamientos epistemológicos que llevan a expresar que el recurso contra la desmodernización y la posmodernidad no puede ser el regreso a la premodernidad, sino la búsqueda de una nueva construcción social bajo el concepto de educación transmoderna, donde la persona pueda combinar un universo tecno-económico de racionalidad instrumental con la movilización de una identidad cultural no fragmentaria y una vida interior psíquica, ética y espiritual satisfactoria.

La educación transmoderna definiría una visión de mayor alcance y profundidad en valores que la muy bien intencionada -pero insuficiente- visión moderna de la formación valoral fundada en tres vertientes:

- Educación para el desarrollo del juicio moral.

- Educación para los derechos humanos.

- Educación para la paz. [Schmelkes, 1997]

Tales vertientes propuestas por la visión humanista de la modernidad son una dimensión trascendental del desarrollo del nuevo sujeto y la sociedad; sin embargo, es necesario avanzar más allá de ello, proponiendo dimensiones profundas de la evolución de la conciencia personal y social.

Tal como sugieren los teóricos transmodernos, las distintas crisis a las que se enfrenta la humanidad se deben principalmente (en su base ontológica) a una visión sumamente fragmentaria, rota, alienada, chata, mecánica, gris y aburrida del mundo surgido de la modernidad. Por ejemplo, las dimensiones del desarrollo humano consideradas por la visión humanista de la modernidad se reducen a tres, como se observa en la siguiente cita: «Se considera que, si la escuela no forma valoralmente, o lo hace en forma oculta, no será capaz de desarrollar al ser humano en forma integral. Se acepta cada vez más ampliamente que es necesario atender los aspectos que constituyen, analíticamente, al ser humano: el cognoscitivo, el afectivo y el psicomotor, y que cualquier proceso educativo que desatienda alguno de estos aspectos, o enfatice uno por encima de los demás, resultará en un desarrollo desequilibrado del ser humano. La escuela tradicionalmente ha enfatizado el aspecto cognoscitivo por encima de los otros dos». [Schmelkes,1997;9].

Muchas escuelas y universidades imbuidas del mandato de formar para el mercado del trabajo se convirtieron en enseñaderos o fabricantes de recursos humanos calificados olvidando las funciones formativas de la educación. Lo que la tradición occidental se denominó desde siempre
“formación humanista”. Las Declaraciones de la UNESCO en las últimas décadas hablan de volver a educar en un sentido amplio para aprender a pensar, aprender a convivir, aprender a ser y aprender a resolver problemas. Este el “canon” que las autoridades educativas de todo el mundo han adoptado sobre todo a partir del Programa Educación para Todos (Jomtien, 1990). Pero, estamos lejos de haber alcanzado esos propósitos, como podemos constatar por el alto número de personas analfabetas, del progreso del iletrismo y de la pérdida de competencias para convivir, para escribir o pensar en el mundo actual.

La educación encierra hoy más que nunca interrogantes. Al mismo tiempo, se espera de ella demasiadas cosas que en realidad deberían ser atendidas por otros agentes. Tal es el caso en América Latina, se pide a la educación que ayude a disminuir el desempleo, la pobreza, las enfermedades transmisibles, la desnutrición, la marginalidad y otras cosas que dependen de las políticas económicas y sociales. ¿La educación puede sostener todavía un proyecto liberador?, para responder a estas interrogantes necesitamos nuevos enfoques teóricos.

La teoría de la educación, como fenómeno multirreferencial, comprende aspectos:

- Una concepción del ser humano y del mundo, o sea, una filosofía;

- Una teoría del conocimiento fundada en las ciencias cognitivas y en la crítica epistemológica;

- Una visión enciclopédica de las teorías y competencias científicas que los alumnos deberían aprender;

- Una visión ético y política de los valores que se consideran adecuados para transmitir a los individuos en sus contextos sociales y culturales;

- Una visión histórica y prospectiva de las funciones de la educación;

- Una definición de los métodos y condiciones pedagógicas adecuadas para la enseñanza y el aprendizaje.

La comprensión de estos procesos educativos requiere plantear un modelo de conocimiento, pudiendo retomar el “pensamiento complejo” de Edgar Morin, ya que recurre a instrumentos de análisis diversos y se sitúa en un plano de complementariedad con respecto a distintas antinomias: racionalidad - irracionalidad; materialismo espiritualismo; individuo-sociedad; tradición-modernidad entre otras. Este enfoque asume una teoría de sistemas que permite analizar los procesos educativos tanto en sus estructuras como en las acciones humanas.

Hay necesidad de un paradigma que supere la modernidad y la englobe en un modelo educativo

Una teoría de la comprensión humana, lo que Edgar Morin llama teoría de la complejidad; el ser humano es complejo pero la educación moderna lo ve como un ser humano simple, sin pensamiento -solo le interesa la el homus economicus-, no hay un análisis complejo del sistema educativo. Hace falta una visión educativa teórica que fundamente una p o l í t i c a d e c a l i d a d a m p l i a d i v e r s a y multidimensional.

La educación para la Era Planetaria ha de ser multicultural y universalista. Esto significa desde el punto de vista filosófico y eco-pedagógico que la formación de la “consciencia de sí” (principio de identidad) tiene tanta importancia como la formación del “ser-para-otro” (principio de socialidad o de alteridad). La negación del “otro” se encuentra en la base de todas las relaciones de dominación. Por ello en este ámbito de la adversidad. ¿Cómo podemos repensar la educación en medio de las mutaciones que estamos experimentando? ¿Estamos preparados para el homus mutatis y civernéticus? ¿Se puede decir con sinceridad que el currículo de y los programas educativos a c t u a l e s q u e u t i l i z a n p r e p a r a n a s u s estudiantes para 2030 o 2050?

“El enfoque pedagógico que pervivirá hacia el futuro será un modelo híbrido, en donde esté presente tanto la educación a distancia como la educación presencial, de acuerdo con las necesidades de cada uno de los sistemas educativos estatales”. (22 de julio de 2020 en https://www.gob.mx/sep/articulos/boletin-no-196).

Los procesos de enseñanza y aprendizaje híbridos se entienden como la forma de instrucción va cobrando fuerza y presencia global, no sólo en instituciones de educación básica, sino también en el nivel universitario. Su ventaja clave, más allá de su conveniencia y flexibilidad, es la posibilidad de brindar al alumnado una educación personalizada a sus necesidades e intereses.

Esta estrategia se emparenta con la de Aprender en Casa, pero va más allá. No es un proyecto de corto plazo o sólo para amortiguar la suspensión de clases; persigue establecer las bases de un sistema de educación a distancia sustentable y escalable, que contribuya a que los estudiantes refuercen las habilidades digitales para los trabajos del futuro.

No es la panacea, ni solucionará las fallas en nuestra educación, pero —pienso— es una aportación fundamental. Por desgracia, como siempre, los segmentos marginados serán los últimos en beneficiarse; no cuentan con aparatos ni conexión a la red. Claro, no es culpa de la escuela. Por una parte, la brecha digital discrimina a los más pobres (también escasos de capital cultural), por otro lado, permite que ciertos sectores sociales aprovechen las oportunidades para ascender en la vida.

Bibliografía

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¿Para qué educamos hoy? Buenos Aires.

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Comentario por Amanda M. Martínez Trujillo el febrero 28, 2022 a las 3:35pm

Comentario por Amanda M. Martínez Trujillo el febrero 28, 2022 a las 3:35pm

Interesante y enriquecedora su publicación. La importancia de redimensionar el pensamiento y flexibilizar la mente, tanto en los procesos de aprendizaje como de investigación.

Saludos.

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