"Nadie enseña a nadie, con humildad para aprender, tod@s aprendemos de tod@s"
Recientemente, en la Universidad Veracruzana, en el área donde yo trabajo, nos estamos abocando a la construcción de una nueva estructura organizativa que se denominará Sistema de Educación Multimodal y en el que todas las entidades académicas de educación no convencional, nos integraremos en un solo modelo entrelazado para generar nuevas carreras, nuevos formatos y aplicaciones de innovaciones en la forma de diseñar cursos y presentarlos a nuestros estudiantes para su selectividad de trayectoria escolar.
Esto me orilla a la reflexión, sobretodo porque el término de lo multimodal parece ser extrapolado del ámbito exclusivamente de las tecnologías de la información y la comunicación, para introducirse en los ámbitos de la educación abierta, a distancia y en línea, que ya existían desde hace tiempo en la universidad. Hacerlo de esta manera y ubicar lo multimodal únicamente en el uso de los instrumentos, diría yo los fierros tecnológicos, es asumir una perspectiva reduccionista de un repertorio de posibilidades educativas que van más allá de utilizar, bien o mal, una computadora o una red en función de tareas de aprendizaje.
En diversos foros donde expongo mis ideas, insisto e insistiré siempre que la parafernalia de la tecnología hoy tan en boga debe colocarse en un segundo término, tal vez como andamiaje importante pero no esencial, de lo que debe ser el sentido de la educación de calidad en nuestros diferentes sistemas educativos nacionales. Hoy, lo que es un asunto de desarrollo humano, el referente a la necesidad de aprender para crecer y expandir capacidades personales, se ha magnificado como un asunto de indole informático y de programar los diseños instruccionales, con la finalidad de ajustar tuercas y verificar bobinas de contenidos educativos enlatados, y no de la posibilidad de que maestros y estudiantes recreen, creen y compartan conocimiento aplicables a la realidad inmediata.
El cambio al que ha convocado el rector de la Universidad Veracruzana, Dr. Raúl Arias Lovillo, nos obliga a que se rediseñen muchas de las tareas que hasta ahora hemos desarrollado en nuestras escuelas de educación no convencional, tanto en el sistema abierto como en la educación virtual. Debemos mantener y mejorar aquellos procesos que buenos resultados nos han redituado y evaluar el por que hemos fracasado en algunos proyectos que no aterrizaron correctamente en sus objetivos iniciales.
Pero sobretodo, debemos reaprender el como desarrollar proyectos educativos que se desenvuelvan exitosamente en ambientes presenciales, semipresenciales y no presenciales, para bien de los estudiantes que seleccionan cualquiera de estos tres ámbitos. Para ello, es necesaria la aplicación tanto de técnicas de evaluación permanente como de la investigación educativa para generar conocimiento de los problemas y las soluciones posibles que se hallan en el manejo de distintas modalidades de aprendizaje.
Si no hacemos este ejercicio de reaprendizaje, evaluación e investigación, corremos el riesgo, como ya ha sucedido, que traslademos vicios de un ambiente de aprendizaje a otro, manteniendo estilos pedagógicos no convenientes para cada uno de dichos ambientes. No es raro ver, en algunos cursos universitarios maestros que todavía dictan a los estudiantes las páginas de un libro, o como en cursos a distancia, vía videoconferencia, sesiones tediosas de conferencias que no respetan tiempos de intervención de expositores ni de participantes. Otro vicio es considerar que la educación virtual es un espacio de autoaprendizaje donde los profesores no son más que facilitadores o tutores cuya función es únicamente administrar tareas y actividades a cumplir en tiempos preceptivos.
Paradójicamente, en el desarrollo de la tecnología de la comunicación y la información aplicada a la educación se pretender demeritar la figura del maestro y enaltecerr la del estudiante, como eje principal de los cursos. Craso error. Hoy más que nunca en los nuevos usos de la tecnología, los mejores profesores deberían estar a la par que los estudiantes centrados en el dominio y aplicación del conocimiento para impactarlo en sus entornos inmediatos. Pienso por ejemplo el como, si se desarrollaran cursos con alto sentido de planificación, por medio de la videoconferencia, los foros y las plataformas tecnológicas educativas, maestros de alta nivel en sus perfiles profesionales y de investigación, podrían dar conferencias desde cualquier parte del mundo donde estuvieran ubicados para todos aquellos estudiantes que se inscribieran al evento educativo.
Por el contrario, aun nos empeñamos en que el texto escrito sea el eje de los cursos apoyados con la tecnología, sin la participación relevante y real de quienes originalmente redactaron esos textos para confrontarse con los estudiantes. Hoy, todo profesor debería ser autor de sus propios textos pero también desarrollador de sus propias investigaciones o tareas de innovación educativa. Extrañamente, algunos cursos virtuales que he conocido son tan preceptivos y ajustados al método al pie de la letra, que la presencia del maestro es suplida por un experto en tecnología que solo pide que todo se haga conforme al programa, sin objeción alguna para cumplimentar el curso.
Aprender es un proceso humano que conlleva a diversos momentos de transformación interna y externa de los sujetos que se realizan en él. A veces se puede lograr con el esfuerzo individual y mediante el autoaprendizaje, condicionado al ensayo y error, pero casi siempre a través de la socialización y con la presencia de un maestro ante quien confrontarse. Aprender también nos conduce a la aplicación de lo aprendido para reforzar nuestra confianza en el dominio de la aprendido y en los retos de transformar nuestra vida cotidiana en función de lo que ya sabemos.
Por esas razones, insisto en que el asunto de la calidad de la educación no radica en el uso de las nueva tecnologías como punto fundamental de la dotación o transformación de nuestras escuelas, desdeñando el papel que los buenos maestros pueden jugar en dichos ambientes. Hoy, los mejores maestros de muchos centros escolares que no han aprendido a usar las herramientas informáticas, los fierros diría yo, son vistos con desdén por bisoños profesores, e incluso por expertos en informática, que piensan que están por encima de ellos en cuestiones de conocimiento y experiencia. El mal uso de la tecnología, debido principalmente a la falta de creatividad de los nuevos expertos digitalizados de la educación, que ignoran u omiten el uso de recursos instrumentales para rescatar a esos maestros de grandes conocimientos y experiencia que se rehusan a dar un teclazo en los ordenadores actuales, es una muestra de que se está anteponiendo el cariz tecnológico a la esencia humana del fenómeno educativo.
A eso lo denomino no reaprender el como utilizar la tecnología al servicio de la educación en nuestro país. Para reaprender es necesario reflexionar constantemente sobre el fenómeno educativo y entender sus esencias teleológicas en la relación que se da entre los individuos que aprenden.
Tenemos en estos momentos, la oportunidad de reflexionar en nuestra universidad sobre lo que es un sistema de educación multimodal antes de aplicarlo o echarlo a andar como una moda institucional. No es más de lo mismo, ni utilizar ahora si la tecnología de manera mas intensiva en todos los cursos de la universidad. En realidad tiene un sustento filosófico basado en la libertad y apertura para los individuos con deseos y necesidades de superación personal en distintos perfiles profesionales. Su cariz principal es humanista y no instrumental. Se trata de generar un sistema en donde todos los espacios universitarios y extrauniversitarios serán abiertos al aprendizaje, con todos los medios de comunicación disponibles para obtener, generar y difundir conocimiento, con variados rangos de tiempo posible para desarrollar los cursos, y con la participación fundamental de maestros y estudiantes en constante interacción en entornos personales e institucionales de gestión del conocimiento.
Como insistí desde un principio, es un sistema para ensalzar el ejercicio humano de la educación, en primer lugar, situando el uso de las máquinas como instrumentos secundarios y, a veces, prescindibles, y no al revés.
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