Leonardo Lenin Banegas Barahona (Consultor del Proyecto COPs 2 en temas de inserción temática de la Gestión Ambientalmente Racional de Productos Químicos en los curriculums de educación formal e informal. Catedrático Universitario. Asesor de Tesis. Estudios de Educación Superior en Agricultura y Desarrollo Rural Sostenible, Administración, Calidad Total, Gestión del Desarrollo, Gestión Turística del Patrimonio Natural y Cultural, Educación en Ciencias Naturales. Comentarios al e-mail: leonardo.banegas80@gmail.com)

Al examinar nuestra relación con la naturaleza, se hace evidente que subyace como problema el divorcio entre nosotros (orden social) y la otra realidad (orden natural), producto de esta división que no solo se hace en la escuela entre las ciencias sociales y las ciencias naturales, sino en la construcción de la idea de “Que el hombre existe en la Tierra para dominar la naturaleza”, dominio que se convirtió progresivamente en una explotación y una degradación del ambiente, cambiando ello por bienes de valor simbólico como el dinero, el cual no tiene un valor natural.

Impactado por este proceso de la conquista de la naturaleza, hemos desarrollado una tecnología que en principio fue diseñada para hacernos el bien, para mejorar la calidad con que vivimos, para disminuir el esfuerzo humano en el trabajo, para controlar las enfermedades y sus causas. Estos “avances” han sido posibles, gracias a la puesta en marcha del genio emprendedor y el espíritu creador del hombre, creaciones que se han desarrollado a partir de la manipulación de la materia y de la vida. A través de la tecnología química y física, por ejemplo, hemos obtenido productos químicos, que en la naturaleza son muy difíciles de que se desarrollen de forma natural, en otros casos hemos hecho copias de productos químicos que ya existen en la naturaleza, ya sea existentes en los animales, las plantas o los microbios.

De todo ello hemos hecho una colecta importante, con aplicaciones numerosas, utilizándolos en el hogar, en el trabajo, en las actividades productivas y dentro de nuestras comunidades. Uso que muchas veces ha sido irracional, como ambiental y social irresponsable. Considerar por ejemplo que usar un producto químico para controlar una plaga, ya sea un hongo, una bacteria o un insecto y pensar que dicho producto solo le hará daño al “bicho”, y no al que lo aplica, o sea nosotros, es una actitud muy ingenua, toda acción tiene una reacción.

De forma que a lo largo de muchas generaciones humanas, hemos estado desarrollando está práctica continuada. Los efectos indirectos de nuestras acciones directas están cobrando cada vez mayor importancia. Problemas de salud, como el surgimiento de las llamadas Enfermedades no transmisibles (ENTS), que son enfermedades distintas de las hereditarias y de las causadas por microbios, tratándose de enfermedades que la ciencia médica no conoce aún, y que tienen como causa nuestros estilos de vida, pero sobre todo la exposición a productos químicos a todo lo largo de nuestra vida es decir desde que estamos en el vientre de nuestra madre, la niñez, la adolescencia la adultez y la ancianidad, afectándonos de distintas formas aún desconocidas para la ciencia.
Sumado a los efectos en nosotros, los científicos en todas partes del mundo han comenzado a reportar la perdida de la diversidad biológica en los ecosistemas, como también el surgimiento de plagas resistentes a los plaguicidas que habitualmente usamos.

Ante ello, se ha planteado combatir estos efectos, mediante un cambio en las actitudes de nosotros para con los otros y con la otra naturaleza. Estos cambios actitudinales se pueden lograr de forma planificada a través de la educación. Actualmente el Proyecto COPs 2 lidera, una iniciativa para promover la educación de niños y jóvenes en los centros educativos básicos (CEB) y del nivel medio, para que comiencen a desarrollar acciones para el uso de los químicos de una forma racional y ambientalmente responsable, ya sea en los espacios del hogar, el trabajo y la comunidad, esto a través de capacitaciones docentes en el uso de una Guía Metodológica sobre Gestión Ambientalmente Racional de Productos Químicos(GAR-PQ) que ha sido estructurada para su uso por los docentes.

Sin embargo a pesar del esfuerzo realizado, este no será suficiente si los docentes nos limitamos a transmitir información y conocimientos a los estudiantes. Ya que para que el conocimiento se transforme en acción, los (as) docentes de Honduras debemos de asumir el compromiso de educar en valores, valores para la construcción de una nueva ciudadanía, que nos permita relacionarnos entre nosotros de una forma novedosa basada en la igualdad y la equidad, pero también valores para nuestra relación con la naturaleza, que no es tan lejana como algunos nos la hacen ver, la naturaleza no solo está en el bosque, en el mar, el rió, el lago o el suelo, también está en nuestro derredor, ya que cada objeto que manipulamos (ropa, utensilios, comida, artefactos), son naturales, también nosotros somos seres naturales, no solo sociales, aunque hayamos aprendido a ver a la naturaleza como lejana.

Uno de los primeros valores ambientales que debemos de promover los docentes de Honduras, es la responsabilidad compartida, ya que tanto los individuos como las empresas y el Estado, deben de promover acciones de responsabilidad en el uso de los productos químicos. Nosotros como ciudadanos, y como formadores de ciudadanos, somos responsables, de consumir informadamente, leyendo las etiquetas de los productos que compramos, así como las advertencias de peligro en el uso de los productos químicos, también somos responsables de exigir a nuestros gobiernos una disposición segura de los residuos sólidos, somos responsables igualmente, en realizar la primera recolección selectiva de los residuos que generamos, entregando productos reciclables o reutilizables a personas que se encargan de recogerlos, finalmente y no menos importante somos responsables de nuestros actos en no generar nuevos contaminantes que le hacen daño al ambiente y a nosotros, evitando la quema de los residuos domésticos.

Continuando con las responsabilidades, la empresa privada es responsable de promover acciones de producción de bienes (productos) y servicios que no afecten el orden natural, y en el caso de hacerlo que dispongan de acciones para restaurar el mismo y mitigar los impactos en el hombre y el ecosistema. Los docentes debemos de educar en responsabilidad ambiental y social, a nuestros estudiantes, ya que ellos serán los futuros empleados o directivos de las empresas. Quien también es responsable, es El Estado, que tiene la tarea y la responsabilidad de crear normativas de cumplimiento obligatorio para las empresas como para la sociedad, a través de la emisión de políticas públicas, leyes, reglamentos y decretos; al igual que vigilar y monitorear el cumplimiento de la normativa y velar por el bien común basada en la instauración de una cultura que promueva prácticas en la sociedad en el uso de los productos químicos de manera racional y ambientalmente responsable.

Desprendido de la responsabilidad se encuentra el respeto, tanto a otras formas de vida como a las dinámicas naturales, que tienen ciclos más allá de la duración de nuestras propias vidas. Alterar los ciclos naturales, puede traer consecuencias trágicas para la sociedad, e irrespetar el derecho de otras formas de vida por minúsculas que nos parezcan, puede tener un efecto indirecto en el futuro afectando quizás no, a nosotros pero si a nuestros descendientes. Finalmente para que el conocimiento se traduzca en acciones positivas en el uso racional y ambientalmente responsable de los productos químicos, se hace necesario que instauremos en nuestros estudiantes, la cultura y el valor de la colaboración, es decir sumar esfuerzos entre nosotros, con las empresas, con el Estado para iniciar la transformación de nuestras comunidades, el municipio en que vivimos y en un nivel mayor nuestra Honduras.