La formación docente en tiempos de la inteligencia artificial

Introducción
La aparición de la inteligencia artificial (IA) en la vida cotidiana plantea transformaciones significativas en múltiples ámbitos, incluyendo el educativo. Lejos de ser un fenómeno inspirado en la ciencia ficción o limitado a contextos tecnológicos, los recursos IA ya forma parte de plataformas de aprendizaje, sistemas de evaluación, motores de recomendación de contenidos y asistentes virtuales (como tutores, por ejemplo), muchos de los cuales son utilizados -a veces sin plena conciencia de su naturaleza-en aulas de todos los niveles.


El impacto de la IA en la práctica docente
La integración de la inteligencia artificial en la práctica docente ya no puede considerarse un lujo o una tendencia pasajera, sino una necesidad inherente a los nuevos escenarios educativos. La velocidad con la que se desarrollan las herramientas de IA, sumada a su capacidad para personalizar el aprendizaje, automatizar tareas repetitivas y ofrecer análisis precisos de datos educativos, transforma de manera radical el rol del docente. Sin embargo, este potencial solo puede materializarse si los docentes cuentan con competencias actualizadas que les permitan comprender, seleccionar y aplicar estas tecnologías de manera crítica, ética y en el momento oportuno.

De esta manera, incluir la inteligencia artificial en la práctica docente ya no es una opción innovadora, sino una necesidad pedagógica y social. En el contexto latinoamericano, donde conviven avances tecnológicos con marcadas brechas de acceso y calidad educativa, la IA representa una herramienta capaz de potenciar la equidad y la eficacia de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Así, la inclusión de la IA en el aula permite:

a) Personalización del aprendizaje

Su valor radica, en primer lugar, en la posibilidad de personalizar el aprendizaje. Las tecnologías basadas en IA permiten adaptar contenidos, ritmos y estrategias a las características y necesidades de cada estudiante, algo que difícilmente puede lograrse de forma "analógica" en aulas numerosas y heterogéneas. Sistemas de tutoría inteligente, generadores automáticos de retroalimentación o chatbots diseñados para responder dudas en tiempo real son ejemplos concretos que, bien implementados, pueden apoyar tanto a quienes requieren refuerzos como a quienes demandan desafíos adicionales.

b) Optimización del tiempo

Por otro lado, la IA optimiza el tiempo docente al asumir tareas repetitivas y administrativas, como la corrección de cuestionarios, la clasificación de trabajos o la generación de informes de progreso. Lejos de sustituir la labor del profesor, esta automatización libera horas que pueden dedicarse a la planificación de actividades más significativas, a la atención personalizada o a la innovación pedagógica. De igual manera, su capacidad para procesar y analizar grandes volúmenes de datos educativos ofrece una ventaja estratégica: permite identificar patrones de aprendizaje, predecir posibles dificultades y actuar de manera temprana para prevenir la deserción escolar o universitaria.

c) El desarrollo de competencias tecnológicas

Otra razón fundamental para incluir la IA en el aula es su papel en el desarrollo de competencias clave del siglo XXI. Al trabajar con este tipo de herramientas, los estudiantes no solo aprenden contenidos académicos, sino también habilidades como la alfabetización digital crítica, la evaluación de la información, la comprensión de los sesgos algorítmicos y la resolución de problemas complejos. Estas competencias resultan esenciales en un mundo laboral que, cada vez más, exige la capacidad de interactuar con sistemas automatizados y de gestionar información de forma ética y eficiente.

Ignorar la IA en la práctica docente conlleva peligros significativos, el más evidente es el aumento de la brecha digital y cognitiva entre quienes tienen acceso y formación en su uso y quienes no. En la práctica, esto significa que estudiantes con entornos familiares o escolares que promuevan el uso de la IA partirán con ventaja en el desarrollo de habilidades y en su preparación para el futuro, mientras que otros quedarán rezagados. Esta desigualdad, lejos de reducirse, se acentuaría con el tiempo.

Otro riesgo es la pérdida de relevancia pedagógica. Un sistema educativo que no dialoga con la realidad tecnológica de sus estudiantes corre el peligro de convertirse en un espacio desconectado de sus intereses y de su contexto social y laboral, un ambiente irreal y obsoleto. Si los alumnos utilizan IA en su vida cotidiana —para resolver problemas, crear contenido o buscar información— pero la escuela la ignora o la prohíbe sin una reflexión pedagógica, se desaprovecha una oportunidad para enseñar un uso crítico y ético de la tecnología.

También hay que considerar la pérdida de capacidad de respuesta ante problemas educativos. Sin las posibilidades de análisis que brinda la IA, detectar patrones de bajo rendimiento o deserción se vuelve más lento y menos preciso. Esto implica que las intervenciones para apoyar a los estudiantes nunca sean abordados, lleguen tarde o con menor efectividad. Asimismo, quienes egresen de instituciones que no integren IA en su formación enfrentarán una clara desventaja en un mercado laboral donde se espera que los profesionales sepan interactuar con estas herramientas y aprovecharlas productivamente.

En síntesis, incluir la inteligencia artificial en el aula no significa rendirse ante una moda tecnológica, sino asumir con responsabilidad que estas herramientas ya forman parte de nuestra cultura, la economía y la comunicación. El verdadero riesgo no radica en utilizarlas, sino en no hacerlo: dejar que la IA se desarrolle y se use sin un marco ético y pedagógico que prepare a los ciudadanos para vivir y trabajar en un mundo donde lo humano y lo artificial están cada vez más entrelazados. Sin embargo, el grado de preparación del cuerpo docente para integrar de manera crítica, ética y pedagógica estas tecnologías sigue siendo muy limitado.

Así, la brecha entre el desarrollo tecnológico y la formación docente se agrava por la persistencia de mitos, temores y desconocimiento sobre la IA, lo cual obstaculiza tanto la innovación didáctica como la construcción de políticas educativas inclusivas y sostenibles.

Mitos y prejuicios que obstaculizan la incorporación de la IA en el aula
A pesar de los avances, persisten representaciones distorsionadas que frenan el acercamiento crítico y creativo de muchos docentes a la IA. Entre los mitos más comunes, se destacan:

a) Mito 1: “La IA reemplazará a los docentes”

Este temor, ampliamente difundido por discursos tecnofóbicos o sensacionalistas, parte de una comprensión errónea del papel de la IA en la educación. Si bien ciertas tareas repetitivas pueden ser automatizadas —como la corrección de pruebas tipo test o la generación de informes—, la función docente es insustituible en lo que respecta al acompañamiento emocional, el juicio pedagógico contextual, la mediación cultural y la promoción del pensamiento crítico. La IA puede complementar, pero no sustituir, la tarea educativa humana.

b) Mito 2:  “La IA es solo para expertos en programación”

Otro obstáculo frecuente es la percepción de la IA como una tecnología inaccesible, reservada a especialistas en informática. Esta visión olvida que muchas herramientas con IA ya están disponibles en plataformas de uso general —como buscadores inteligentes, asistentes de escritura, traductores automáticos o sistemas de retroalimentación— sin necesidad de conocimientos técnicos avanzados. La clave está en entender su lógica de funcionamiento, la forma de usarla y sus posibles aplicaciones pedagógicas.

c) Mito 3: “La IA solo sirve para automatizar procesos”

Limitar la IA a tareas administrativas o de corrección invisibiliza su potencial en áreas como la personalización del aprendizaje, la detección temprana de dificultades, el análisis de trayectorias escolares o la generación de contenidos adaptativos. Estas funciones pueden enriquecer tanto la enseñanza como la gestión institucional, siempre que se apliquen con fines pedagógicos claros y con evaluación de su impacto, donde la intervención del docente es fundamental.

Contenidos y temáticas clave para la formación docente en IA
La transformación digital ha dejado de ser una opción para convertirse en una dimensión estructural del ecosistema educativo. Según el informe Inteligencia Artificial y Educación de la UNESCO (2021), los países que no aborden la formación docente en IA corren el riesgo de aumentar las desigualdades preexistentes en sus sistemas educativos, ya que esta tecnología no solo reconfigura los modos de enseñanza y aprendizaje, sino también los criterios de inclusión, equidad y calidad.

En América Latina, la situación es particularmente desafiante. A la tradicional disparidad en acceso a recursos tecnológicos se suma la falta de programas sistemáticos de formación continua para el profesorado en competencias digitales avanzadas. La IA, por su complejidad aparente y su reciente popularización a través de herramientas como ChatGPT, Gemini y otras han generado tanto entusiasmo como confusión. En este contexto, formar a los docentes no significa convertirlos en programadores, sino dotarlos de criterios pedagógicos, éticos y prácticos para tomar decisiones informadas sobre su integración en el aula.

Actualizar a los docentes en el uso pedagógico de la IA implica ir mucho más allá de un simple entrenamiento en herramientas tecnológicas. Se requiere un itinerario formativo que combine comprensión conceptual, competencias prácticas, mirada crítica y fundamentos éticos. En América Latina, donde las condiciones de infraestructura, políticas y formación previa son diversas, la propuesta debe ser flexible y adaptada a realidades heterogéneas, pero con un núcleo común de saberes indispensables. Las instituciones formadoras de docentes deberían considerar los siguientes ejes temáticos para la inclusión de la IA en la práctica docente:

1) Comprensión conceptual de la IA y su funcionamiento básico
Antes de integrar la IA en el aula, es imprescindible que los docentes comprendan qué es y qué no es la inteligencia artificial. Esto implica:

  • Diferenciar entre IA, automatización y otras tecnologías digitales.
    Conocer las principales ramas de la IA (IA generativa, aprendizaje automático, procesamiento del lenguaje natural, visión por computadora, etc.) y ejemplos concretos de su uso en educación.
  • Entender el concepto de sesgo algorítmico y cómo puede influir en los resultados.

Un ejemplo podría ser una capacitación para docentes de primaria, se puede mostrar cómo un asistente de voz responde de forma distinta a una misma pregunta dependiendo del idioma o la formulación, evidenciando sesgos y límites.

2) Uso pedagógico de herramientas con IA
La actualización debe centrarse en cómo utilizar la IA para potenciar el aprendizaje, no solo en qué herramientas existen. Esto incluye:

  • Chatbots educativos para tutoría personalizada.
  • Sistemas de recomendación de contenidos y recursos didácticos adaptativos.
  • Plataformas de evaluación con retroalimentación automática.
  • Herramientas de IA generativa para producción de textos, imágenes, audios o simulaciones.


Algunos ejemplos que podríamos presentar por nivel:

Primaria: Chatbots que simulan personajes históricos o literarios para responder preguntas y guiar proyectos.
Secundaria: Uso de generadores de imágenes con IA para proyectos de arte o ciencias, integrando análisis crítico sobre la calidad y veracidad de lo generado.
Universitario: Implementación de entornos como NotebookLM para organizar investigaciones o proyectos interdisciplinarios.


3) Integración curricular y diseño de actividades
La IA no debe ser un complemento aislado, sino estar vinculada a objetivos y competencias de los planes de estudio. La actualización docente debe incluir:

  • Diseño de consignas que aprovechen IA para fomentar pensamiento crítico y creatividad.
  • Estrategias de ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos) con IA como recurso central.
  • Secuencias didácticas que combinen trabajo con IA y reflexión metacognitiva sobre su uso.


Un caso sería el siguiente: en secundaria, un proyecto de ciencias sociales donde los estudiantes utilicen IA para analizar discursos políticos y detectar sesgos, para luego contrastar con análisis manual y debatir en clase.

4) Alfabetización digital crítica y ética
No basta con enseñar a usar IA: es necesario enseñar a pensar con y sobre la IA. Los docentes deben aprender a:

  • Explicar a los estudiantes qué datos recolecta cada herramienta y para qué.
  • Identificar y mitigar sesgos.
  • Promover un uso seguro, responsable y ético de la IA.


Una situación sería la siguiente, en primaria, discutir con el alumnado por qué un asistente virtual no siempre tiene “toda la razón” y cómo verificar la información.
En la universidad, trabajar casos reales de discriminación algorítmica y analizar posibles soluciones.

5) Análisis de datos educativos para toma de decisiones
El docente actualizado debe ser capaz de interpretar reportes generados por sistemas de IA para:

  • Detectar patrones de aprendizaje y necesidades específicas.
  • Evaluar la efectividad de actividades y recursos.
  • Ajustar estrategias de enseñanza en tiempo real.


Un ejemplo sería, en secundaria, usar una plataforma de gestión del aprendizaje (LMS, como Moodle, por ejemplo) con análisis predictivo para identificar estudiantes en riesgo de bajo rendimiento y generar planes de apoyo (como un seguimiento tutorial).

6) Creación de recursos y contenidos con IA
La formación debe incluir competencias para que el docente pueda crear materiales educativos con IA, evaluando su pertinencia y calidad:

  • Elaboración de guías, cuestionarios y materiales interactivos.
  • Generación de imágenes o simulaciones científicas.
  • Creación de videos explicativos con narración automática y subtítulos.
  • Un caso práctico sería en primaria, el docente genera un video animado con IA para explicar el ciclo del agua, adaptado a la edad de los estudiantes y con subtítulos en su lengua materna.

7) Estrategias para la evaluación con IA
La IA puede ser aliada en la evaluación formativa y sumativa:

  • Retroalimentación inmediata y personalizada.
  • Evaluaciones adaptativas que se ajustan al nivel del estudiante.
  • Herramientas para detectar plagio o uso no autorizado de IA.

Una situación en el aula se podría presentar en la universidad, integrar un sistema que detecte cuándo un trabajo ha sido redactado íntegramente por IA y proponer una actividad de reflexión sobre el uso académico ético.

8) Competencias docentes para la co-creación con IA
Uno de los cambios más importantes es pasar de ver la IA como un sustituto a verla como un colaborador creativo:

  • Trabajo conjunto docente-IA para diseñar actividades y materiales.
  • Uso de IA como generador de borradores que luego el docente adapta y mejora.
  • Proyectos en los que el docente y los estudiantes co-creen con IA, evaluando el proceso y el resultado.


9) Gestión de cambios y adaptación institucional
Por último, la actualización docente debe prepararlos para liderar procesos de cambio en su institución:

  • Diseño de planes de formación progresivos para toda la comunidad educativa.
  • Sensibilización de colegas y directivos.
  • Redacción de políticas internas de uso de IA.

Todos estos contenidos y temas son relevantes considerar al considerar proyectos y tareas relacionadas con la formación y actualización docente.

Conclusiones finales
La formación y actualización docente en IA no se limita a aprender a usar una herramienta específica, sino que implica un cambio de paradigma: comprender cómo la IA influye en la dinámica de aula, cómo puede integrarse de forma transversal a distintas áreas de conocimiento y cómo evaluar sus resultados de manera efectiva. Esto requiere formación en aspectos técnicos, metodológicos, éticos y legales, así como en el diseño de actividades que fomenten la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas en los estudiantes. La IA debe empoderar la tarea docente, mediante la definición de habilidades que los docentes necesitan para buscar y aplicar herramientas de IA en el diseño y organización de actividades de aprendizaje y en su propio desarrollo profesional: analizar las habilidades necesarias para la colaboración humano-máquina en entornos de enseñanza.

El impacto de la IA en el ámbito docente puede ser profundo: desde la mejora en la eficiencia y calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, hasta la generación de modelos educativos más inclusivos y adaptativos. No obstante, la falta de actualización y uso consciente por parte del profesorado podría derivar en una brecha pedagógica, donde la tecnología sea utilizada de manera superficial o, peor aún, quede exclusivamente en manos de actores externos al ámbito educativo, desplazando la función formadora del docente.

En síntesis, la IA no sustituye la labor docente, pero sí redefine su alcance y exige un compromiso activo con la innovación y el aprendizaje continuo. Los educadores que asuman este desafío no solo potenciarán su práctica profesional, sino que también garantizarán que sus estudiantes se formen en entornos acordes a las demandas y competencias del siglo XXI.

El momento para actuar es ahora, cada institución educativa, cada docente, cada organismo de política pública tiene la responsabilidad de impulsar esta transición con visión estratégica y compromiso pedagógico. El futuro de la educación se está escribiendo hoy, y la IA ya forma parte de ese relato.

Fuente de información

EduCOM (2024). La IA y la urgencia de la transformación docente

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