Por María Constanza Massano* y Erica Elena Scorians

La virtualización forzada durante la pandemia por el Covid-19, que ha tenido lugar en todos los ámbitos y niveles educativos, se ha convertido en una oportunidad inesperada e inédita para reinventar la clase y hoy refleja un fenómeno que dio lugar a la complejización transmedial de las propuestas pedagógico-didácticas (Maggio, 2020).



Creemos que es preciso resaltar el vuelco tecnológico inyectado por nuestra universidad durante 2020: se crearon en todo el ámbito de la Universidad Nacional de La Plata un total de 4832 aulas en entornos virtuales, donde participaron 106257 estudiantes y 16935 docentes. Han participado de las capacitaciones más de 145000 docentes y no docentes de la UNLP y de diferentes universidades del país. Se distribuyeron 550 licencias WebEx para las dependencias de la universidad (Facultades, Colegios, Direcciones, Secretarías) y 56 licencias Zoom. Estos datos duros dan cuenta del impulso que la educación pública universitaria ha brindado a su comunidad educativa. Los dos años de virtualización forzada y exclusiva han dejado huellas y aprendizajes, vuelcos tanto inesperados como ricos en nuestras prácticas docentes y ha posibilitado la construcción de nuevas estrategias de aprendizaje para nuestros estudiantes. La pandemia concluyó, pero nos ha dejado infinitos recursos y nuevas miradas sobre las propuestas pedagógico-didácticas para transformar nuestras prácticas docentes e incluir en nuestras clases.

Pensando el aula virtual como espacio institucional de encuentro, interacción, comunicación que supera el mero repositorio de contenido, las propuestas de enseñanza de la era pospandemia incluyen recursos de audio y audiovisuales, materiales didácticos (clases escritas asincrónicas), plataformas diversas y actividades en línea que pueden extender y enriquecen las clases presenciales. De esta forma, el aula virtual se convierte en un escenario extensivo e inmersivo al aula presencial diseñado para generar experiencias que recuperen las prácticas sociales que la web posibilita en el contexto de cada espacio académico, superando, así, el mero repositorio de contenido de carácter estático. Dentro de esta línea, Marés (2021) propone pensar los espacios virtuales como espacios para construir vínculos pedagógicos; lugares para conversar, intercambiar y saber de nuestros estudiantes, en donde, como docentes, se deben pensar propuestas colaborativas, en equipo para ellos, en las cuales establezcamos vínculos con ellos y se generen vínculos entre ellos.

La configuración de estos espacios de intercambio e interacción entre pares y docentes se ve favorecida, según Esteve (2009), mediante tres tipos de herramientas virtuales que permiten la retroalimentación docente-alumno/a: los portfolios (que promueven una interacción constante entre estudiantes y docentes), las redes sociales (públicas o privadas como los campus virtuales, que enriquecen la sistematización de la información y los tiempos de respuestas, además de la interacción social entre estudiantes y docentes) y los documentos en red (espacios de construcción compartida de conocimiento, donde es posible realizar trabajos colaborativos).

Al diseñar propuestas colaborativas virtuales, nuestros estudiantes tienen la necesidad de interactuar y negociar sentidos como pares, en igualdad de roles, con un fin en común a partir de la propuesta diseñada por el/la docente o cátedra, cuyo resultado será más acabado que si lo hicieran individualmente o cuyo resultado no sería posible lograr de modo individual y sin la mediación tecnológica propuesta.

Además, el seguimiento en un entorno/aula virtual es muy importante. Según señalan Barletta y Olaizola (2020), debe pensarse como estrategia pedagógica de acompañamiento, no solo para poder identificar las problemáticas que surgen, sino también para generar estrategias de intervención que favorezcan la autonomía de los estudiantes. También señalan que los docentes debemos asumir un rol proactivo, estar presentes; sacar provecho de todos los espacios de comunicación disponibles en el entorno; y tener en cuenta la función de los estudiantes, su ritmo de aprendizaje, tiempos para desarrollar las actividades propuestas en el aula virtual y también sus condiciones de accesibilidad. El seguimiento nos permite desglosar en qué áreas debemos intervenir y en qué momento, y recabar información útil para repensar las siguientes clases y, así, mejorar nuestras propuestas de enseñanza.

En la próxima entrega, nos centraremos en algunas de las posiblidades que tenemos hoy de integrar y complementar el entorno presencial con lo virtual en nuestras clases.

*María Constanza Massano es Profesora en Lengua y Literatura Inglesas, egresada de la Universidad Nacional de la Plata. También es Mágister en Inglés con Orientación en Literatura Angloamericana, egresada de la Universidad Nacional de Córdoba. Constanza es profesora adjunta de la asignatura Literatura Inglesa Clásica y Moderna y coordina los cursos de la Sección Adultos de la Escuela de Lenguas.

Referencias

Barletta C.; Olaizola, E. (2020) “Seguimiento y acompañamiento de estudiantes en aulas virtuales” Dirección Gral. De Educ. a Distancia y Tecnologías, UNLP. Disponible en https://youtu.be/cFqNjt0zxnk

Esteve, F. (2009). Bolonia y las TIC: de la docencia 1.0 al aprendizaje 2.0. La cuestión universitaria. España. En Díaz, P. (2018) El vínculo pedagógico en la sociedad actual con el uso de las nuevas tecnologías en educación. Disponible en http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/71989

Maggio, M. (2020). Las prácticas de la enseñanza universitaria en la pandemia: de la conmoción a la mutación. Campus Virtuales, 9(2), 113-122. Disponible en http://www.uajournals.com/campusvirtuales/es/revistaes/numerosanter... d=268

Marés, L. (Ed.). (2021). Claves y caminos para enseñar en ambientes virtuales. Editorial Educ.ar S.E. Disponible en https://www.educ.ar/recursos/fullscreen/show/43942