Conocimientos que constituyen la teoría de sistemas
Epistemología del pensamiento sistémico 7ma parte
Por Meir Finkel, Ph.D.
Los aportes de Gregory Bateson, Heinz Von Foerster y Humberto Maturama forman parte de los cimientos del pensamiento sistémico en los cuales Ludwig Von Bertalenffy escribe su tratado de la Teoría General de los Sistemas en 1968 tratando de involucrar al observador con lo observado y viceversa.
Quiere decir (para dar un ejemplo que he observado) que en un sistema social donde se encuentran mentes brillantes discutiendo, compartiendo y comportándose respecto a una situación determinada, los demás observadores asumen una postura inteligente a raíz de que lo observado, el entorno y el contexto los obliga a sacar de sus mentes extraordinarias ideas que no se les habían ocurrido antes.
Viceversa, en un sistema social, que es abierto donde se intercambia energía, materia e información; personas inteligentes con capacidades cognitivas y metacognitivas que las han recibido por medio de herencia genética –endógena y exógena– en la formación biológica de su cerebro (Piaget, Biología y Cerebro, 1968) y su mente, se vuelven estúpidas (en el contexto Inglés de Stupid) al grado de preguntarse ¿qué me está pasando?
En el primer caso se cumple la raíz epistemológica (epistemein, logos, teoría) acercándose a un conocimiento científico ontológico mientras que en el segundo caso lo epistemológico es pragmático (paxis, significativo) en la adquisición del conocimiento de una manera fenomenológica.
En ambos casos se trata de una combinación recursiva y flexible de los organismos particulares, los seres moleculares y los organismos que piensan y deciden sobre cómo conocen lo que conocen acerca de sus propiedades como observadores y las propiedades del objeto de conocimiento.
Según Bertalanffy se trata de correspondencias entre sistemas y subsistemas en la generación de un modelo específico (en el caso del ejemplo antes expuesto) aunque se encuentre integrado por disciplinas (o pensamientos) totalmente distintas: isomorfismo de los sistemas resultante de la interacción de los sistemas vivientes (abiertos).
Se deduce de lo expuesto que la relación entre los seres humanos entre ellos desarrolla una visión del mundo que se representa en función de la perspectiva que genera el entorno donde se encuentran inmersos, esta es la naturaleza de las relaciones humanas y que es objeto de estudio por parte de la filosofía de los sistemas para describir el ecosistema o sistema social en la interacción entre conocedor y conocido. Esto rompe el paradigma (utilizando el término de Kuhn) creando un nuevo modelo que no utiliza las matemáticas, la retroalimentación o las tecnologías para explicar este fenómeno social en su totalidad y humano en sus partes.
El enfoque de sistemas para conocer las acciones humanas (teleología de Adler) y la relación entre ellos y su ambiente presupone una reorientación del pensamiento científico al combinar distintas disciplinas en forma multidisciplinarias para comprender el cambio de conducta del observador/conocedor influenciado por lo observado /conocido.
Lo anterior recuerda la paradoja de la ciencia entre la onda (energía) y la partícula (materia); una paradoja entre la mente que influye sobre el entorno (observador) y la mente influenciada por el entorno (observado).
En ambos casos se trata de una organización (Von Foerster) y autoorganización (Maturama) que condiciona la conducta humana de una manera no mecanicista y que ya había sido explicada por la corriente de pensamiento holístico de la escuela alemana denominada Gestalt (F. S. Perls, 1893) encaminada a entender la imagen del ser humano en vinculación al sistema social donde se encuentra inmerso.
Lo expuesto hasta aquí, coincide con las definiciones socioculturales que son considerados sistemas expuestos al entorno (Sorokin, 1928). Los científicos posteriores a los enunciados de Sorokin no contradicen sus postulados y por lo tanto aceptan que se debe tener en cuenta una reorientación de la ciencia en función de los avances tecnológicos, la evolución de la especie humana y la transformación del pensamiento científico hacia la cibernética, lo biosocial, la perspectiva organísmica y el pensamiento sistémico (retroalimentación, servomecanismos, sistemas circulares y bucles circulares).
El planteamiento de una teoría interdisciplinaria presenta una función integradora que busca la unificación de la ciencia hacía una concepción unitaria del mundo. El propósito de esta nueva postura de la ciencia, más flexible y circular en la construcción conceptual de modelos que representan la realidad por medio de lenguajes no físicos estableciendo el método hipotético deductivo como válido para explicar los fenómenos humanos inmersos en sus realidades por medio de las ciencias naturales y las ciencias sociales por igual en la generación de un nuevo patrón con valores superiores que le subyacen los métodos antes expuesto en la emergencia de la tercera cultura (Finkel, 2010).
Esa tercera cultura (científica) que admite lo científico y lo cotidiano por igual ha sido aceptad en estudios sobre el metabolismo como la biofísica del organismo, la fisicoquímica, la cinética, la termodinámica, la cibernética, la biotecnología, la nanotecnología y la propia teoría general de los sistemas de Bertalanffy (1968).
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