Creo que muchas veces los docentes del mundo entero hemos hecho un llamado a promover el hábito lector. Es una necesidad cada vez más apremiante. La ausencia de este hábito ha originado problemas graves. Uno de ellos, el más frecuente, es quizás el manejo adecuado y coherente de la información. Lo podemos ver en la forma como los medios de comunicación, de manera perversa, van "soltando" datos. Y como con cinismo desbordante le agregan falsedades y construyen, sin ningún rubor, la nueva historia, la que interesa a quienes detentan el poder. Los números, con frecuencia considerados incontrovertibles, sirven para que en estadísticas y encuestas se vaya construyendo toda la farsa que necesitan para posicionar a personajes nefastos que utilizan precisamente los medios para construir héroes manchados por la corrpción, la falacia y el desprestigio. Un buen lector no será fácil de convencer y sus lecturas lo pondrán en contacto con esa otra realidad, la que tanta información quiere ocultar por razones a veces desconocidas.

Ahora que el mundo latinoamericano celebra 200 años de independencia, se hace urgente promover la lectura de la otra historia. La que no cuentan quienes de oficio se hacen historiadores para borrar y quemar la verdad. Es la lectura de la historia que nos habla de los verdaderos mártires del más grande genocido de la era moderna, ese que quieren esconder con la publicación y promoción de obras que durante tantos años han ocultado. Quizás el libro "Espejos" de Eduardo Galeano me sirva de ejemplo para que nosotros podamos descubrir lo que se encierra en personajes poderosos, que en forma indecorosa, fueron menoscabando los derechos de millones de seres humildes que nunca tuvieron figuración particular en esos documentos, pero que fueron los verdaderos soldados de esa guerra. ¿Cuántos personajes figurones de la historia, no fueron enemigos declarados de la libertad de los esclavos?, ¿cuántos no humillaron a los indígenas y excluyeron a los campesinos y a los hombres del pueblo? Esa división fatal entre ilustrados y bárbaros, convirtió todo este proceso independentista en una guerra civil que no ha concluido, o que en países como Colombia parece tener cada días más fuerza, como se ve, por ejemplo, en las recientes elecciones para presidente. Ahí nos han vendido la falacia de la "democracia", cuando los actores de ese proceso han estado involucrados en actos criminales que ponen un manto de duda en la verdad de sus procederes, y en la soberanía y democracia. Es la falta de lectura la que compromete este instante doloroso y pérfido de la historia colombiana más reciente. Son muchos los años de engaño y de mentira. Han montado su prestigio en las mismas redes de su prestigio y de su engañosa popularidad. ¿Cuántos textos para leer y comprender hasta dónde va la falacia? Nada ha cambiado. La verdadera historia, la que han escrito cientos de miles de desaparecidos, de viudas, de huérfanos, de excluidos, no ha sido leída, pero está escrita. Igual sucede en muchos de los países latinoamericanos. Los invito a buscarla en las páginas de la literatura, en los diarios de poca circulación, en las voces de tantos viejos y viejas que permanecen marginados y sin posibilidades de ser leidos por nosotros: necesitamos ser leer más, mucho más.